Obras escogidas [tomo 5] - Stolpkin
Obras escogidas [tomo 5] - Stolpkin
Obras escogidas [tomo 5] - Stolpkin
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
232<br />
feudalismo y al capitalismo burocrático. Tales<br />
individuos figuran en los círculos políticos,<br />
industriales y comerciales, culturales y docentes,<br />
científico-tecnológicos y religiosos, y son<br />
extremadamente reaccionarios. Constituyen sólo el<br />
1, 2 ó 3 por ciento de los cinco millones. La<br />
abrumadora mayoría, o sea más del 90 por ciento,<br />
apoya en diverso grado el sistema socialista. Muchos<br />
de ellos aún no tienen muy claro cómo trabajar bajo<br />
el socialismo y cómo comprender, manejar y resolver<br />
tantos problemas nuevos.<br />
Respecto a la actitud de los cinco millones de<br />
intelectuales hacia el marxismo, se podría decir que<br />
más del 1o por ciento -comunistas y simpatizantes-<br />
están relativamente familiarizados con el marxismo<br />
y, bien plantados sobre sus pies, se sitúan<br />
firmemente en la posición del proletariado. Ellos<br />
sólo representan una minoría de ese total de cinco<br />
millones, pero constituyen su núcleo y tienen gran<br />
fuerza. La mayoría desea estudiar el marxismo y ya<br />
ha aprendido algo, pero aún no lo conoce bien. Entre<br />
esta mayoría hay algunos que, siendo todavía<br />
escépticos y careciendo de una posición firme,<br />
vacilan en cuanto se levanta una tormenta. Este<br />
sector de intelectuales, que constituyen la gran<br />
mayoría de los cinco millones, mantienen una<br />
posición intermedia. Aquellos que se oponen<br />
obstinadamente al marxismo o le tienen odio<br />
representan una mínima proporción. Hay algunos<br />
que, si bien no lo declaran abiertamente, de hecho<br />
desaprueban el marxismo. Habrá gentes de este tipo<br />
durante mucho tiempo y debemos permitirles que lo<br />
desaprueben. Por ejemplo, algunos idealistas pueden<br />
apoyar el sistema político y económico del<br />
socialismo, pero disienten de la concepción marxista<br />
del mundo. Lo mismo ocurre con los patriotas de los<br />
círculos religiosos. Ellos son teístas y nosotros ateos.<br />
No podemos forzarlos a aceptar la concepción<br />
marxista del mundo. En resumen, sobre la actitud de<br />
los cinco millones de intelectuales hacia el<br />
marxismo, puede decirse lo siguiente: Los que<br />
aprueban el marxismo y están relativamente<br />
familiarizados con él son una minoría, los que se<br />
oponen a el son también una minoría y la mayoría lo<br />
aprueba pero no lo conoce bien, y esta aprobación se<br />
da en muy diversos grados. Se presentan, por<br />
consiguiente, tres posiciones: apoyo resuelto,<br />
vacilación y oposición. Tal situación perdurará por<br />
largo tiempo; esto debemos reconocerlo, pues si no,<br />
puede suceder que exijamos demasiado a los demás<br />
y nos asignemos a nosotros mismos tareas muy<br />
pequeñas. La tarea de los camaradas encargados de<br />
la propaganda es divulgar el marxismo. Esto debe<br />
hacerse gradualmente y en forma apropiada, de<br />
manera que la gente lo acepte gustosa. No podemos<br />
obligar a la gente a aceptar el marxismo; lo único<br />
admisible en este sentido es la persuasión. Estaría<br />
Mao Tse-tung<br />
muy bien que, en un período de varios planes<br />
quinquenales, un buen número de intelectuales<br />
llegara a aceptar el marxismo y lograse<br />
comprenderlo mejor a través de su trabajo y de su<br />
vida, a través de su práctica en la lucha de clases, en<br />
la producción y en las actividades científicas. Y esto<br />
es lo que esperamos.<br />
En tercer término, el problema de la reeducación<br />
de los intelectuales. Nuestro país tiene escaso<br />
desarrollo cultural. Para un país tan inmenso como el<br />
nuestro, cinco millones de intelectuales son<br />
demasiado pocos. Sin intelectuales no podríamos<br />
hacer bien nuestro trabajo, y esto nos impone hacer<br />
lo debido para unirnos con ellos. La sociedad<br />
socialista se compone principalmente de tres<br />
sectores: los obreros, los campesinos y los<br />
intelectuales. Intelectuales son aquellos que se<br />
dedican al trabajo mental; su actividad está al<br />
servicio del pueblo, o sea, al servicio de los obreros y<br />
campesinos. En lo que respecta a la mayoría de los<br />
intelectuales, pueden servir a la nueva China lo<br />
mismo que sirvieron a la vieja China, y servir al<br />
proletariado lo mismo que sirvieron a la burguesía.<br />
Cuando los intelectuales servían a la vieja China, el<br />
ala izquierda se resistía, el sector intermedio vacilaba<br />
y sólo el ala derecha permanecía firme. Ahora,<br />
cuando se trata de servir a la nueva sociedad, la<br />
situación se presenta a la inversa. El ala izquierda<br />
permanece Firme, el sector intermedio vacila (estas<br />
vacilaciones en la nueva sociedad no son las mismas<br />
que en el pasado) y el ala derecha se resiste. Los<br />
intelectuales son también educadores. Diariamente<br />
nuestros periódicos educan al pueblo. Nuestros<br />
escritores y artistas, científicos y técnicos, profesores<br />
y maestros, todos están enseñando a sus educandos,<br />
al pueblo. Como son educadores y maestros, antes<br />
que nada ellos mismos deben ser educados. Tanto<br />
más cuanto que el presente período es de grandes<br />
cambios en el sistema social. En los últimos años,<br />
ellos han recibido cierta educación marxista y<br />
algunos han estudiado con empeño y logrado<br />
notables progresos. Pero la mayoría está aún muy<br />
lejos de haber reemplazado totalmente su concepción<br />
burguesa del mundo por la proletaria. Algunos han<br />
leído unos cuantos libros marxistas y se creen muy<br />
doctos, pero como lo que han leído no les ha<br />
penetrado ni prendido en la mente, no saben<br />
utilizarlo y sus sentimientos de clase siguen como<br />
antes. Otros son muy engreídos y, habiendo leído<br />
algunas frases librescas, se consideran gran cosa y se<br />
hinchan de orgullo, pero cada vez que se levanta una<br />
tormenta asumen una posición muy diferente a la de<br />
los obreros y de la mayoría de las masas trabajadoras<br />
del campesinado. Vacilan mientras éstos permanecen<br />
firmes, se muestran equívocos mientras éstos son<br />
francos y directos. Por lo tanto, es erróneo suponer<br />
que el que educa no necesita a su vez recibir