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Obras escogidas [tomo 5] - Stolpkin

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RECHAZAR LA OFESIVA DE LOS DERECHISTAS BURGUESES.<br />

9 de julio de 1957.<br />

Discurso pronunciado por el camarada Mao Tse-tung en una conferencia de cuadros celebrada en Shanghai.<br />

En marzo pasado, pronuncié aquí un discurso ante<br />

cierto número de cuadros del Partido. Desde<br />

entonces han transcurrido cien días, lapso en el cual<br />

la situación ha experimentado cambios muy grandes.<br />

Hemos librado una batalla contra los derechistas<br />

burgueses y el pueblo ha elevado su conciencia<br />

política, la ha elevado en grado considerable. Todo<br />

eso ya lo preveíamos en aquel momento. Por<br />

ejemplo, dije entonces lo siguiente: Cuando los<br />

demás se ponen a criticarlo a uno o, expresado en<br />

otros términos, cuando el fuego empieza a quemarlo,<br />

¿cómo no va a sentir dolor? Pero es imperativo<br />

aguantar endureciendo el cuero cabelludo. Esta parte<br />

del hombre se llama cabeza, y la piel que la recubre,<br />

cuero cabelludo. Por aguantar endureciendo el cuero<br />

cabelludo se quiere decir: Cuando tú me criticas, yo<br />

te escucho con la piel tensa, escucho durante un<br />

tiempo y luego analizo tus críticas para responder<br />

aceptando lo correcto y rebatiendo lo erróneo.<br />

Debemos tener siempre la convicción de que,<br />

tanto en el mundo entero como en China, la mayoría<br />

de la gente es buena, y por mayoría no me refiero<br />

aquí a un 51 por ciento, sino a más del 90 por ciento.<br />

Entre los seiscientos millones de habitantes de<br />

China, los obreros y los campesinos constituyen<br />

nuestras masas básicas. Dentro del Partido<br />

Comunista, la Liga de la Juventud y los partidos<br />

democráticos, así como entre los estudiantes e<br />

intelectuales, invariablemente la mayoría de la gente<br />

es buena. Su corazón es bueno y honrado, no abriga<br />

astucia ni malas intenciones. Esto lo debemos<br />

reconocer, pues así ha quedado demostrado en todos<br />

y cada uno de los movimientos registrados hasta hoy.<br />

Veamos, por ejemplo, cómo es el caso de los<br />

estudiantes en el presente movimiento. Entre los más<br />

de siete mil estudiantes de la Universidad de Pekín,<br />

los derechistas sólo representan el 1, 2 ó 3 por<br />

ciento. ¿Quiénes conforman ese 1, 2 ó 3 por ciento?<br />

Los elementos vertebrales recalcitrantes, que andan<br />

siempre provocando disturbios y promoviendo<br />

desbarajustes de todos los diablos -ellos nunca han<br />

llegado a sesenta individuos, son menos del 1 por<br />

ciento-, y aquellos que los aplauden y respaldan, que<br />

constituyen el otro 1 ó 2 por ciento.<br />

No es fácil que uno se prenda fuego a sí mismo.<br />

He oído decir que algunos camaradas de esta ciudad<br />

se lamentan de que el fuego no haya ardido con más<br />

fuerza. A mi parecer, el fuego en Shanghái ardió<br />

bastante bien, aunque no fue del todo suficiente y no<br />

alcanzó a saciar las ganas. Si ustedes se hubieran<br />

imaginado lo estupenda que saldría la cosa, ¿no<br />

habrían dejado que el fuego ardiese a más y mejor?<br />

¡Que crezcan las hierbas venenosas y que los<br />

monstruos y demonios hagan su aparición en la<br />

escena! ¿Por qué tenerles miedo? Ya en marzo dije<br />

que no había por qué temerlos. Sin embargo, algunos<br />

camaradas de nuestro Partido tenían miedo a un gran<br />

caos bajo los cielos de China. Debo decir que estos<br />

camaradas, si bien devotos y leales a nuestro Partido<br />

y nuestro Estado, no supieron apreciar la situación en<br />

su conjunto, no alcanzaron a entender que la gran<br />

mayoría, esto es, más del 90 por ciento de la gente,<br />

es buena. No hay por qué temer a las masas, pues<br />

ellas están con nosotros. Es posible que nos regañen,<br />

pero nunca nos darán de trompadas. Los derechistas<br />

son un ínfimo puñado; en la Universidad de Pekín,<br />

corno acabo de decir, no representan más que el 1, 2<br />

ó 3 por ciento de la gente. Esto, por lo que respecta a<br />

los estudiantes. En cuanto a los catedráticos y<br />

profesores adjuntos, el caso es algo distinto, pues<br />

probablemente más o menos un 10 por ciento de<br />

ellos son derechistas. Los elementos de izquierda<br />

conforman otro 10 por ciento, aproximadamente.<br />

Estos dos sectores tienen, pues, fuerzas parejas. Los<br />

de centro, por su parte, constituyen algo así como el<br />

80 por ciento. Entonces, ¿qué había en eso de<br />

temible? Con todo, algunos camaradas sintieron<br />

cierto temor de que la casa se derrumbara y el cielo<br />

se desplomase. Desde que el mundo es mundo, sólo<br />

el "hombre de Chi temía el desplome del cielo" 1 ; era<br />

un fulano de la provincia de Jonán a quien<br />

atormentaba el miedo de que el cielo se viniese

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