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108<br />

presentarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la gente purque sus re­<br />

mordimientos le tenian en constante zozobra.<br />

Todo lo interpretaba mal. En un semblante se­<br />

rio leia el rencor, el que pasaba distraído y no<br />

le saludaba, era que le hacia un <strong>de</strong>sprecio, el<br />

que le saludaba afable, le tenia miedo y el que ¡<br />

se sonreía le hacia burla. Fatigado con esta in- ¡<br />

quietud solo anhelaba la muerte, pero no una<br />

al joven los ojos espantados, el cabello <strong>de</strong>scom­<br />

puesto y mas convulso que agitado el pecho. No<br />

sabemos todavía sí le inspiró horror ó compa­<br />

sión, <strong>de</strong>spachóle <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pensarlo bien, y<br />

alargando el tósigo fatal murmuró entre dien­<br />

tes : siempre es bueno obrar piadosamente.<br />

¡Adiós señor don Matias! dijo el tronera <strong>de</strong>spi­<br />

diéndose, y don Matias arrepentido <strong>de</strong> su bon­<br />

muerte vulgar y cobar<strong>de</strong>. El suicidio estaba muy ¡ dad al conocer la voz empezó á patear y tirarse<br />

gastado y <strong>de</strong>sacreditado , valia mas morir en un<br />

<strong>de</strong> los pelos.<br />

patíbulo. En el patíbulo perecían algunos hom- i Paso á paso camino <strong>de</strong>l canal se vé una pareja<br />

bres <strong>de</strong> bien, valia mas el suicidio. Uno ú otro i interesante que <strong>de</strong>scansa <strong>de</strong> vez en cuando y aun<br />

había <strong>de</strong> ser; y resuelto á ello empezó sus , así cree que Madrid y el canal han estrechado<br />

diligencias presentándose á la justicia. Los ¡ las distancias; tal será la conversación , el cari­<br />

magistrados temblaban á la presencia <strong>de</strong> aquel j ño . los sueños <strong>de</strong> ventura ó los recuerdos <strong>de</strong> do­<br />

monstruo, y en vez <strong>de</strong> pren<strong>de</strong>rle le daban pru- j lor que esciten aquella ansia <strong>de</strong> viaje.<br />

<strong>de</strong>ntísimos y loables consejos: ¿querrán uste<strong>de</strong>s j<br />

A pesar <strong>de</strong> todo yo le idolatro, dijo á su padre<br />

creer que no hubo un solo juez que se atreviera |<br />

la muchacha y los ojos <strong>de</strong> ambos se clavaron<br />

con el convicto y confeso criminal? Si hubiera j<br />

entre sí con espresion distinta. Hubiera don<br />

sido inocente y sin influjo <strong>de</strong> faldas ó pesetas, j<br />

Agapito acabado por pren<strong>de</strong>rla si por <strong>de</strong>masiado<br />

ya le ajustarían las cuentas. |<br />

próximos al puente que hay cerca <strong>de</strong> los moli­<br />

Desesperó don Félix, <strong>de</strong> morir en garrote, cu- ; nos no se lijaran los caminantes en una escena<br />

yo espectáculo tanto le enamoraba por el carác- trágica que borró todas sus impresiones pasater<br />

novelesco que él quería imprimirle. En pri- ; das.<br />

mor lugar pensaba matar al cura que se quedara Sobre la barandilla <strong>de</strong>l puente estaba un hom­<br />

con él en la capilla; en segundo lugar trataba j bre haciendo preparativos para el infierno. Pri­<br />

<strong>de</strong> hacer la tentativa <strong>de</strong> escaparse en el camino y j mero le vieron beber un líquido <strong>de</strong> mal color<br />

presentarse luego, solo porque hubiera alguna : que le hizo arrugar el gesto: luego se ató una<br />

corrida. Sentado en el tablado se le habría anlo- j soga al cuello con nudo corredizo y al otro es­<br />

jado regularmente almorzar bien para marchar j tremo había una piedra <strong>de</strong> dos arrobas cuyo pe­<br />

con fuerzas al otro mundo, hubiera echado un ! so le. iba á poner la garganta como un fi<strong>de</strong>o. Te­<br />

trago <strong>de</strong> lo <strong>de</strong> Val<strong>de</strong>peñas por dar un soplo si le- i nia en la mano una pistola cargada y estaba in­<br />

nia espuma y <strong>de</strong>cir como el otro : «fuera espuma clinado al rio para zambullirse en el agua en el<br />

que daña al hígado.» Y como esto no le fué posi­ momento <strong>de</strong> levantarse la tapa <strong>de</strong> los sesos. La<br />

ble, porque tuvo la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> que ninguna ¡ muerte no podía estar mas bien <strong>de</strong>safiada. Si es­<br />

autoridad atendiera á sus solicitu<strong>de</strong>s para entre- ; capaba <strong>de</strong>l veneno iba á morir <strong>de</strong>l tiro, si este<br />

gar su cuello al verdugo, resolvió suicidarse; , faltaba <strong>de</strong>bía perecer ahorcado, y últimamente<br />

pero <strong>de</strong> modo que fuera imposible la salva- [ <strong>de</strong> morir ahogado no podía librarse porque la<br />

cion.<br />

profundidad era inmensa y Crespo nadaba como<br />

Recordarán nuestros lectores aquel don Ma­<br />

un manojo <strong>de</strong> martillos.<br />

tías el boticario <strong>de</strong> los encerados <strong>de</strong> papel? Pues • Cuando el padre y la hija oyeron el tiro y<br />

otra vez va á habérselas con Crespo el d.csveniu- [ vieron caer al hombre rezaron por él un padre<br />

rado farmacéutico. Una mañana que el buen ¡ nuestro y se acercaron sin esperanza á socorrer­<br />

hombre se afanaba en sus ungüentos y sus ern- ' le. Nada se. divisaba en el agua enturbiada con<br />

plastos , se presentó un hombre á quien no co- i el golpe <strong>de</strong>l cuerpo, y solo cu la superficie ser­<br />

nocía con una receta, falsa tal vez, pero que por ! peaban las pompas y espumarajo que produce la<br />

la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> la lirma conocida le autorizaba ! respiración <strong>de</strong>l que se ahoga.<br />

para <strong>de</strong>spachar un veneno. Don alalias observó<br />

¡Válgame Dio? que trucha tan gran<strong>de</strong>! dijo

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