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colástica y dou Tritón , don Cosme y doña Poli-<br />

iiaria. Es eosa singular esto <strong>de</strong> los nombres; pa­<br />

rece que ellos marcan la edad <strong>de</strong> las personas,<br />

como si estas no se llamaran lo mismo á los<br />

ochenta años que el dia <strong>de</strong>l bateo, y sin embargo<br />

se ve por regla general que las muchachas tienen<br />

nombres bonitos y sencillos como Matil<strong>de</strong>s, Lui­<br />

sas, Josefas, Irenes etc., y las viejas casi todas<br />

se llaman Sinforosas, Estefanías, Atanasias, Ma­<br />

teas, Ciriacas ó Melitonas, y si son andaluzas<br />

nunca falta una doña Angustias, ni una doña Mi­<br />

lagro , ni una doña Consolación. Yo creo que esto<br />

consiste en que el gusto ha variado y que los<br />

nombres que hoy nos parecen feos, chocaban mas<br />

ala gente <strong>de</strong>l siglo pasado. ¿Quién sabe si se<br />

volverán las tornas y cuando las Pepitas y las<br />

Matil<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l dia sean nombre <strong>de</strong> viejas, volverán<br />

á estar en boga las Ciriaquitas, las Estefanitas y<br />

las Sínforianitas? Allá veremos si allá llegamos,<br />

y, mientras tanto notemos cuan satisfecho se ma­<br />

nifiesta un don Crisóstomo bailando rigodón y<br />

saliendo en la Pastorela con su Eduvigis á la <strong>de</strong>­<br />

recha y á la izquierda una doña Robustiana <strong>de</strong><br />

esas mofletudas señoras que abundan en todas<br />

las tertulias, y <strong>de</strong> las cuales parodiando el refrán<br />

«no hay función sin tarasca,» se pudiera <strong>de</strong>cir<br />

«no hay tertulia sin señora gorda.»<br />

Pero hete aquí que el <strong>de</strong>l solo colocado enfren­<br />

te <strong>de</strong> don Crisóstomo al tiempo <strong>de</strong> empezarle, se<br />

enreda los pies en una cuerda <strong>de</strong> retazos <strong>de</strong> cinta<br />

T <strong>de</strong> bramante con cada nudo tan gordo como los<br />

<strong>de</strong>l cordón franciscano; ¿qué sogajo es este?<br />

pregunta. A doña Robustiana la sálenlos colores<br />

<strong>de</strong> vergüenza; pero dice afectando serenidad<br />

yo no sé y á poco <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirlo tiene que largar­<br />

se al retrete con una media arrastrando, ¡Una<br />

liga <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>l en una señora llena <strong>de</strong> oropeles y<br />

perifollos! Este es otro <strong>de</strong> los contrastes empa­<br />

lagosos <strong>de</strong> la clase media. Las mozas <strong>de</strong>l Avapies<br />

ó no llevan liga <strong>de</strong> esparto, ó lo dicen, y si se<br />

ofrece se la atan en medio <strong>de</strong> la calle á la una <strong>de</strong>l<br />

dia.<br />

Mientras unos bailan, otros hablan, y este ra­<br />

to <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso que tiene el rigodón <strong>de</strong> vez en<br />

cuando, es una ocasión solemne para las con­<br />

quistas amorosas; ¡qué bien baila usted, fulaní-<br />

tal Usted ha sembrado en mi pecho el volcan <strong>de</strong><br />

las pasiones <strong>de</strong> un modo grato, psro irresistible,<br />

dulce pero <strong>de</strong>sgarrador. ¡Si usted correspondie­<br />

ra á mi cariño! — La chica si que correspon<strong>de</strong>,<br />

pero esto no se <strong>de</strong>be <strong>de</strong>cir la primera vez; lo mas<br />

que pue<strong>de</strong> avanzar es á <strong>de</strong>cir: ¡si eso se pudiera<br />

creer!...,. A todas dicen uste<strong>de</strong>s lo mismo.... en<br />

fin, consultaré con la almohada Y efectiva­<br />

mente, consultan con la almohada el modo <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cir que si. El amante para estrechar mas y mas<br />

y mas las relaciones, propone al acabar el rigo­<br />

dón una comida <strong>de</strong> campo, y al par <strong>de</strong> dias tie­<br />

ne usted á todos los contertulios comiendo como<br />

unos gañanes, bebiendo como unos coritos y<br />

brincando como unos corzos por esos trigos <strong>de</strong><br />

Dios.<br />

JUAN MARTÍNEZ VILLERGAS.<br />

LA RAZÓN DE UN DUELO.<br />

Con marcial <strong>de</strong>sembarazo<br />

ayer tar<strong>de</strong> en el paseo:<br />

don Juan y don Ama<strong>de</strong>o<br />

iban asidos <strong>de</strong>l brazo.<br />

Ambos con bigote y pera<br />

<strong>de</strong> románticos á guisa,<br />

se paseaban aprisa<br />

con aire <strong>de</strong> calavera;<br />

cuando al lado <strong>de</strong> una anciana<br />

y asida <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong> ella,<br />

vieron hermosa doncella<br />

que pasó <strong>de</strong> ellos cercana...<br />

—Qué hechicera!..'. Es una rosa!<br />

(dijo, á su amigo, don Juan)<br />

¿No visteis con'cuanto afán<br />

me ha mirado cariñosa?<br />

—No en verdad! (le, contestó<br />

don Ama<strong>de</strong>o,) Porque<br />

á mí solamente fué<br />

á quien la hermosa miró.<br />

—Os engañáis que fué á mil<br />

—Repito que no fué á vos!<br />

—Que sí, digo y... ¡vive Dios!...<br />

—No me habléis tan alto aquí!<br />

— Pues vamos don<strong>de</strong> gustéis I<br />

— Vamos don<strong>de</strong> vos queráis I<br />

—Armas? — Las que vos digáis!<br />

—Sitio? — El que vos aplaceisl

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