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420<br />

Quedó solo y escondido entre las colgaduras el<br />

caballero que acababan <strong>de</strong> introducir en la ha­<br />

bitación <strong>de</strong> su amada, y á poco rato se presentó<br />

esta vestida con la mayor elegancia, y se reclinó<br />

muellemente en un sofá, bien agena <strong>de</strong> que la<br />

estaban observando á dos pasos <strong>de</strong> distancia. Du­<br />

rante el curso <strong>de</strong> algunas horas oyó nuestro jo­<br />

ven los juramentos <strong>de</strong> amor mas. espresivos, y al<br />

dar las seis uno <strong>de</strong> los relojes <strong>de</strong> sobremesa, sa­<br />

lió con tiento <strong>de</strong> su escondite, y dando la vuelta<br />

por las habitaciones interiores se presentó á la<br />

bella Inós, que se a<strong>de</strong>lantó á recibirle con las<br />

mas vivas <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> cariño. Don Félix,<br />

no pudiendo reprimir el enojo que le tenia fuera<br />

<strong>de</strong> sí, murmuró entre dientes algunas palabras<br />

que escitaron la curiosidad <strong>de</strong> su amada. Gran­<br />

<strong>de</strong>s <strong>de</strong>bian ser los celos que afligían al enamora -<br />

do caballero, pues á las reiteradas preguntas que<br />

á cada paso se le dirigían con la mayor dulzura,<br />

solo contestaba apartando sus ardientes ojos <strong>de</strong><br />

los <strong>de</strong> aquella sirena encantadora. Preciso se­<br />

rá, si queremos saber si son fundadas sus que­<br />

jas, que le escuchemos con alguna atención.<br />

¿Y aun, Inés, me has preguntado<br />

que por qué estoy enojado ?<br />

¡Reniego <strong>de</strong> mi fortuna I<br />

Yo vi que el duque embozado<br />

entró en tu cuarto á la una.<br />

¿Por qué su mano agarraste<br />

con sonrisa seductora ?<br />

Inés, yo <strong>de</strong>bo olvidarte...<br />

A los pies <strong>de</strong> usted, señora.<br />

Mas no he <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> aquí<br />

sin <strong>de</strong>cirte; ¡ vive üiosl<br />

Inés, lo que pa<strong>de</strong>cí<br />

cuando observé <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí<br />

que entraba el con<strong>de</strong> á las dos.<br />

Yo clavaba en mi <strong>de</strong>specho<br />

las uñas en la pared,<br />

y... si él reina en ese pecho...<br />

señora, á los pies <strong>de</strong> usted.<br />

Pero ¿olvido en mi dolor<br />

que suspirando á tus pies,<br />

vi luego al señor marqués<br />

jurándote eterno amor<br />

al dar el reloj las tres?<br />

Y si esto he visto, traidora,<br />

¿por qué tu labio engañoso...<br />

separarnos es forzoso:<br />

á los píes <strong>de</strong> usted, señora.<br />

¿Porqué <strong>de</strong>tenerme así?<br />

¿Pensarás que aun te idolatro?<br />

No; ya reniego <strong>de</strong> tí.<br />

¡Ingrata 1 también te vi<br />

con el vizcon<strong>de</strong> á las cuatro.<br />

Y si te puedo juzgar<br />

presa en su amorosa red,<br />

¿qué mas <strong>de</strong>bo yo esperar?<br />

Señora, á los pies <strong>de</strong> usted.<br />

Suelta el brazo ¡voto á quién !<br />

porque <strong>de</strong> cólera brinco ;<br />

mas que justo es mi <strong>de</strong>s<strong>de</strong>n ,<br />

mira que te vi también<br />

con el barón ú las cinco;<br />

y, pues á usted la enamora<br />

uno á cada campanada,<br />

ya no <strong>de</strong>bo esperar nada:<br />

á los pies <strong>de</strong> usted, señora.<br />

Y apartándose Don Félix<br />

<strong>de</strong> su Doña Inés querida ;<br />

gime, y llora, y va bajando<br />

la escalera echando chispas,<br />

prorumpiendo en juramentos<br />

<strong>de</strong> no volver á subirlas.<br />

Pródigos en el jurar<br />

son los que <strong>de</strong> amor suspiran.<br />

El <strong>de</strong>monio, que anda siempre<br />

sediento <strong>de</strong> rebujinas,<br />

dispuso que un embozado<br />

<strong>de</strong> estremada gallardía<br />

subiese en el mismo instante<br />

las escaleras arriba.<br />

— Alguno <strong>de</strong> mis rivales;<br />

dice Don Félix con ira.<br />

Y <strong>de</strong> pronto:—¿Caballero?<br />

¡Eh! ¿Caballero? le grita.<br />

— ¡ Cómo! ¿qué es esto, Don Félix ?<br />

Dijo una voz conocida.<br />

— Señor Don Pedro ¿usté aquí?

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