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351<br />

ESPOSA. (Se acercaál pozo como 'apo<strong>de</strong>rada<br />

<strong>de</strong> un <strong>de</strong>lirio.) Madre mia!... Madre mía!... Ma­<br />

dre <strong>de</strong> mi alma!...<br />

ESPOSO. Has perdido el juicio?<br />

ESPOSA. Aquí estoy Respóndame nsted...<br />

ESPOSO. No comprendo una palabra! (Ofro<br />

quejido.)<br />

cos!<br />

ESPOSA. Oiste?... Es el alma <strong>de</strong> mi madre!<br />

ESPOSO. SU madre!... Pues estábamos fres­<br />

ESPOSA. (Cada vez mas exaltada.) No hay<br />

duda... Ella es! Ahora mismo á llamar al Cu­<br />

ra... Madre <strong>de</strong> mí corazón!... A <strong>de</strong>cirle todas las<br />

misas... Fui la hija mas Ingrata <strong>de</strong>l mundo!...<br />

Que se vendan lodos los collares... Entien<strong>de</strong>s?<br />

todos...<br />

ESPOSO. Pero, muger, no pue<strong>de</strong> seceso.<br />

ESPOSA. No te <strong>de</strong>tengas. Pronto, pronto... La<br />

pobre no estará en el cielo por falta <strong>de</strong> misas! Y<br />

no se las hemos dicho!<br />

ESPOSO. Quién había <strong>de</strong> pensar?<br />

ESPOSA. Corre... No te <strong>de</strong>tengas.<br />

ESPOSO. Y'oy al momento.<br />

ESPOSA. (Deteniéndole.) Pero no... no te va­<br />

yas por Dios... Me voy á morir <strong>de</strong> miedo! (Acer­<br />

cándose á la ventana y gritando con todas fuer­<br />

zas.) Vecinos!... vecinos!... Nadie respon<strong>de</strong>!...<br />

Vecinos! (Suena otro quejido.) Dios mió! Y qué<br />

penas está pasando ! Vecinos ! Por Jesucristo que<br />

venga alguno!...<br />

(Salen el alcal<strong>de</strong> y un corchete, dando un porra­<br />

zo en la puerta que <strong>de</strong>jan temblando á la po­<br />

bre muger. O somos ó no somos.)<br />

ALCALDE. Qué es esto, sciíores mios? A qué<br />

viene tanto alboroto? Todo el barrio se halla es­<br />

candalizado con sus gritos.<br />

ESPOSA. Oh señor alcal<strong>de</strong>!<br />

ALCALDE. Sí señores; es una vergüenza....<br />

ESPOSO. Soy muy <strong>de</strong>sgraciado!<br />

ALCALDE. Pero qué hay? Qué suce<strong>de</strong>? Esplí-<br />

quense uste<strong>de</strong>s con mil diablos.<br />

ESPOSO. Qué ha <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r? Que el alma <strong>de</strong><br />

ini suegra-se halla <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>esle pozol<br />

ALCALDE. Están uste<strong>de</strong>s locos! Cómo es po­<br />

sible!...<br />

ESPOSO. Vea usted !... Después que yo creía<br />

haber salido <strong>de</strong> trabajos , salir ahora...<br />

ALCALDE. NO puedo creerlo.<br />

•ESPOSA. Sí señor, yo misma la conozco por<br />

la voz. Ahora mismo estaba dando unos ayes<br />

que partían el corazón. A y madre <strong>de</strong> mis entra­<br />

ñas I (Ha vuelto la oración por pasiva, pero no<br />

es <strong>de</strong> estrañar; la pobre se hallaba en mal es­<br />

tado. )<br />

ALCALDE. ES una equivocación <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s.<br />

Los muertos nada tienen que buscar por acá.<br />

ESPOSA. ESO dicen los hereges, los que no<br />

creen en Dios. No lo du<strong>de</strong> usted, señor al­<br />

cal<strong>de</strong>.<br />

ALCAIDE. Tranquilícese usted, señora...<br />

ESPOSA. NO hay duda que vienen. Sí señor;<br />

el año pasado se murió el novio <strong>de</strong> una amiga<br />

mía . y porque ella no quiso perdonarle un abra­<br />

zo que le habia dado, no pudo el pobre entrar<br />

en los cielos, y todas las noches aparecía en la<br />

ventana dando unos suspiros... pero qué suspi­<br />

ros, señor alcal<strong>de</strong>, qué suspiros! Hasta que<br />

al lin le conoció , se hablaron, le perdonó y<br />

ALCALDE. ESOS son cuentos <strong>de</strong> viejas.<br />

ESPOSO. Bien se vé que usted no la conocía!<br />

Es capaz <strong>de</strong> abandonar la corte celestial, y mil<br />

cortes celestiales que hubiera, por venir á dar­<br />

me que hacer.<br />

E- POSA. Tú tienes la culpa por no haber<br />

pagado las misas que <strong>de</strong>jó mandado se le dije­<br />

sen.<br />

ESPOSO. Tienes razón; soy un torpe, un sal­<br />

vaje incapaz <strong>de</strong> sacramentos. Se la dirán cuan­<br />

tas quieras pero que se vaya, que se vaya al mo­<br />

mento.<br />

ALCALDE. Vamos daros. Desean uste<strong>de</strong>s bur­<br />

larse <strong>de</strong> mí? Hace que llegué un buen rato y no<br />

escuché todavía quejido alguno. O están uste<strong>de</strong>s<br />

locos ó.... (Apunta para una botella que quedó<br />

sobre la mesa.)<br />

ESPOSO. Que diga usted eso, señor alcal<strong>de</strong>,<br />

cuando todo el mundo sabe que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

muerta mi suegra, es esta la casa mas pacífica<br />

<strong>de</strong>l .barrio!<br />

voz?<br />

ALCALOE. Pero y la voz? A dón<strong>de</strong> está la<br />

ESPOSA. (Llamando á la boca <strong>de</strong>l pozo.) Ma­<br />

dre mia! (Suenan tres quejidos.) Y que no<br />

quieran creerme!<br />

AI.CAI.DE. (Acercándose.) Quién es? (Otro

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