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ABUSOS DE LA NARIZ.<br />

Hacia el comedio <strong>de</strong> la cara, un poco mas arri­<br />

ba <strong>de</strong> los bigotes; entre carrillo y carrillo, yá<br />

mitad <strong>de</strong> camino como vamos <strong>de</strong> oreja á oreja,<br />

plantó la mano <strong>de</strong>l Omnipotente una protube­<br />

rancia algo visible en los chatos y escesivamen-<br />

te notable en los que <strong>de</strong>searían serlo. En esta<br />

protuberancia encerró el órgano incomprensible<br />

<strong>de</strong>l olfato , cual centinela avanzada <strong>de</strong>l estóma­<br />

go y allí lo puso sobre la boca, para dar testi­<br />

monio <strong>de</strong> la bondad <strong>de</strong> las tajadas y tragos, y<br />

conce<strong>de</strong>r ó negar la entrada según traiga ó no<br />

cada manjar sus papeles en regla, á guisa <strong>de</strong> al­<br />

cal<strong>de</strong> <strong>de</strong> barrio ó <strong>de</strong> aduanero fronterizo. Pero<br />

así como la susodicha protuberancia recibió es­<br />

tos dos cometidos ú oficios que mo<strong>de</strong>rnamente<br />

llamaríamos misiones, quedó encargada también<br />

<strong>de</strong> servir <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagua<strong>de</strong>ro ó letrina <strong>de</strong> los ojos;<br />

porque escremento<strong>de</strong> los ojos es, lector candi­<br />

do, aquello que estrepitosamente estraes cada y<br />

cuando <strong>de</strong>sabrochas el pañezuelo y te tapas con<br />

ella cara. Por último, armó el Criador las en­<br />

tradas ó ventanas <strong>de</strong> la propia protuberancia con<br />

agudos y recios pelos, estacada dó no penetra el<br />

volador insecto que pretendiera acaso hacer el<br />

nido en aquellos cóncavos oscuros.<br />

Sí no miente mi fisiológica erudición, creo que<br />

á estas funciones y á la <strong>de</strong> prestar algún adorno<br />

al rostro está limitada la condición material<br />

y social <strong>de</strong>l bulto referido, que el vulgo conoce<br />

por el nombre pe<strong>de</strong>stre <strong>de</strong> nariz, y al cual no­<br />

sotros, la gente dé letras, -solemos aplicar la<br />

misma <strong>de</strong>nominación en plural, sea en el senti­<br />

do recto, ó sea en el figurado.<br />

Como el oficio principal <strong>de</strong> este órgano visible<br />

se egerce invisiblemente, por residir su busilis<br />

cu la parte interior,.no se ofrece obstáculo algu­<br />

no para que su forma esterlor varíe al infinito,<br />

según la habilidad ó el capricho <strong>de</strong> cada padre ó<br />

madre, ó según las caidas ó capirotazos que cada<br />

individuo vaya recogiendo por esos mundos <strong>de</strong><br />

Dios, que no le faltarán á poco que se <strong>de</strong>scui<strong>de</strong>.<br />

Por lo tanto, sin que <strong>de</strong> ello se resienta el órgano<br />

consabido, ni sufra <strong>de</strong>masiado, generalmente ha­<br />

blando, la armonía <strong>de</strong> las facciones humanas,<br />

encontramos á cada paso narices chatas como<br />

altramuces, agudas como epigrama <strong>de</strong> hambrien­<br />

to , remangadas como hábito <strong>de</strong> cocinero <strong>de</strong> frai­<br />

les (cuando los habia, se entien<strong>de</strong>, y tenían<br />

hábitos y cocina y qué cocinar), mangas como<br />

san Basilio, en diez-y-seis-avo como novela<br />

traducida, blancas como palomas, moradas co­<br />

mo el pendón <strong>de</strong> Castilla, y hasta pias como<br />

caballo <strong>de</strong> niño mimado. Otros articulistas <strong>de</strong><br />

narices, siguiéndola huella <strong>de</strong> nuestro inmor­<br />

tal Quevedo, han dicho ya cuanto cabe en pro­<br />

sa y verso acerca <strong>de</strong> estos varios acci<strong>de</strong>ntes na-<br />

rigales , escitando (esta era su piadosa inten­<br />

ción) la cólera <strong>de</strong> mas <strong>de</strong> diez atrabilarios, que<br />

en cada artículo <strong>de</strong> narices <strong>de</strong>voran una perso­<br />

nalidad, porque no son capaces <strong>de</strong> ver mas allá<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> alcanzan las suyas. Dejaré pues, como<br />

punto suficientemente discutido, esto <strong>de</strong> tama­<br />

ños y colores, y con permiso <strong>de</strong> los que puedan<br />

ofen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> mi atrevimiento, entraré en el<br />

campo todavía virgen <strong>de</strong> los abusos que con la<br />

nariz se cometen.<br />

Hay percances trasitivos, esto es, percances<br />

cuyo impulso nace <strong>de</strong> un individuo y refluye ne­<br />

cesariamente en otro individuo diverso, que­<br />

dando el primero libre é incólume y mas ó me­<br />

nos lastimado el segundo. Entran en este núme­<br />

ro aquellos que la torpeza la <strong>de</strong>pravada inten­<br />

ción y hasta el egoísmo están produciendo to­<br />

dos los dias. Y para que el lector poco avisado<br />

no se esté dando <strong>de</strong> calabazadas en val<strong>de</strong>, pon­<br />

dré algún ejemplo <strong>de</strong> estos tales abusos transi­<br />

tivos.<br />

Abusa <strong>de</strong> mas <strong>de</strong> cuatro narices, hiriéndolas<br />

mas ó menos mortalmente, la débil viejezuela<br />

que armada <strong>de</strong> un paraguas <strong>de</strong> cinco leguas <strong>de</strong><br />

diámetro cuyos bor<strong>de</strong>s y puntas andan constan­<br />

temente al exacto nivel <strong>de</strong> las narices propias <strong>de</strong><br />

las personas ni altas ni bajas, que son las mas,<br />

sin reparar los <strong>de</strong>strozos que va causando, sigue<br />

impávida su línea recta con una tenacidad que<br />

<strong>de</strong> heroica pudiera calificarse. Verdad es que no<br />

hay vieja que no se crea dueña <strong>de</strong> la acera y <strong>de</strong><br />

la calle, y que no <strong>de</strong>sprecie á los que pasan, á<br />

los que pasaron , á los que pasarán y á los que<br />

pue<strong>de</strong>n pasar.<br />

Abusa <strong>de</strong> ocho ú diez mil narices, según sea<br />

la concurrencia en el paseo, la elagante dami­<br />

sela que, por moda ó por necesidad <strong>de</strong> tapar al-

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