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laban todas unas tras otras <strong>de</strong>l modo que podían<br />

unos mal y otros bien, como en la actualidad que<br />

hay relojes á propósito para no saber jamás la<br />

hora que es) y el <strong>de</strong> la torre <strong>de</strong>l diablo en Que-<br />

béc apuntaba las 18, lo que <strong>de</strong>mostraba que el<br />

<strong>de</strong> la catedral <strong>de</strong> Carabanchel no corria tanto<br />

como el <strong>de</strong> Quebéc, cuando el trovador invisible<br />

aparece en el torrente <strong>de</strong> los Alamos, se arroja<br />

sobre la muger sin nombre, y le da un beso en<br />

cada codo, según costumbre <strong>de</strong> aquel siglo en<br />

que la mayor prueba <strong>de</strong> cariño era besarse los<br />

codos los amantes, y permanecer asidos recí­<br />

procamente <strong>de</strong> las orejas con ambas manos<br />

mientras hablaban. Acto continuo le dijo él<br />

á ella : «yo soy un recuerdo espantoso <strong>de</strong>l dilu­<br />

vio universal: ignoro quienes serán los que<br />

vengan á darme el ser, porque aun no he naci­<br />

do, pero será muy regular que me dé á luz una<br />

princesa que se llamará Margarita <strong>de</strong> Borgoña.<br />

Vengo <strong>de</strong> las tinieblas á cumplir mi <strong>de</strong>stino que<br />

es achicharrarte. (Entonces el amor se llamaba<br />

chicharrón, amar era achicharrar.) Si corres­<br />

pon<strong>de</strong>s al chicharrón que te profeso, prosiguió<br />

el invisible, veré colmada la dicha mas <strong>de</strong>sas­<br />

trosa que alcanzó la posteridad: si no me acki-<br />

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charras con todo el vital entusiasmo que me ani­<br />

quila, concé<strong>de</strong>me el favor <strong>de</strong> darme un fuerte so­<br />

plo por <strong>de</strong>trás, y me verás <strong>de</strong>saparecer éntrelas<br />

altas nubes que arrastran por las catacumbas.—<br />

Yo le adoro con la mas recóndita execración que<br />

te consagra mi alma, replicó la hermosa horri­<br />

ble, yo te achicharraba cuarenta y dos años an­<br />

tes <strong>de</strong> conocerte ; cuatro lustros antes <strong>de</strong> ver la<br />

luz pública; mas antes aun <strong>de</strong> tu venida al mun­<br />

do, te idolatraba en el resplandor oscuro do la<br />

nada, porque comprendí que tú habías do ser al­<br />

go ; que habías <strong>de</strong> ser el ser que activase la<br />

idolatría con que te abomino. —Y bien, muger;<br />

¿conoces la eternidad?—No: jamás estuve allá.<br />

—¿Por qué no has ido?—Porque no sé el cami-<br />

do. —Pero tu padre estará allá.—No. —¿ Qué ha­<br />

ce que no se muere?--No pue<strong>de</strong> morirse : no ha<br />

nacido : también mi padre es postumo.—Me lo<br />

habia pensado. —Pues entonces, sigúeme.<br />

Al pronunciar la joven estas palabras, un true­<br />

no espantoso que <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> oírse en todos los pun­<br />

tos <strong>de</strong>l globo y <strong>de</strong>l espacio retumbó con la mas<br />

dulcísima armonía en los anchos torreones <strong>de</strong> la<br />

inexpugnable ciuda<strong>de</strong>la <strong>de</strong> Albacete, al cual si­<br />

guió un relámpago oscuro que apagó todas las<br />

luces <strong>de</strong>l tealro <strong>de</strong>l Príncipe, acompañado <strong>de</strong> un<br />

eclipse <strong>de</strong> sol visible en el puerto <strong>de</strong> Almansa y<br />

en Miraflores <strong>de</strong> la Sierra que disolvió todo el re­<br />

quesón que estaban elaborando en aquella láctea<br />

comarca. La lluvia se <strong>de</strong>sprendía dé las nubes a<br />

cántaros, pero sin llegar á.tierra, <strong>de</strong> modo que<br />

los transeúntes veían llover sobre sus cúspi<strong>de</strong>s,<br />

y no se mojaban pizca ni media. Esto inundó <strong>de</strong><br />

horror <strong>de</strong>licioso á los habitantes <strong>de</strong> la Nueva Ce-<br />

landia, mientras los dos amantes atravesaron á<br />

pié en dos minutos y medio el mar glacial <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el cabo <strong>de</strong>l Norte en la Laponia, tocando parle<br />

<strong>de</strong>l mar <strong>de</strong> Karskoé, el <strong>de</strong> la América septentrio­<br />

nal, el <strong>de</strong> Penjinsk, el <strong>de</strong> Lama, el <strong>de</strong>l Japón<br />

por la manga <strong>de</strong> Tartaria y el mar <strong>de</strong> Jeso, el Jo-<br />

nio y el <strong>de</strong> la China, el gran<strong>de</strong> Occéano oriental,<br />

por el archipiélago <strong>de</strong> las islas Carolinas, y el <strong>de</strong><br />

Salomón, y el <strong>de</strong>l Espíritu Sanio, tocando parle<br />

<strong>de</strong>l mar equinoccial, atravesando bajo <strong>de</strong>l Capri­<br />

cornio y <strong>de</strong>l Trópico en el mar <strong>de</strong> las Indias, cos­<br />

ta <strong>de</strong> las islas <strong>de</strong> Madagascar y linca <strong>de</strong>l Ecua­<br />

dor, á entrar en el golfo arábigo, corriendo al<br />

trole por el mar Rojo y golfo pérsico , el mar Ne-

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