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pasemos á otras no menos estrafalarias que es­<br />

tas. ¡ Oh sombrero <strong>de</strong> tres candiles, que posas­<br />

te, cual mosca en calavera <strong>de</strong> calvo, en la em­<br />

polvada y enmelenada cabeza <strong>de</strong> Fernando VI!<br />

] Un rey, todo un REY con tres candiles en la<br />

cabeza!<br />

Gran Fe<strong>de</strong>rico, el Valiente,<br />

no contando veinte abriles,<br />

llevó su correspondiente<br />

sombrero <strong>de</strong> tres candiles.<br />

No <strong>de</strong>bo hablar mas <strong>de</strong> él, porque lo <strong>de</strong> tres<br />

candiles es suficiente para calificar <strong>de</strong> malo, no<br />

digo á un sombrero, sino á un hombre que ten­<br />

ga exactamente las tres virtu<strong>de</strong>s teologales, que<br />

son : fé , esperanza y caridad; es el símbolo <strong>de</strong><br />

hacer á tres palos; y el <strong>de</strong> soplar el aire por tres<br />

partes, es <strong>de</strong>cir, por norte, mediodía y saliente,<br />

que en ese caso es el hombre una torre <strong>de</strong> Santa<br />

Cruz con tres veletas.<br />

Y aunque es cosa algo alegórica<br />

lo que acabo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir,<br />

siempre es justo permitir<br />

una figura retórica.<br />

Los sombreros llamados <strong>de</strong> tres picos, ocupan<br />

en nuestra historia un lugar importante. Yo...<br />

casi me dan tentaciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlos. Su orí-<br />

gen, sin embargo, es sangriento, es revolucio­<br />

nario. Cansados los picos <strong>de</strong> estar orizontales , se<br />

pronunciaron contra sí mismos, que el pronun­<br />

ciarse contra sí mismo es el peor <strong>de</strong> los pronun­<br />

ciamientos. Hubo aquello <strong>de</strong> andar al morro que<br />

era una bendición <strong>de</strong> Dios, y el resultado <strong>de</strong> la<br />

refriega fué que salió vencedor el <strong>de</strong> mas fuerza<br />

cosa que suce<strong>de</strong> muy á menudo, quedando per­<br />

pendicular y alzando la cabeza al cielo como<br />

quien dice: «aquí estoy yo.» Los otros dospicos<br />

quedaron orizontales como antiguamente, y con<br />

la humillación <strong>de</strong>l que sale vencido, parece que<br />

están diciendo « perdón.» No puedo asegurar el<br />

dia <strong>de</strong> la batalla, conocida con el nombre <strong>de</strong> los<br />

picos; pero sí puedo <strong>de</strong>cir que sucedió mil años<br />

antes <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> nuestro señor Jesucristo;<br />

la hora permanece ignorada, pues todavía no se<br />

habían inventado los reloges.<br />

Hé aquí el origen <strong>de</strong> los sombreros <strong>de</strong> tres pi-<br />

389<br />

eos. Sombreros que pululaban por entre la sabi­<br />

duría en las universida<strong>de</strong>s, en don<strong>de</strong> eran el<br />

símbolo <strong>de</strong>l hambre. Yo saco <strong>de</strong> aquí una conse­<br />

cuencia un poco hambrienta: que los libros y<br />

las cucharas <strong>de</strong> palo han estado unidos siempre<br />

en este picaro mundo, luego hambre y sabidu­<br />

ría, sinónimos. Puluraron... hasta en la tauro­<br />

maquia | qué horror! un torero con sombrero <strong>de</strong><br />

tres picos, es lo mismo que un coracero con ena­<br />

guas. El ver en la plaza <strong>de</strong> toros <strong>de</strong> Madrid al tío<br />

Perico Romero (y no á don Pedro Romero) dar<br />

una limpia estocada á volapié, con un sombrero<br />

<strong>de</strong> tres picos encasquetado hasta los ojos, era el<br />

anacronismo mas atroz que han visto los nacidos<br />

i Qué cosas tenían nuestros abuelos! ¿Y dón<strong>de</strong><br />

me <strong>de</strong>jan uste<strong>de</strong>s<br />

ver á tantos muchachones<br />

que bien pobres ó bien ricos<br />

con sombreros <strong>de</strong> tres picos<br />

parecían ya ochentones?<br />

Los tales picos fueron ruines y miserables<br />

hasta en el número, eran tres solamente, no<br />

pudieron llegar á cuatro. Verdad es que los lle­<br />

varon Moratin , Melen<strong>de</strong>z, Floridablanca y otros<br />

muchos sabios, que , perdóneme su ausencia, á<br />

pesar <strong>de</strong> su sabiduría y su talento, eran ridícu­<br />

los y estravagantes.<br />

El capitán <strong>de</strong>l siglo, se me dirá, el gran<strong>de</strong><br />

NAPOLEÓN, el vencedor <strong>de</strong> Austerlitz y <strong>de</strong> Ma-<br />

rengo, llevó sombrero <strong>de</strong> tres picos. Cierto,<br />

certísimo, y á fé, á fé que no me <strong>de</strong>jarán men­<br />

tir las aleluyas. Pues á eso respondo yo mal imi­<br />

tando á Iglesias:<br />

¿No veis á Napoleón<br />

con la cara <strong>de</strong> guerrero?<br />

Pues con su rostro, sombrero,<br />

su carácter <strong>de</strong> león<br />

y sus sesos <strong>de</strong> elefante ,<br />

era un hombre estravagante.<br />

Basta <strong>de</strong> sombreros <strong>de</strong> tres picos; y vamos á<br />

otros que se pasan <strong>de</strong> chatos; mientras rezo á<br />

aquellos el siguiente<br />

EPITAFIO.<br />

Bajo esta losa se estén,<br />

requiescant in pace. Amen.

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