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se un programa, y se trató do llevarlo á efecto<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, siquiera para que no se pareciese á<br />

los programas ministeriales.<br />

Los gran<strong>de</strong>s actos, las gran<strong>de</strong>s fiestas, las<br />

gran<strong>de</strong>s revoluciones; en una palabra, todo lo<br />

que en este mundo es verda<strong>de</strong>ramente gran<strong>de</strong>,<br />

se insinúa con síntomas precursores, que son<br />

muy gran<strong>de</strong>s también. El interés que <strong>de</strong>be tener<br />

una legislatura se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong> antemano <strong>de</strong>l em­<br />

peño con que los ciudadanos se disputan la vic­<br />

toria en el campo electoral. El estrépito <strong>de</strong> los<br />

cañones señala la víspera <strong>de</strong> una gran batalla.<br />

Las colgaduras, los arcos triunfales, las fuen­<br />

tes <strong>de</strong> leche y <strong>de</strong> vino revelan con anticipación<br />

el día <strong>de</strong> una jura. La agilacion <strong>de</strong> las masas,<br />

la sonrisa <strong>de</strong> ¡os cesantes y la conducta ambi­<br />

gua <strong>de</strong> los empleados, que se, ponen al pairo<br />

mirando <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> viene el viento para hacer con<br />

acierto sus viradas, manifiestan que la atmósfe­<br />

ra está cargada , que se acerca un temporal po­<br />

lítico, que son <strong>de</strong> temer gran<strong>de</strong>s mudanzas. Así<br />

también los gran<strong>de</strong>s sucesos gastronómicos se<br />

dan á conocer el día <strong>de</strong> su víspera con síntomas<br />

inequívocos. Plaza Mayor, plaza <strong>de</strong> la Cebada,<br />

plaza <strong>de</strong> Santo Domingo, si ojos tuvieseis para ver<br />

y lengua tuvieseis para hablar, este pobre cro­<br />

nista os preguntaría qué es lo que visteis el dia 8<br />

á las once y á las doce <strong>de</strong> la mañana, á la una y<br />

á las dos <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, y me relevaríais, respon­<br />

diendo <strong>de</strong>! terrible castigo que por no haber sa­<br />

bido dirigir un arroz á la valenciana me ha im­<br />

puesto don Abundio, obligándome á <strong>de</strong>scribir<br />

<strong>de</strong>talladamente los acci<strong>de</strong>ntes do la gran<strong>de</strong> jor­<br />

nada, precursora <strong>de</strong> otra mas gran<strong>de</strong> todavía.<br />

Era en efecto una perspectiva sorpren<strong>de</strong>nte y do todos sus tendones. Necesario hubiera sido<br />

hasta cierto punto sublime y magestuosa la que para enternecerle, esponer su cadáver al con­<br />

ofrecían los hermanos risueños, recorriendo con tacto <strong>de</strong>l aire cinco ó seis días antes <strong>de</strong> man­<br />

lentitud y or<strong>de</strong>nadamente todos los mercados <strong>de</strong> darle a! homo, y <strong>de</strong> este modo los primeros pe­<br />

la corte, <strong>de</strong>spachos <strong>de</strong> vino y tiendas <strong>de</strong> comesríodos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scomposición hubieran relajado sus<br />

tibles, <strong>de</strong>teniéndose á cada paso ya <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> fibras tupidas y apretadas par la edad. Pero<br />

una lechuga, ya <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> un magnífico salchi­ la escasez <strong>de</strong>l tiempo no permitía emplear eschón<br />

ó, <strong>de</strong> un reverendísimo pavo. El objeto <strong>de</strong> te método bien conocido <strong>de</strong> todos los inicia­<br />

esta escursion fué bien pronto conocido <strong>de</strong> los dos cu el arte, y paso en un conflicto á los<br />

penetrantes ven<strong>de</strong>dores y reven<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> am­ noveles cocineros. Alentados, sin embargo, con<br />

bos sesos; pues no hubo verdulera ni ten<strong>de</strong>ro que el refrán que dice: en tiempo <strong>de</strong> hambre no<br />

no se pusiese <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la comitiva como una hay pan duro, y por otra parte persuadidos <strong>de</strong><br />

inaccesible barricada, impidiéndola seguir su ¡ que por duro que fuese el pavo, no lo sería tan­<br />

eursj vago é in<strong>de</strong>terminado, hasta haber cam- ' to como el esmalte <strong>de</strong> las <strong>de</strong>ntaduras que <strong>de</strong>bían<br />

299<br />

biado en dinero algunos <strong>de</strong> sus géneros penin­<br />

sulares ó ultramarinos. Don Abundio, aunque<br />

guardó una neutralidad absoluta, marchaba á la<br />

cabeza <strong>de</strong> sus discípulos, y una sonrisa <strong>de</strong> <strong>de</strong>s­<br />

precio que se <strong>de</strong>sprendía traidoramenle <strong>de</strong> sus<br />

labios, revelaba á menudo que se había equivo­<br />

cado en el concepto que se había formado <strong>de</strong><br />

algunos <strong>de</strong> sus alumnos. El señor Manini, gefe<br />

<strong>de</strong> otro <strong>de</strong> los primeros establecimientos tipo­<br />

gráficos <strong>de</strong> la corte , era el comprador, y se su­<br />

jetó estrictamente á las bases <strong>de</strong>l programa que<br />

tenia en sus manos el señor Ayguals (don Ser­<br />

gio), á quien se le nombró inten<strong>de</strong>nte en comi­<br />

sión, sin que hasta ahora nadie haya tenido mo­<br />

tivos <strong>de</strong> arrepentirse <strong>de</strong>l nombramiento.<br />

Hechas las provisiones , y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

ensayado la fuerza <strong>de</strong> sus mandíbulas y <strong>de</strong><br />

su estómago en un salchichón, pan y queso, y<br />

en una botella <strong>de</strong> vino seco <strong>de</strong> Jerez, los can-<br />

didalos precedidos <strong>de</strong> su maestro, y seguidos<br />

<strong>de</strong> una muger con un pavo y un asturiano con<br />

una canasta , se dirijieron á casa <strong>de</strong>l señor Ma­<br />

nini. don<strong>de</strong> por ser el punto mas céntrico se<br />

estableció el cuartel general. De allí <strong>de</strong>bia par­<br />

tir ¡a espedicion á las nueve <strong>de</strong>l dia siguiente. El<br />

pavo tenia mas años <strong>de</strong> los que la ley exijo para<br />

ser senador; y es seguro que como hubiese lle­<br />

gado á serlo, hubiera ocupado en las juntas pre­<br />

paratorias la silla <strong>de</strong> la presi<strong>de</strong>ncia. Era un pa­<br />

vo patriarca, el Adán <strong>de</strong> los pavos. Algunas<br />

investigaciones cronológicas nos hubieran ma­<br />

nifestado (al vez que era el mismo que Noé en­<br />

cerró en el arca para perpetuar la raza. Los años<br />

babian encallecido hasta sus músculos, y osifica

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