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184<br />

ro, la moral el dinero, la política el dinero, y<br />

hasla el honor es un sinónimo <strong>de</strong> dinero. Anti­<br />

guamente se revolucionaban los pueblos, en el<br />

dia se revoluciona el dinero. La aristocracia <strong>de</strong><br />

la sangre, la <strong>de</strong>l talento y otras aristrocrácias<br />

que caducaron, han <strong>de</strong>jado ancho campo don<strong>de</strong><br />

enseñorearse pueda el po<strong>de</strong>roso caballero don<br />

dinero. Para ser Senador es preciso tener cua­<br />

renta mil reales <strong>de</strong> renta, para escribir <strong>de</strong> políti­<br />

ca <strong>de</strong>positar cuarenta mil reales, para tener voto<br />

electoral pagar siete reales <strong>de</strong> habitación y tem­<br />

blando estoy el dia en que hasta el santiguarse<br />

un católico entre en las contribuciones <strong>de</strong> cuota<br />

lija. No es nuestro objeto mezclarnos en la polí­<br />

tica ; hemos citado estos ejemplos, no tanto por<br />

manifestar <strong>de</strong>fectos en la Constitución \ ¡gente,<br />

como para probar que en todo cuanto se ela­<br />

bora en el dia entra el metálico como ingredien­<br />

te indispensable, como po<strong>de</strong>roso y general ele­<br />

mento.<br />

Pero hay diferencia entre el dinero suelto j<br />

el dinero agarrado. No es lo mismo tener una<br />

onza, que tener diez y seis duros, y aunque pa­<br />

rece qo.e vale lo mismo porque según los lójicos,<br />

(.'OÍ cosas iguales ti «lia tercera son iguales en­<br />

tre si, y según los matemáticos el ur<strong>de</strong>n <strong>de</strong> fac­<br />

tores no altera el producto, y á pesar <strong>de</strong> que cu<br />

caso <strong>de</strong> duda cualquiera preferirla los Muchos<br />

'¡wcos á los pocos muchos, á imilacio.11 <strong>de</strong> aquel<br />

Señor <strong>de</strong> mil pueblos que renunció uno por ser<br />

Señor <strong>de</strong> novecientos noventa y nueve, que es<br />

menos y abulta mas, yo sin embargo estoy pol­<br />

la inversa y nada me importa no tener diez y<br />

scis duros con tal <strong>de</strong> tener una onza <strong>de</strong> oro.<br />

1<br />

Olra ventaja está en el laconismo con que se<br />

pue<strong>de</strong> espresar un ciudadano, como por ejem­<br />

plo, cualquiera dice: apuesto una onza ó si me<br />

costara una onza, y nadie dice apuesto diez v<br />

seis duros, ó baria una muerte si no me coslára<br />

mas que diez y seis duros.<br />

Otra ventaja es que para enseñar un hombre<br />

su dinero, pue<strong>de</strong> sacar con cualquier prelcslo<br />

una onza, pero seria una ridiculez para hacer<br />

alar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l dinero meter la mano en el bolsillo<br />

y sacar un puñado <strong>de</strong> duros. Luego, como el<br />

oro produce una sensación tan viva y tan agra­<br />

dable, y como no se sabe si al que al <strong>de</strong>scuido<br />

j enseña una onza le quedan mas, es muy fácil<br />

pasar por rico y esta es una fortuna poruo <strong>de</strong>cir<br />

un mayorazgo positivo.<br />

El que enseña una onza con el protesto <strong>de</strong> no<br />

cambiar, tiene <strong>de</strong>recho para pedir prestado a<br />

todo el mundo. A uno le dice: ¿tienes una pé­<br />

sela que me hace falta? por no cambiar esta on­<br />

za ;á otro: ¿me prestas un par <strong>de</strong> reales?<br />

V como un par <strong>de</strong> reales ó una peseta entre ca­<br />

balleros es cosa en que no se repara; la onza (ll­<br />

oro ha atraído con mágica virtud algunas canti­<br />

da<strong>de</strong>s que quedan á beneficio <strong>de</strong>l último posee­<br />

dor. Y como en una corle tiene uno tantos ami­<br />

gos y conocidos, resulla que pue<strong>de</strong> una onza <strong>de</strong><br />

uro redituar sin esposicíon ni cargas <strong>de</strong> ningu­<br />

na especie, tanto como una casa <strong>de</strong> cuatro pisos<br />

y doce balcones en la calle <strong>de</strong> Alcalá.<br />

Hay mas; vá usted con uua onza <strong>de</strong> oro a<br />

comprar zapatos, ó unos tirantes, ó un pañue­<br />

lo, ó una corbata. Para eso no <strong>de</strong>be entrar en los<br />

gran<strong>de</strong>s cumerciqs don<strong>de</strong> tienen cambio no ¿i:¿o<br />

En primer lugar una onza <strong>de</strong> oro como que yo <strong>de</strong> una onza sino <strong>de</strong> mil. El especulador <strong>de</strong> la<br />

solo es una onza, no pesa mas que una onza y onza <strong>de</strong>be elegir las tiendas <strong>de</strong> mala muerte,<br />

se pue<strong>de</strong> llevar sin incomodidad en el bolsillo. don<strong>de</strong> no tengan para cambiar un Napoleón. Es<br />

Lleve usted diez ; seis duros y verá que ligura claro que en cuanto vean echar una onza con ai-<br />

tan bonita presenta.. Si se lo pone cu el boUilio j rogancia banqueríl sobre el mostrador, tanto<br />

<strong>de</strong>l chaleco parecerá que tiene tetas poslizas; si | por ganar un parroquiano tan rico, como poí­<br />

en el <strong>de</strong>l pantalón, como estamos tan <strong>de</strong>smono pasar la plaza <strong>de</strong> pobres, han <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir:<br />

ralizadas se toma por cosa mala y si en los <strong>de</strong>l ¡Ave María! ¡cambiar una onza por diez ó doce<br />

frac no se pue<strong>de</strong> andar porque los faldones jue­ reales! vaya, vaya, ya volverá usted por ahí. Kl<br />

gan y las corbas pagan. Añadan uste<strong>de</strong>s á oslo<br />

el inconveniente <strong>de</strong>l ¡icso y la posibilidad <strong>de</strong> que<br />

1<br />

otro dice entre sí «ja- se ve que volvere<br />

las espaldas» .y contesta retirándose: «por aquí<br />

la tela se rompa y cada moneda se marche por i vendrá el lacayo con esos maravedises.» Pero la<br />

su lado, <strong>de</strong> modo que cuando alcance una le ha<br />

van los transeúntes birlado las <strong>de</strong>más.<br />

j venida <strong>de</strong>l lacayo tan esperada como la <strong>de</strong>l Me-<br />

I tías obliga á cantar en la tienda;

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