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zos le sangraron por el cuello. Tompson, al con­
trario, quiso que le sacasen una libra de sangre,
pero como para él una gota era nada, y si nada
era una, nada eran dos, y si nado eran dos, na­
da eran todas las que se necesitan para formar
una libra, acabó por no dejarse sangrar, y le su­
cedió lo que no podia dejar de sucederle. Las dos
esposas les sobrevivieron, y aunque nada de
ellas menta la crónica, puede asegurarse que
no sintieron mucho la muerte de sus maridos.
Después de Tompson y Kinster no se han co­
nocido otros hombres tan estravagantemente es-
travagantes, como no sea este cronista que con
tales estravagancias ha querido ocupar á sus lec­
tores, y el señor Ayguals de Izco que las ha da­
do cabida en la enciclopedia de estravagancias
que con tanto aplauso dirige. No ha de faltar
quien crea que Tompson y Kinster son dos per-
sonages engendrados en mi caletre, y que cuan­
to de ellos digo es una solemnísima mentira.
¿ Qué me imporfa? ¿Acaso los que escribimos en
LA RISA hemos hecho voto de decir siempre la
verdad? Lo que sentiría en el alma es que se
descolgase por ahí algún hombre pacato y escru­
puloso pidiéndome rectificaciones, como le ha
sucedido á Villergas con cierto cabildo que ase­
gura ser falso cuanto se dice en un artículo de
LA RISA con respecto á cierto arzobispo de San­
tander. ¿Pues qué? ¿ha creído alguno que la
verdad, que tan mal parada se encuentra en to­
das partes^ se ha refugiado en esta enciclopedia
de estravagancias? Quien tal crea por fuerza ha
de ser mas estravagante que Tompson, y Kins­
ter, y Villergas, y Ayguals, y yo, y toda esta es-
travagantísima enciclopedia.
EPIGRAMA.
Preguntóle a un sordo Aurora
con cierto interés y ahinco: —
«¿Está buena tu señora?»
A. RlBOT Y FONTSERÉ.
Y él, no oyendo mas que el... ora ,
dijo muy serio:—«las cinco.»
UNO QUE LO ESTÁ. (1)
(1) D. JoséBcrnat Baldoví.
( Nota de la Red.)
ENFERMEDAD DE DON ABUNDIO.
Sigue presentando síntomas alarmantes. El
último jueves (que fueron sus dias) quiso co­
merse un par de cochinillos con setas , y se le
indigestaron; pero, á merced de una lavativa de
ron con sublimado corrosivo, se puso bastante
aliviado. Ahora se le ha recetado una sangría en
cada ojo, y gárgaras de tinta: esperamos que es­
tos remedios surtan buen resultado.
LETRILLA.
¿Por qué la señora Brígida ,
tan melancólica y tétrica,
una oración al Santísimo
hace por la vez centésima,
si después del «Señor ¡ pésame!»
y su piedad evangélica,
por una canción erótica
comete una acción herética? —
Porque este mundo es hipócrita,
tirano, tonto y... etcétera.
Para un viejo sistemático
toda novedad es pésima ;
nunca están libres los jóvenes
de su oposición frenética.
Si uno es prudente ¡ qué rústico!
si uno es de bulla ¡ qué pécora 1
Cuando ve un drama en el Príncipe,
esclama afligido | oh témpora !
y sale haciendo, fanático ,
cruzes, calvarios... et cétera.
Hoy dicen que esta Península
rica está como la América ;
que eclipsa á Grecia en filósofos,
y al mundo en el arte bélica.
Mas yo replico á esta chachara,
que dicen no tiene réplica,
que esto es un reloj magnífico ,
pero que no tiene péndola;
aunque me llamen esceptico,
atroz, renegado... el cétera.