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y este chico es susceptible<br />

<strong>de</strong> alguna docilidad,<br />

al fin con tiempo y trabajo<br />

le conseguiré amansar.<br />

Las comedias <strong>de</strong> costumbres<br />

juzgué lo mas eficaz<br />

para ilustrar á este hombre<br />

que me hace <strong>de</strong>sesperar.<br />

Se anunció El sí <strong>de</strong> las niñas.<br />

pasmo <strong>de</strong> moralidad,<br />

y antes <strong>de</strong> ver la comedia<br />

ya la empezó á criticar.<br />

Pues cuando el cartel leyó<br />

dijo este hombre baladí •.<br />

poco el autor cabiló ;<br />

tiempo há que sabia yo<br />

que todas dicen que sí.<br />

Tiene tal penetración<br />

que siempre lo malo elijo;<br />

por los títulos colije<br />

si es buena ó mala función.<br />

Sin queme valiera escusa<br />

casi me llevó á empellones<br />

á diez representaciones<br />

<strong>de</strong> la fragata Medusa.<br />

Cualquiera le juzgaría<br />

criado en una colonia;<br />

yo creo que bailaría<br />

si anunciaran algún día<br />

El bruto <strong>de</strong> Babilonia.<br />

Con tan rudo proce<strong>de</strong>r<br />

cual se <strong>de</strong>be suponer,<br />

me dé algunas pesadumbres;<br />

mas yo insisto en que ha <strong>de</strong> ver<br />

las comedias <strong>de</strong> costumbres.<br />

Y <strong>de</strong> tal modo progresa<br />

viendo comedias Pascual,<br />

que hace siempre al natural<br />

El pelo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>hesa.<br />

En fin, es mi sobrino <strong>de</strong> lo que no hay en el<br />

mundo. El otro dia estaban riñendo dos gatos, y<br />

para que no me incomodara el ruido, abrió la<br />

primer puerta que encontró á mano y los zampó<br />

<strong>de</strong>ntro ; pero es el caso que la tal puerta era la<br />

<strong>de</strong> mi canariera. Ya pue<strong>de</strong> figurarse el mas topo,<br />

el estrago que harían dos gatos enfurecidos en­<br />

tre diez ó doce docenas <strong>de</strong> canarios. El <strong>de</strong>monio<br />

189<br />

le sugirió aquel pensamiento para que no queda­<br />

ran libres <strong>de</strong> sus manos mis pobres canarios en<br />

quien tengo puesto mi cariño. Estaba yo metido<br />

en el baño cuando<br />

;TÍO! ¡tio! entró diciendo<br />

en mi cuarto el mentecato.<br />

—¿Qué suce<strong>de</strong>? respondí.<br />

Di pronto, con dos mil santos.<br />

—Nada!; que estaban riñendo<br />

en esa pieza los gatos,<br />

y abrí aquella puertecita<br />

que se cierra con un clavo<br />

y los he metido arrastras<br />

para que...—¿Qué has hecho? i bárbaro!<br />

¡ Has <strong>de</strong> ser mi perdición I<br />

— Vaya con usted, ¡canario !<br />

— ¿Canarios? | maldito seas!<br />

Y me eché fuera <strong>de</strong>l baño<br />

con la cólera <strong>de</strong> un loco,<br />

con la rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l rayo.<br />

Desnudo <strong>de</strong> pié y <strong>de</strong> cuerpo<br />

con la sábana arrastrando,<br />

di á correr hacia el peligro<br />

echando temos y tacos.<br />

Apenas me vio salir,<br />

temiendo algún <strong>de</strong>sacato<br />

dio dos vueltas á la llave<br />

<strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> mi cuarto,<br />

y cortó mi retirada<br />

poniendo su cuerpo en salvo.<br />

Habría andado yo apenas ocho pasos, cuando<br />

me vi ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> señoras y caballeros que tapán­<br />

dose unas los ojos con las varillas <strong>de</strong> los abán­<br />

eos y soltando otros la carcajada, me recorda­<br />

ron el poco <strong>de</strong>coroso trage con que me presenta­<br />

ba á su vista. Para bajar al jardín tenia que<br />

atravesarse la pieza en don<strong>de</strong> estaba la canarie­<br />

ra, y mi muger llevaba á toda aquella caterva<br />

<strong>de</strong> personas á que gozaran un rato <strong>de</strong> los suaves<br />

perfumes <strong>de</strong> las flores.<br />

—¡Muger! ¡Señoras!! ¡Caballeros!!!... cscla-<br />

mé yo sorprendido.<br />

— Para servir á usted señor don Evaristo, me<br />

<strong>de</strong>cian los caballeros.<br />

— ¡Muger! repetía yo retrocediendo á mi cuar­<br />

to. ¡Ah! ¡Han cerrado la puerta! ¡Han encerra-

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