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D.» PAZ. Por dón<strong>de</strong> lias sabido los galanteos<br />

<strong>de</strong> don Crispin?<br />

PEPITA. Por él mismo: yo le estreché y él<br />

confesó. ¡<br />

D. 1<br />

PAZ. Sinceridad que le honra. j<br />

PEPITA. Si tiene unas estravagancias el santo<br />

varón Oiga usted las neceda<strong>de</strong>s que en- !<br />

sarta aquí. (Lee*) «Sí, Pepita hermosa, usted<br />

es el único bien <strong>de</strong> mi vida.» j<br />

D. A<br />

PAZ. ¿Es necedad eso? j<br />

PEPITA. ¡Válgame Dios! no lo digo por estas<br />

espresiones sí no por lo que sigue. (Continúa I<br />

leyendo.) «Yo no me atrevo á presentarme á us- ¡<br />

ted para saber mi sentencia <strong>de</strong> palabra, ó por<br />

escrito; y sin embargo, <strong>de</strong>searía salir al momento<br />

<strong>de</strong> tan penosa incerlidumbre. Usted 4 ¡<br />

eso <strong>de</strong> las doce acostumbra poner en el balcón |<br />

n su favorito el loro, y siempre le hace repetir j<br />

unas mismas palabras, entonces yo estaré en la !<br />

calle á esa hora; y si veo y oigo al ave que ha j<br />

<strong>de</strong> anunciar mi <strong>de</strong>stino, subo á postrarme á los 1<br />

nio , según he visto en todas las novelas <strong>de</strong> folletín,<br />

cae bajo el dominio tiránico y eselusivo<br />

<strong>de</strong> la fatalidad* Va ve usted lo que suce<strong>de</strong> con<br />

Marianita, la que está <strong>de</strong>positada en casa <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n<br />

superior. Era la muchacha mas obediente á<br />

sus padres: y <strong>de</strong> pronto se ha enamorado <strong>de</strong> su<br />

don Tomasilo, y ni consejos, ni lágrimas, ni<br />

amenazas, han podido quitarle el capricho <strong>de</strong> la<br />

cabeza. ¿ Qué es loque ha trocado á Marianita<br />

<strong>de</strong> dócil en terca? La fatalidad. Yo no soy capaz<br />

<strong>de</strong> hacer daño á nadie; yo sé que voy á dar á<br />

don Crispin una pesadumbre, que le pue<strong>de</strong> costar<br />

la vida, si no saco al balcón el loro: y ¿en<br />

qué consiste que me siento con ánimo para ello<br />

sin sentir el menor escrúpulo <strong>de</strong> conciencia? En<br />

la fatalidad; en que yo no he <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> ese.hom -<br />

bre. Crea usted mamá, que ni la pólvora , ni la<br />

imprenta, ni el dintro, ni aun la moda misma<br />

tienen la fuerza irresistible que el reciente in­<br />

pies <strong>de</strong> usted: si el balcón está <strong>de</strong>sierto, corro vento <strong>de</strong> la fatalidad.<br />

e.i <strong>de</strong>rechura á la casa <strong>de</strong> postas á tomar un<br />

carruage que me alego <strong>de</strong> Madrid para siem­<br />

pre. » — ¡ Ocurrencia mas ridicula!<br />

D. A<br />

PAZ. Las palabras á que alu<strong>de</strong> creo que<br />

serán las <strong>de</strong> ese estribillo que no se le cae <strong>de</strong>l<br />

pico al loro: «Dueño mió, ¿quién te quiere?<br />

yo, yo.»<br />

EL LORO. (Repitiendo.) Dueño mió, ¿quién<br />

te quiere ? yo, yo.<br />

PEPITA. Se abalanza á los postigos <strong>de</strong> los bal­<br />

cones y los cierra •precipitadamente, <strong>de</strong>jando la<br />

aala á oscuras y gritando al loro : «calla mal­<br />

dito , calla.<br />

HL LORO. Calla, calla:, ¿quién te quiere?<br />

yo, yo, yooooooo.<br />

D." PAZ. NO te asustes, muger, aun no son<br />

las once, y por consiguiente don Crispin no es-<br />

tara en la calle.<br />

p PITA. El reloj <strong>de</strong> los amantes siempre a<strong>de</strong>­<br />

lanta. Me <strong>de</strong>sesperaría si hubiese acudido al re­<br />

clamo.<br />

D." PAZ. ¿Con que <strong>de</strong>finitivamente, no quie- ¡<br />

res casarte con él?<br />

PEPITA. Definitivamente, mamá, Don Cris­<br />

pin es un buensugeto, pero no es lo que yo<br />

apetezco para marido. La que se case con él,<br />

tal vez será dichosa: pero ine temo que yo tal<br />

vez no lú'seria, porque eso <strong>de</strong> amor y matrimo­<br />

D.'PAZ. Basta, hija, basta, porque entre<br />

el número <strong>de</strong> las fatalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>be contarse la <strong>de</strong>.<br />

que no me bagan mella tus argumentos: pero<br />

yo me he propuesto casarte á tu gusto, [y así tu<br />

voto es inviolable. Abre esos balcones: yo llevo<br />

el loro al retrete.<br />

(Doña Paz coje y se lleva la jaula ; doña Pepita<br />

hace un mimo á su madre con la amabilidad<br />

propia <strong>de</strong> una niña que se sale con su gusto,<br />

abre los balcones, y luego se llega á la puerta<br />

<strong>de</strong>l gabinete y dice en voz baja): «Mariani­<br />

ta , ¿ pue<strong>de</strong>s oirme?»<br />

.MARIANA. (Que sale enjugándose los ojos.)<br />

aquí estoy: Pepita; ¿qué ocurre ?<br />

PEPITA. Parece que has llorado.<br />

MARIANA. ¡Soy tan <strong>de</strong>sgraciada!<br />

PEPITA. ¿NO vas á casarte con el hombre á<br />

quien amas? ¿ con el hombre que adora en tí?<br />

MARIANA. ¿Adorar? Catorce quimeras he­<br />

mos tenido ya en quince dias. Te aseguro que el<br />

tal don Tomás va sacando un geniecito Y<br />

luego, cuando una reflexiona sobre el porve­<br />

nir... Enemistada con mis padres, amenazada <strong>de</strong><br />

la miseria...<br />

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