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16<br />

El poeta, que encontró coyuntura para apo­<br />

yar la proposición <strong>de</strong> tan amable filósofa,<br />

dijo:<br />

— Yo estoy por el nombre <strong>de</strong> Constantino: su<br />

parle i<strong>de</strong>ológica es muy significativa, pues pa­<br />

rece queso <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> constancia y <strong>de</strong> constante,<br />

y esa es una gran recomendación para las damas:<br />

y la recomendación <strong>de</strong> las damas es una gran<br />

recomendación para el mundo, y una carta <strong>de</strong><br />

seguridad para hacer suerte. Luego <strong>de</strong>spués es<br />

un nombre muy amoroso y poético. Tiene unos<br />

consonantes <strong>de</strong>liciosos.<br />

Adorado Constantino<br />

á quien el alma rendí.<br />

Te amé <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que te vi<br />

así lo quiso el <strong>de</strong>stino.<br />

Tú eres el ángel divino<br />

que en el <strong>de</strong>sierto camino<br />

á don<strong>de</strong> Dios me arrojó,<br />

coii la luz me iluminó<br />

<strong>de</strong> su rostro peregrino.<br />

Y otros mil y mil consonantes que dañan gana á<br />

cualquiera poetisa <strong>de</strong> encapricharse <strong>de</strong> un hom­<br />

bre que se llamase así, solo por encontrar unos<br />

pies tan armoniosos, y que tanto se prestaban á<br />

su concepto.<br />

— Estoy yo pensando, esclamó Juan, si en lu­<br />

gar <strong>de</strong> tener ese nombre dé Constantino la o<strong>de</strong>a-<br />

logía ó como usted la llama) <strong>de</strong> Constancia, no<br />

la tendrá mejor <strong>de</strong> con-tal-tino; un hombre que<br />

lo hace todo con mucho pulso.<br />

— Está muy bien <strong>de</strong>scifrado, esclamó don<br />

Lino.<br />

— Calla, y don Lino es también consonante <strong>de</strong><br />

Constantino, este consonante, señor poeta, ya<br />

no es tan fino.<br />

— Y aun hay otros que lo son menos , señor<br />

don Casimiro, como tocino y pollino.<br />

— Es verdad.<br />

— Y á usted ¿qué le parece? me preguntó en­<br />

tonces la señora.<br />

—'Que es un nombre que pue<strong>de</strong> ponerse muy<br />

bien ; y que no me parecería tampoco mal apli­<br />

cable á una niña.<br />

vos.<br />

— Sí; pero para niñas los hay mas significati­<br />

— Convengo.<br />

— Para niña, Armida: no se cansen uste<strong>de</strong>s<br />

esclamó el petimetre.<br />

— A mí las mugeres, cuanto mas positivas<br />

mas me gustan :¡y me inconloda que aun en el<br />

nombre tengan nada <strong>de</strong> fantástico. El mas sen­<br />

cillo es el mejor. María, Cecilia... Yo estoy por<br />

estos, dijo el crítico.<br />

—Hombre, no, por Dios I Se me figuraría<br />

siempre que era una chanza. No estoy por las<br />

Marías, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se las llama Marujas y Mari­<br />

cas, lo primero, porque trascien<strong>de</strong> á bruja á<br />

cien leguas; y lo segundo, porque me recuer­<br />

da á esos pajarracos tan feos, y <strong>de</strong> un chillido<br />

tan agudo y fastidioso, que ya ya l<br />

— Yo he visto, esclamó don Lino, Cecilia la<br />

cieguecita; y el muchacho <strong>de</strong> la tienda está<br />

siempre <strong>de</strong>letreando un librito... María, ó la<br />

intlusera.<br />

— Para nombre <strong>de</strong> dramas, csclamó Juan,<br />

mas me agrada Rosmunda.<br />

— Que mal gusto tiene en todo, esclamó su<br />

esposa.<br />

— Ya se vé que sí, prosiguió el poeta. Vea us­<br />

ted que consonantes para su composición. «Ros­<br />

munda é inmunda.» Nada: yo estoy por Cristi­<br />

na ¡es tan bonito! Divina, fascina, peregri­<br />

na etc., etc. y que es muy célebre en la historia<br />

antigua.<br />

— También nombre <strong>de</strong> noveluchas, dijo don<br />

Lino.<br />

— Y a<strong>de</strong>mas, prosiguió el crítico, en la his­<br />

toria es célebre; pero lo es acaso por sus escán­<br />

dalos.<br />

— Y por sus virtu<strong>de</strong>s, y por ser protectora dé<br />

las artesl<br />

— Y asesinó á Monal<strong>de</strong>chi.<br />

— Y instituyó una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> caballeros.<br />

—Vamos, paz señores; <strong>de</strong>sechado el <strong>de</strong> Cris­<br />

tina, dijo Juan. Lo mejor será que no nos que­<br />

bremos los cascos, y qne se le ponga el <strong>de</strong>l santo<br />

<strong>de</strong>l dia en que nazca.<br />

—Seria un chasco, dijo el petimetre, que na­<br />

ciese el dia <strong>de</strong> mi vecino, y que hubiese que po­<br />

ner á la niña doña Homobona.<br />

— ¿Y Lucrecia?<br />

— Es un compromiso; porque si no sale muy<br />

casta y <strong>de</strong>svirtúa el nombre.

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