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<strong>de</strong>cia. A haber tenido yo el cargo <strong>de</strong> formar al<br />

hombre, otra cosa saliera por Dios; pero para<br />

que uste<strong>de</strong>s puedan saber lo que hubiera salido,<br />

necesario será que entremos <strong>de</strong> lleno en nuestro<br />

asunto notando las faltas é imperfecciones <strong>de</strong><br />

que hablo y que uste<strong>de</strong>s admirarán como otras<br />

tantas bellezas, ni mas ni menos que el autor <strong>de</strong>l<br />

Paraíso perdido.<br />

Ante todas cosas, yo hubiera formado al hom -<br />

bre con una costilla <strong>de</strong> mas , lo cual, sobre pre­<br />

sentar mayor igualdad y equilibrio en uno y otro<br />

lado, me hubiera ahorrado el trabajo <strong>de</strong> formar<br />

la muger con aquella malhadada costilla, y á la<br />

consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s <strong>de</strong>jo cuanto hubiera<br />

ganado el hombre á po<strong>de</strong>rse pasar sin muger.<br />

Vean, pues, uste<strong>de</strong>s ahí una falta cometida por<br />

la naturaleza, á no ser que en materia <strong>de</strong> costi­<br />

llas crean uste<strong>de</strong>s que las faltas son sobras, en<br />

cuyo caso no tengo inconveniente en convidar á<br />

uste<strong>de</strong>s á comer un plato <strong>de</strong> chuletas á cualquie­<br />

ra hora <strong>de</strong>l dia.<br />

En segundo lugar, yo hubiera criado al hom­<br />

bre con dos puertas <strong>de</strong> menos, con lo cual le hu­<br />

biera evitado la golosina que le entró por la una,<br />

y no hubiera tenido tampoco ocasión <strong>de</strong> <strong>de</strong>sman­<br />

darse por la otraj y si uste<strong>de</strong>s me arguyen aho­<br />

ra con que formado así el hombre no hubiera po­<br />

dido respirar, yo les respon<strong>de</strong>ré que ni lodo lo<br />

que se respira merece salir <strong>de</strong> allá a<strong>de</strong>ntro, ni<br />

todas las funciones que con las tales puertas se<br />

hacen, nos dan motivo para recordarlas <strong>de</strong> un<br />

modo satisfactorio. A<strong>de</strong>mas que para dotarle <strong>de</strong>l<br />

don <strong>de</strong> la respiración le hubiera puesto yo dos<br />

fuelles, uno <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> cada sobaco, y era nego­<br />

cio concluido. De todas maneras, y prescindien­<br />

do enteramente <strong>de</strong> la cuestión posterior, la sola<br />

necesidad <strong>de</strong> comer es ya una imperfección tan<br />

gran<strong>de</strong>, que casi todas las imperfecciones huma­<br />

nas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> ella, no siendo la menor la ne­<br />

cesidad <strong>de</strong> escribir algunos artículos <strong>de</strong> vez en<br />

cuando para satisfacer esa maldita propensión á<br />

comer, y así salen ellos.<br />

En tercer lugar, yo hallo mal la nariz don<strong>de</strong><br />

está, al menos existiendo el hombre en los tér­<br />

minos en que se halla formado. Vo se la hubiera<br />

puesto al lado <strong>de</strong> la otra puerta, y con eso cui­<br />

daría mejor <strong>de</strong>l modo y oportunidad con que po­<br />

ne en juego el segundo <strong>de</strong> sus órganos respira-<br />

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torios; y uo que abura comete setecientas barba­<br />

rida<strong>de</strong>s, porque como tiene la nariz tan lejos <strong>de</strong>l<br />

mal que hace á las <strong>de</strong> los otros, lo que menos<br />

tiene presente es la comodidad agena, y todo por<br />

carecer <strong>de</strong> un indicador que regule sus tacañe-<br />

rias. Fuera, pues, la nariz <strong>de</strong> la cara, y encajar­<br />

la en el polo antartico.<br />

¿ Y qué diremos <strong>de</strong> las pantorrillas? Qne es la<br />

mayor atrocidad tenerlas en don<strong>de</strong> se ven, por­<br />

que vamos á cuentas, señores: ¿hay golpe que<br />

duela mas que el que uno se da en la espinilla?<br />

Y todo por no tener la pantorrilla <strong>de</strong>lante, en cu­<br />

yo caso hallaría uno el consuelo <strong>de</strong> embolar e|<br />

golpe en aquella almohada, y esto no es indife­<br />

rente por Dios. Los perros en cambio casi siem­<br />

pre acometen por <strong>de</strong>trás, y vean uste<strong>de</strong>s una<br />

linda merienda par3 los muy atrevidos en las<br />

pobres y tristes pantorrillas. Encajóme pues la<br />

espinilla <strong>de</strong>trás, y que muerdan hueso y no car­<br />

ne. ¿Negarán uste<strong>de</strong>s ahora que la cosa se hizo<br />

al revés ?...<br />

Tampoco me hallo bien con el pelo <strong>de</strong> que lle­<br />

vamos cubierta la caneza, diga lo que quiera el<br />

autor que mas arriba nombré, sobre la cabellera<br />

<strong>de</strong> Adán. Yo hubiera formado esa cabeza tan lisa<br />

y pelada como un guijarro, yá buen seguro que<br />

entonces existiese un solo calvo en el mundo, ni<br />

se criasen en ella el alijo y aun algos <strong>de</strong> que ha­<br />

blaba el señor Sancho Panza con aquella gra­<br />

cia y socarronería que uste<strong>de</strong>s tendrán bien pre­<br />

sentes.<br />

Pues;.y qué diré <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos que la naturale­<br />

za nos puso en los pies, y que sin servir para<br />

maldita <strong>de</strong> Dios la cosa, lo único que producen<br />

es callos y otras pejigueras por el estilo? Pero<br />

uste<strong>de</strong>s dirán que quien los produce no es ella<br />

sino los malditos zapatos, á lo cual contestaré<br />

yo que estoy mal con las manos también: si la<br />

naturaleza no nos las hubiera dado, trabajo le<br />

mandaba yo al zapatero que quisiera calzarnos<br />

los pies. Mas ahora recuerdo que sin manos no<br />

me hubiera sido posible escribir el presente ar­<br />

cillo, y esta es una razón mas que suficiente<br />

para hallarme contento con ellas. Eso sin embar­<br />

go no me probará la utilidad <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos pe­<br />

<strong>de</strong>stres. La naturaleza podia habernos dotado <strong>de</strong><br />

un rasco, ni mas ni menos que al rucio <strong>de</strong>l que<br />

arriba menté poco ha. De este modo hubiéramos

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