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348<br />

un divieso muy malo ó un constipado peor es -<br />

clamamos: qué buen constipado tengo! qué<br />

buen divieso me ha salido en tal parte ! Así co­<br />

mo cuando á uno le han herido bien ó le han<br />

metido en un calabozo don<strong>de</strong> está tan bien pre­<br />

so que no pue<strong>de</strong> escapar <strong>de</strong>cimos : «Fulano está<br />

muy mal preso; Mengano está muy mal he.<br />

rido.»<br />

Por si mis lectores ignoran el origen <strong>de</strong>l di­<br />

cho vulgar: «ahí me las <strong>de</strong>n todas» voy á cspli-<br />

carle tal como me lo hicieron tragar. Cuéntase<br />

que hubo un corregidor en una villa. Cuéntase<br />

que este correjidor tenia un alguacil muy tonto.<br />

Cuéntase que hubo en el pueblo una riña. Cuén­<br />

tase que el alguacil mandado por el correjidor<br />

fué á poner en paz á los combatientes. Cuénta­<br />

se que estos en lugar <strong>de</strong> respetar al alguacil, le<br />

arrearon cuatro bofetones y le echaron <strong>de</strong> allí<br />

con cajas <strong>de</strong>stempladas. Y cuéntase que el al­<br />

guacil volvió al correjidor, mediando entre los<br />

dos el siguiente diálogo.<br />

—Señor correjidor, cnando yo voy á una parte<br />

á nombre <strong>de</strong> usía, no represento á usía?<br />

— Sí hombre, sí.<br />

— Y cuando represento á usía, no soy la mis­<br />

ma persona <strong>de</strong> usía ?<br />

— Sí hombre, sí.<br />

—Y si mí persona es la persona <strong>de</strong> usía, mi<br />

cara no es también la <strong>de</strong> usía?<br />

— Sí hombre, sí.<br />

—Y cuando pegan una bofetada en esta cara,<br />

no es pegarla en la cara <strong>de</strong> usía ?<br />

—Sí hombre, sí; pero don<strong>de</strong> vas á parar?<br />

— Señor, á que los <strong>de</strong> la riña me han dado<br />

cuatro bofetadas en esta cara, que es la cara <strong>de</strong><br />

usía, y por consiguiente usía ha sufrido tam­<br />

bién las bofetadas.<br />

Entonces el correjidor con toda la formalidad<br />

que uste<strong>de</strong>s pue<strong>de</strong>n figurarse dijo: ahí me las<br />

<strong>de</strong>n todas.<br />

Esplicaré también el dicho vulgar: «lo dicho<br />

dicho y la jaca á la puerta.» Dícese que andaba<br />

un rey cazando, vestido <strong>de</strong> cazador. Dírcsc que,<br />

le encontró un sugeto que venia á preten<strong>de</strong>r.<br />

Dícese que hablando con el rey incógnito , que<br />

entonces era un simple cazador, este le dio po­<br />

cas esperanzas en el negocio. Dícese que el pre­<br />

tendiente aseguró al cazador, que si el rey no le<br />

hacia justicia le llamaría rey injusto, rey impío<br />

y otros insultos semejantes. Y dícese que al dia<br />

siguiente tenían el pretendiente y el rey estotro<br />

diálogo.<br />

—Señor, yo vengo á pedir justicia.<br />

— Y si yo no quiero hacer justicia?<br />

— Yo no puedo creer que V. M. tan benigno<br />

como es, <strong>de</strong>je <strong>de</strong> hacer justicia.<br />

— Pero y si se me antoja no hacer justicia.<br />

—Y. M. el mas justo <strong>de</strong> los reyes no pue<strong>de</strong><br />

menos <strong>de</strong> hacer justicia.<br />

— Bien hombre; pero suponte tú que yo no<br />

quiero hacer justicia.<br />

El cazador se le quedó mirando y conociendo<br />

que el que le hablaba era el cazador <strong>de</strong>l dia an­<br />

tes, le aplicó la boca al oido y le dijo : Señor,<br />

lo dicho dicho. Sí? Contestó el rey; pues mira,<br />

la jaca tienes á la puerta, ya estás aquí <strong>de</strong>más,<br />

Y el vulgo que tuvo noticia <strong>de</strong>l suceso, dijo <strong>de</strong>s­<br />

<strong>de</strong> entonces en lances parecidos : «Lo dicho di­<br />

cho, y la jaca á la puerta.»<br />

Y esplicaré por fin las indirectas <strong>de</strong>l P. Cobos,<br />

aunque esta es <strong>de</strong> aquellas cosas que por sabi­<br />

das se callan.<br />

Había un padre guardián, no sé don<strong>de</strong>, que<br />

como todos, se tomaba unas jicaras <strong>de</strong> chocolate<br />

<strong>de</strong> padre y muy señor mío. L'n amigóte <strong>de</strong>l fraile,<br />

aficionado al chocolate dio en visitarle á menudo<br />

y siempre á la hora en que tomaba su paterni­<br />

dad el chocolate, el cual padre era tan fino, que<br />

siempre mandaba hacer otra jicara para el ami­<br />

go. Pero como el amigo estuvo abusando <strong>de</strong> la<br />

bondad <strong>de</strong>l padre dias y mas dias, hubo este <strong>de</strong><br />

quejarse <strong>de</strong>l amigo pegoton á lo cual contestó<br />

el lego que quedaba <strong>de</strong> su cuenta echarle una<br />

indírectilla para hacerle per<strong>de</strong>r la costumbre.<br />

Convino el padre guardián, y notó que el amigo<br />

no volvió por el convento, y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> saber<br />

la indirecta <strong>de</strong>l lego, que se llamaba el P. Co­<br />

bos, le, preguntó al cabo <strong>de</strong> quince dias. qué<br />

había dicho á su amigo que no había vuelto ni<br />

aun á visilarle. Una indirecta le contestó el<br />

padre Cobos; le dije, mire usted señor don Fu­<br />

lano, no sea usted bárbaro y vayase á su casa<br />

á tomar el chocolate ; porque el padre guardián<br />

dice que es usted un glotón salvaje, y cada vez<br />

que usted viene le hace una gracia como si le<br />

rallaran las tripas.

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