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albii de

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esolví tocar tabletas,<br />

pasando <strong>de</strong> cuatro brincos<br />

<strong>de</strong> la sala á la escalera.<br />

Aunque me miré en la calle<br />

libre <strong>de</strong> aquella tormenta,<br />

crei que los latigazos<br />

sonaban en mis orejas.<br />

Volví los ojos atónitos:<br />

¡ah! esclamé, feliz i<strong>de</strong>a!<br />

151 ómnibus ¡santo Dios!<br />

El ómnibus que se acerca.<br />

— ¡Hé! ¡lié! que voy á subir.<br />

—Suba usted. —Una advertencia.<br />

—Diga usted, y vamos pronto,<br />

que hay gente que tiene priesa.<br />

—Pues, cabalmente, yo quiero<br />

partir como una centella,<br />

pero, si ve usted venir<br />

cuatro embozados, alerta,<br />

porque atontan contra el ómnibus.<br />

— ¡Cómo! — Le echarán á tierra.<br />

— Y por qué ese <strong>de</strong>sacato?<br />

—Porque es invención inglesa...<br />

Y, no hablemos mas, cochero,<br />

vamos, vamos, que.se acercan.<br />

— Pero, ¿y usted cómo viene?...<br />

— ¡Cómo que soy <strong>de</strong> la empresaf<br />

—Perdone usted caballero.<br />

¡Mayorala! ¡ Coronela!<br />

— ¡Cochero! aguár<strong>de</strong>se usted...<br />

— ¡Cochero! — ¡Santa Teresa!<br />

esclamaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro<br />

dando voces <strong>de</strong>scompuestas.<br />

— ¿Qué se ofrece?—¿Qué se ofrece?<br />

que usted falta á la promesa ,<br />

que tengo ya ü mi muger<br />

sin aliento, medio muerta.<br />

Mañana hace nueve meses<br />

que su mano... — ¡Coronela!<br />

—Asesino , calle usted.<br />

Ven , ven , bajemos, Quiteria.<br />

— ¡Qué no hay tiempo!—¿Qué no hay tiempo?<br />

Pues, si llega á nacer muerta<br />

la... — ¡Gallarda! — ¡San Ramón !<br />

¿Lo vé usted, como se queja?<br />

— Pero — No hay pero que valga.<br />

Sujete usted esa rienda,<br />

porque quiere mi muger<br />

salir <strong>de</strong> esta gazapera.<br />

— ¿Pues no era antojo el entrar?<br />

— Ahora lo es echarse fuera.<br />

•—¡Qué <strong>de</strong>monio <strong>de</strong> mugeres!<br />

— ¡ Si usté estuviera como ella!...<br />

Pero otro poco, otro poco:<br />

ya estoy cu la portezuela.<br />

— ¡He! cochero ¡ voto va!<br />

Por aquel lado se acercan.<br />

¡Somos perdidos! — ¡ Perdidos !<br />

—Han cortado ya las riendas.<br />

— ¿Qué haré, señor empresario?<br />

— ¿Qué harás? tocar la trompeta.<br />

— Pero ¿qué toque? — A <strong>de</strong>güello,<br />

y que se salve el que pueda.<br />

117<br />

Dicho y hecho, el cochero que <strong>de</strong>bia haber<br />

servido <strong>de</strong> trompeta en algún regimiento, em­<br />

pezó á tocar á <strong>de</strong>güello á las mil maravillas; pe­<br />

ro mis perseguidores que vieron frustrado su in­<br />

tento si proseguía tocando, asestaron tan fuerte<br />

palo al instrumento que fué á parar á veinte pa­<br />

sos <strong>de</strong>l sitio <strong>de</strong> la acción. La embarazada, te­<br />

miendo sin duda que echaran al coche alguna<br />

camisa embreada, se arrojó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la portezuela<br />

y fué rodando por el suelo, al arrullo <strong>de</strong> las car­<br />

cajadas <strong>de</strong> los unos y <strong>de</strong> los gritos y los saltos <strong>de</strong><br />

los otros. Procuraban todos evadirse <strong>de</strong> aquel di­<br />

luvio <strong>de</strong> porrazos improvisados á la débil clari­<br />

dad <strong>de</strong> la luna. —¡Este es! — ¡Firme! —¡Ay!<br />

— ¡ Ah ! pues no es! Y siempre reconocían su er­<br />

ror <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>scargado el golpe sobre<br />

alguno.<br />

Estaba yo contemplando aquella escena <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

a<strong>de</strong>ntro, pero temiendo que me sacasen arras­<br />

trando me resolví á tirarme <strong>de</strong>l coche y á pasar<br />

por aquella carrera <strong>de</strong> vaquetas. Efectivamente,<br />

sallé en medio <strong>de</strong> la calle y si bien me alcanza­<br />

ron algunos latigazos, á poco rato estaba ya me­<br />

tido en mi casa y meditando una venganza, que<br />

todavía no he llevado á efecto, pero que estoy<br />

resuelto á consumaren la primera ocasión favo­<br />

rable.<br />

Y pues que me da usted prisa,<br />

he salido ya <strong>de</strong>l paso ;<br />

mas, no dudo que este caso<br />

ha <strong>de</strong> promover á risa.<br />

Y no porque sea bueno

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