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y es tal su fuego<br />

que temo si me miras<br />

quedarme ciego.<br />

Aquí el trobador llegaba,<br />

y aun prosiguiera tenaz<br />

á no sentir cierto ruido<br />

en las ventanas sonar.<br />

Calló, y alzando los ojos<br />

en busca <strong>de</strong> su beldad,<br />

vio con ansia un bulto blanco<br />

al viento bambolear,<br />

y esclamó lleno <strong>de</strong> gozo<br />

¡ bien vengas, felicidad !<br />

Entonces sobre su rostro,<br />

con ruido <strong>de</strong> Barrabás<br />

sintió un turbión estrellarse ,<br />

y atónito oyó gritar<br />

una voz allá en lo alto<br />

al mismo tiempo... ¡agua vá!<br />

Y viéndose el cuitado<br />

bautizado en tal guisa y <strong>de</strong> tal arte,<br />

<strong>de</strong> su pasión volcánica curado<br />

se marchó con la música á otra parte.<br />

GERÓNIMO MORAN.<br />

DISTRACCIONES DE D. ANACLETO.<br />

Don Anacleto está empleado en la aduana.<br />

Tiene la costumbre <strong>de</strong> <strong>de</strong>sayunarse con una ta­<br />

za <strong>de</strong> té con leche, que al ir á la oficina , toma<br />

en el café nuevo. Suele con frecuencia meterse<br />

en cierta botica que hay inmediata al café, y<br />

dando un par <strong>de</strong> palmadas en el mostrador, gri­<br />

ta muy serio : «mozo una taza <strong>de</strong> té.» Sale el<br />

boticario, y reconociendo don Anacleto su equi­<br />

vocación, le pi<strong>de</strong> mil perdones, olvida su <strong>de</strong>sa­<br />

yuno y se dirige precipitadamente á la oficina.<br />

Allí encuentra á su gefe, y ciego <strong>de</strong> cólera, le<br />

toma por el criado y le reconviene agriamente<br />

porque todavía no ha arreglado el brasero. Lo<br />

mas particular es que esto acontece en el mes<br />

<strong>de</strong> julio. En cambio entra en el <strong>de</strong>spacho un<br />

mozo <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>l, y haciéndole don Anacleto mil<br />

eortesías,le presenta varios documentos pora<br />

firmar.<br />

467<br />

Rara vez <strong>de</strong>ja don Anacleto <strong>de</strong> llevar su plu­<br />

ma á mojarla en la salba<strong>de</strong>ra, cuando escribe,<br />

y al concluir algún estado, carta ó factura que<br />

le ha costado algunas horas <strong>de</strong> ímprobo trabajo,<br />

coge muy satisfecho <strong>de</strong> su obra el tintero, y<br />

<strong>de</strong>rrama sobre ella la tinta creyendo ponerle<br />

arena. Hay pues que empezar la tarea <strong>de</strong> nuevo,<br />

y como don Anacleto es corto <strong>de</strong> vista, nada pue­<br />

<strong>de</strong> escribir sin antiparras. Las busca por todos<br />

lados, y las benditas <strong>de</strong> Dios no parecen. Se ar­<br />

rodilla y revuelca por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la mesa moján­<br />

dose las manos en ciertas cosas que relucen co­<br />

mo los cristales <strong>de</strong> sus anteojos; pero estos no<br />

parecen, y el bueno <strong>de</strong> don Anacleto se <strong>de</strong>sazo­<br />

na hasta el punto <strong>de</strong> saltársele las lágrimas <strong>de</strong><br />

rabia. Entonces para enjugarlas lleva una <strong>de</strong> sus<br />

manos á los ojos y tropieza con las benditas an­<br />

tiparras que creia perdidas y ha tenido imper­<br />

térritas en sus narices.<br />

El es <strong>de</strong> quien se cuenta que encontrándose<br />

un dia con uno <strong>de</strong> sus mas íntimos amigos, le di­<br />

jo: «señorita, con que su mamá <strong>de</strong> usted sigue<br />

difunta?» Y una vez que otro <strong>de</strong> sus amigos le<br />

notició la muerte <strong>de</strong> un pariente, contestó muy<br />

tranquilo : «Bahl yo espero que su enfermedad<br />

no será cosa <strong>de</strong> cuidado.»<br />

Cuando anda por la calle, empieza su conver­<br />

sación con un amigo, y á lo mejor se junta con<br />

otra persona siguiendo la misma conversación;<br />

si esta persona le hace reparar en su distracción,<br />

suelta don Anacleto gran<strong>de</strong>s carcajadas, retroce­<br />

<strong>de</strong> algunos pasos y coge <strong>de</strong>l brazo á un caballero<br />

que juzga es su primer compañero. Empieza á<br />

censurar la conducta <strong>de</strong> cierto don Bonifacio su<br />

vecino, y á <strong>de</strong>cir pestes <strong>de</strong>l modo que se <strong>de</strong>ja<br />

gobernar por su muger, hasta que la cólera <strong>de</strong>l<br />

agraviado que suele insinuarse con algún bofe­<br />

tón ó puñetazo asaz elocuente, hace ver á nues­<br />

tro distraído que estaba hablando con el mismo<br />

don Bonifacio.<br />

Mi señor don Anacleto es aficionadísimo á los<br />

huevos pasados por agua : no cena otra cosa. Sa­<br />

be que, por regla general esperimentada por los<br />

mas hábiles cocineros, bastan cuatro minutos <strong>de</strong><br />

submersion para que el huevo cocido tenga su<br />

verda<strong>de</strong>ro punto. Pone mi héroe su cafetero en<br />

la lumbre, y cuando hierve el agua coge con<br />

una mano su reloj y con la otra un huevo ; pe--

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