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164<br />

los métodos curativos lo que, con los melones y<br />

con las muyeres. Un barbero curó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Billes-<br />

cas á una señora que se bailaba en París <strong>de</strong>sau-<br />

ciada va<strong>de</strong> todo el protomedieato, sin examinar<br />

siquiera los síntomas para diagnosticar la enfer­<br />

medad. La <strong>de</strong> que adolecía la paciente, según<br />

dictamen <strong>de</strong> todos los facultativos inclusos los<br />

<strong>de</strong> cámara , era una hidropesía esencial, y el bar­<br />

bero la curó radicalmente prescribiéndola un<br />

compuesto que no sabia <strong>de</strong> que simples se com­<br />

ponía, pero que le había empleado con buen éxi­<br />

to contra los dolores <strong>de</strong> muelas. Cuantos médi­<br />

cos me han nido referir este caso, han afectado<br />

no darle, crédito, pero los <strong>de</strong> París, que. fueron<br />

testigos oculares <strong>de</strong>l hecho, han preferido á con­<br />

fesar su ignorancia , <strong>de</strong>cir que nada tiene <strong>de</strong> par­<br />

ticular , atendidas las simpatías que estableció la<br />

naturaleza entre las muelas y las visceras abdo­<br />

minales. ; Lo que son las simpatías! A un cale­<br />

sero que le cojió <strong>de</strong>bajo la rueda <strong>de</strong> un coche le<br />

amputaron una pierna y nunca mas se quejó <strong>de</strong><br />

un callo que tenia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho tiempo en el<br />

<strong>de</strong>do pequeño <strong>de</strong>l pié correspondiente á la pierna<br />

amputada. Esto se concibe fácilmente. Lo que no<br />

es tan fácil <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r como calmó un céle­<br />

bre operador los dolores que sufría una marque­<br />

sa á consecuencia <strong>de</strong> un cáncer en el labio infe­<br />

rior, estrayéndola un cálculo <strong>de</strong> la vejiga urina­<br />

ria Bien es verdad que la <strong>de</strong>sdichada murió<br />

en el acto <strong>de</strong> la operación,<br />

Pero estoy divagando, y á falta <strong>de</strong> presi<strong>de</strong>nte<br />

es necesario que yo mismo me llame á la cues­<br />

tión. Volvamos pues á Saturnino.<br />

Con la muerte <strong>de</strong>sús padres, le sucedió á Sa­<br />

turnino una cosa que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempo inmemorial<br />

ha sucedido á cuantos han perdido sus padres,<br />

que todos sin escepcion alguna se han quedado<br />

huérfanos, pero como las penas con pan son me­<br />

nos, nuestro huérfano tuvo motivos <strong>de</strong> consolar­<br />

se <strong>de</strong> esta catástrofe que le <strong>de</strong>jaba posesor único<br />

y esclusivo <strong>de</strong> dos acreditadas tiendas <strong>de</strong> varios<br />

géneros situadas la una en Zaragoza, nada me­<br />

nos que en la calle <strong>de</strong>l Coso, y la otra en Madrid<br />

nada menos que en la calle <strong>de</strong> Pontejos, muy<br />

cerca <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong>l Sol. Diciendo que Saturni­<br />

no era comerciante, no se necesila <strong>de</strong>cir mas<br />

para dar á enten<strong>de</strong>r que era avaro como una hor­<br />

miga , aunque como todos los comerciantes se<br />

revelaba á menudo con ciertos rasgos <strong>de</strong> gene­<br />

rosidad aparente, siquiera para servirse <strong>de</strong> ella<br />

como <strong>de</strong> un prospecto <strong>de</strong> sus riquezas y conser­<br />

var <strong>de</strong> esta manera el crédito necesario á todas<br />

las casas <strong>de</strong> comercio. Así es que dispuso se hi­<br />

ciese á los autores <strong>de</strong> sus dias un magnífico en­<br />

tierro y aplicó á la salvación <strong>de</strong> sus almas canti­<br />

da<strong>de</strong>s que mas <strong>de</strong> cuatro las quisieran para sal­<br />

var sus cuerpos. Su físico tenia tan poco <strong>de</strong> par­<br />

ticular que ni una plumada <strong>de</strong>dicaría á su proso-<br />

pografía, si supiese que no la han <strong>de</strong> echar <strong>de</strong><br />

menos mis lectores, á quienes la rutina les hace<br />

consi<strong>de</strong>rar necesaria la <strong>de</strong>scripción minuciosa <strong>de</strong><br />

todos los caracteres que distinguen á los perso-<br />

nages históricos. Saturnino era ni alto ni bajo,<br />

ni flaco ni gordo, ni hermoso ni feo; habia en su<br />

físico un verda<strong>de</strong>ro equilibrio <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res; era<br />

una teoría constitucional, la personificación viva<br />

y encarnada <strong>de</strong> los sistemas mistos, un justo<br />

medio <strong>de</strong> carne, y huesos. Amigo <strong>de</strong> la tranquili­<br />

dad y embebido esclusivamente en sus negocios<br />

mercantiles, ni una sola vez se le oyó disputar<br />

acerca <strong>de</strong> formas gubernamentales; no estaba<br />

suscrito á ningún periódico, y <strong>de</strong>scifraba con<br />

mas prontitud una regla <strong>de</strong> tres compuesta, que<br />

un artículo <strong>de</strong> la Constitución. Si hubiese sido<br />

diputado <strong>de</strong> las Constituyentes y su opinión hu­<br />

biese prevalecido en la asamblea, es seguro que<br />

hasta el preámbulo y el título <strong>de</strong>l código vigente<br />

estarían escritos en guarismos. A pesar <strong>de</strong> esto<br />

pertenecía á la Milicia nacional, á lo que <strong>de</strong>bía<br />

no pocos resfriados y ratos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sazón, y daba<br />

vivas y mueras á todas las cosas á que se los da­<br />

ban los <strong>de</strong>más. Hay muchos Saturninos en el<br />

m o ndo.<br />

Nuestro interesante huérfano se hallaba en<br />

una posición difícil. Una tienda en Madrid y<br />

otra en Zaragoza le obligaban á reproducirse, si<br />

pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse así, á estar á la vez en las dos<br />

parles. Dejar una <strong>de</strong> las tiendas á discreción <strong>de</strong><br />

los <strong>de</strong>pendientes, en estos tiempos en que el<br />

mas honrado sirve para ministro <strong>de</strong> Hacienda,<br />

era <strong>de</strong>clararse en abierta rebelión con todas las<br />

máximas <strong>de</strong> economía doméstica, y <strong>de</strong> esto no<br />

era capaz el buen Saturnino que sabia <strong>de</strong>masia­<br />

do que el ojo <strong>de</strong>l amo engorda el ganado. No te­<br />

nia mas que un remedio, casarse. Pero quería<br />

su mala suerte que, lo mismo que á mí, legus

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