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514<br />

Entonces Juana llorando,<br />

clamó al cielo arrodillada:<br />

¡ válganme las tres Marías!<br />

¡que me matan! ¡ que me matan !<br />

Y entonces las brujas tres<br />

salieron con sus estacas,<br />

y pim I ¡ pam I le calentaron<br />

para unas cuantas semanas.<br />

Cayó el buen Juan sin sentido:<br />

huyeron <strong>de</strong> allí las magas;<br />

y Juana empezó á llorar<br />

arrepentida <strong>de</strong> lástima.<br />

Volvió en sí Juan, y adviniendo<br />

que Juana le acariciaba ,<br />

la dijo: ¡ten compasión!<br />

perdona muger mis faltas.<br />

Ya no volveré, á ofen<strong>de</strong>rle;<br />

pues conozco que eres santa,<br />

y por tu bondad divina<br />

te doy, querida , mil gracias.<br />

Pues sí, en vez <strong>de</strong> tres Marías<br />

que me han rolo las espaldas,<br />

llamas las once mil vírgenes,<br />

¡Jesús!... la unción no me alcanza.<br />

Mugeres, sí alguna vez<br />

os suce<strong>de</strong> lo que á Juana ,<br />

obrad con vuestros maridos<br />

los milagros <strong>de</strong> esta santa.<br />

JUAN MARTÍNEZ VILLERGAS.<br />

LA GASTRGNOMIA Y LA LITERATURA*<br />

En una época que sollama <strong>de</strong> progreso, y<br />

cuando tantos a<strong>de</strong>lantos se han hecho en la ma­<br />

yor parte <strong>de</strong> las ciencias, es imperdonable que<br />

se haya <strong>de</strong>satendido el estudio <strong>de</strong> la mas útil, sa­<br />

na y provechosa acaso <strong>de</strong> todas.<br />

La gastronomía, objeto sencillo y encanlador<br />

ofrece en sí tan agradables materias que ver , y<br />

tan dulces principios que probar, que es has­<br />

ta un cargo <strong>de</strong> conciencia el que no se los pro­<br />

fundice. Y no hay en esto exageración ; pues si<br />

el hombre <strong>de</strong> lo primero que <strong>de</strong>be cuidar es <strong>de</strong><br />

su individuo, y la gastronomía proporciona al<br />

dicho individuo nutrimentos sanos y <strong>de</strong>liciosa­<br />

mente condimentados, en lo cual no se <strong>de</strong>teriora<br />

el estómago, en vez <strong>de</strong> guisotes mal cocidos y<br />

groseros, con lo que no solo pa<strong>de</strong>ce el cuerpo si­<br />

no hasta el espíritu puro , claro es, y por consi­<br />

guiente hay lógica en afirmar, que es un cargo<br />

<strong>de</strong> conciencia el <strong>de</strong>saten<strong>de</strong>r la ciencia peregrina<br />

que pue<strong>de</strong> proporcionarnos mas larga y dura<strong>de</strong>ra<br />

vida en tan sabrosas lecciones, y con tan apeti­<br />

tosos egcmplos.<br />

1 El arte <strong>de</strong> cocina <strong>de</strong>cae entre nosotros! Pa­<br />

saron los hermosos tiempos en que se comía:<br />

(déjenme los lectores concluir el período , pues<br />

ya sé que en el día el comer es también un ra­<br />

mo <strong>de</strong> primera necesidad , y que aun los cesan­<br />

tes y eselaustrados, que por el gobierno están<br />

dispensados <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer tan ruines <strong>de</strong>seos, aun<br />

esos, cuando rio tienen otra cosa, como en el dia<br />

se comen las uñas ó los codos, si se los alcan­<br />

zan.) Poro, pasaron, repito, aquellos <strong>de</strong>liciosos<br />

tiempos en que se comía tan <strong>de</strong>scansadamente.<br />

Y digo <strong>de</strong>scansadamente, porque no eran cuatro<br />

ó seis horas las que se <strong>de</strong>stinaban al agradable<br />

cgercicio <strong>de</strong> menear mandíbulas y quijadas, si­<br />

no que eran muchos dias los que duraban algu­<br />

nos convites; y apelo <strong>de</strong> esta verdad al testi­<br />

monio <strong>de</strong> Valerio Máximo y <strong>de</strong> Cicerón, ó tén­<br />

gaselos <strong>de</strong> lo contrario por embusteros <strong>de</strong> á folio,<br />

es <strong>de</strong>cir, gran<strong>de</strong>s. Pero como no tiene gracia que<br />

la fama <strong>de</strong> tan buenos señores pa<strong>de</strong>zca, ábien<br />

que recordaré á los lectores incrédulos á las pa­<br />

labras <strong>de</strong> aquella gente profana, los libros <strong>de</strong> la<br />

Escritura, y veremos entonces qué cristiano vie­<br />

jo nos lo niega. Pues, como iba diciendo , sépase<br />

que en el libro <strong>de</strong> Ester Se cuenta <strong>de</strong> un tal<br />

Asuero , que <strong>de</strong>bió ser un rey <strong>de</strong> tomo y lomo<br />

(cada lector se <strong>de</strong>scifrará el tomo y lomo ásu an­<br />

tojo), lo que yo quiero <strong>de</strong>cir es <strong>de</strong> muchos hu­<br />

mos, porque era espléndido hasta <strong>de</strong>járselo <strong>de</strong><br />

sobra ; y ahora veo que una comparación en que<br />

entra la palabra lomo, y una esplicacion en que<br />

empleo la palabra humo, son muy propias <strong>de</strong> co­<br />

cina, y muy <strong>de</strong>l caso en artículos <strong>de</strong> gastrono­<br />

mía. Pues sí, amable lector, el rey Asuero, que<br />

dominó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la India hasta la Etiopía, dio un<br />

espléndido banquete á los magnates <strong>de</strong> su impe­<br />

rio que duró ciento veinte dias: y en seguida<br />

dispuso otro convite para el pueblo que duró sie­<br />

te dias, y en el cual el servicio <strong>de</strong> la vagilla era

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