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adquirir fuerzas con que soportar el trabajo <strong>de</strong>l<br />

dia siguiente; los segundos van á beber dos ó<br />

tres copas <strong>de</strong> rom, tal vez para hacer ejercicios<br />

gimnásticos en salón vedado. Esta es la diferen­<br />

cia que vá <strong>de</strong>l vino al rom, y <strong>de</strong>l café á la taber­<br />

na. Emborracharse á lo señor es una gracia; po­<br />

nerse alegre á lo pobre es un vicio repugnante,<br />

es una vida relajada y soez. En todo es injusta<br />

nuestra sociedad.<br />

Si entre cien matrimonios pobres hay uno <strong>de</strong>­<br />

savenido que anda á picos pardos, entre cien<br />

matrimonios aristocráticos hay noventa y nueve<br />

que andan á pardos picos. Si los primeros tiran<br />

la oreja á Jorje, es para jugarse al tute, á la<br />

brisca ó al mus, una libra <strong>de</strong> castañas ó un<br />

cuartillo <strong>de</strong> vino; el que sale aficionado al cañé<br />

ó á los borregos, es tratado por los <strong>de</strong>más como<br />

un ente corrompido. En casa <strong>de</strong> los ricos se echan<br />

con la mayor frescura veinte y cuarenta mil du­<br />

ros á una carta, y hay quien pone la muger á un<br />

entres y quien la gana con un as <strong>de</strong> oros. Aquí<br />

es servil y rastrera la gente pobre, porque cele­<br />

bra todos los vicios <strong>de</strong> los ricos por la sola razón<br />

<strong>de</strong> que son ricos; y es una <strong>de</strong>sgracia para todos<br />

esta sumisión aduladora <strong>de</strong>l que necesita, por­<br />

que así en esto como en otras cosas los hijos <strong>de</strong>l<br />

pobre se van aleccionando en la escuela <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>gradante humillación, como los ricos engol­<br />

fándose en la corrupción que miran tolerada, tal<br />

vez en el crimen que ven aplaudido. Riñe el chi­<br />

co <strong>de</strong>l casero con el <strong>de</strong>l inquilino, y por aquello<br />

<strong>de</strong> que don<strong>de</strong> las dan las toman, el primero zur­<br />

ra al segundo ó vice-versa. En el primer caso el<br />

padre (que es el casero) «tienes razón, le dice<br />

al muchacho, has <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarle sin muelas por<br />

atreverse contigo.» El chico se ensoberbece, se<br />

cree autorizado para todo, es valiente, arrojado<br />

é indómito. Suce<strong>de</strong> al revés la cosa , es <strong>de</strong>cir que<br />

el <strong>de</strong>l inquilino da cuatro mojicones al <strong>de</strong>l case­<br />

ro. ¡Maldito! ¿qué has hecho? le dice el padre,<br />

no ves que le <strong>de</strong>bemos dos meses <strong>de</strong> alquiler y<br />

nos pue<strong>de</strong> echar á la calle? Sube á pedirle per-<br />

don, y si se empeña en pegarte, pon las costi­<br />

llas sin <strong>de</strong>cir esta boca es mia. Resultado: el<br />

chico <strong>de</strong>l inquilino, es cobar<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces;<br />

cree que ha venido al mundo para doblar la ro­<br />

dilla al po<strong>de</strong>roso, y lo que nació un hombre se ha<br />

convertido en una muía <strong>de</strong> labor. Es <strong>de</strong> tal tras­<br />

cen<strong>de</strong>ncia esta conducta <strong>de</strong> los pobres que no so­<br />

lo perjudica á los intereses y dignidad racional<br />

<strong>de</strong> su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia, sino al presente y porvenir<br />

<strong>de</strong> toda una nación. La gente rica es por lo re­<br />

gular la mas abocada al po<strong>de</strong>r. Si una criatura<br />

arrullada en la cuna <strong>de</strong> los vicios ocupa la silla<br />

: ministerial, sus instintos siempre son <strong>de</strong>spóti­<br />

cos , la administración <strong>de</strong> la justicia parcial, <strong>de</strong><br />

favoritismo, y en una palabra, es la justicia injus­<br />

ticia. Y respecto <strong>de</strong> la administración <strong>de</strong> la ha­<br />

cienda , figúrense uste<strong>de</strong>s la conciencia que ten­<br />

drá un ministro fabricado á la banca, limado<br />

con mozas y labrado áponche.<br />

Como las casas <strong>de</strong> los señores son gran<strong>de</strong>s, y<br />

| sus reuniones numerosas, no importa que una<br />

| persona ó dos ó tres ó cuatro se vayan á las ha­<br />

bitaciones interiores á diligencias propias. No es<br />

<strong>de</strong>cir que esto se verifique á todas horas sino que<br />

está en lo probable. Lo que sí hay en las tertu­<br />

lias aristocráticas (ya se sabe que en lodo hay<br />

escepciones) es muchísima alcahuetería en va­<br />

rios conceptos. Con achaque <strong>de</strong>l soirée, van cua­<br />

tro embaucadores <strong>de</strong> profesión á robar las pese­<br />

tas con singular <strong>de</strong>streza. No hay jugador que no<br />

esté provisto <strong>de</strong> barajas domesticadas, digámos­<br />

lo así, algunos se avienen á jugar con baraja<br />

agena ; pero estos son mas temibles, porque lle­<br />

van la seguridad en el manejo <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos. De<br />

cualquier modo se llevan el dinero mientras la<br />

gente inocentona dice ¡qué suerte <strong>de</strong> hombre!<br />

¡si todo se lo halla hecho!<br />

Por aquí se ve que las tertulias son la alca­<br />

huetería <strong>de</strong> los juegos prohibidos.<br />

Vamos á la parte política. Cuando vean uste­<br />

<strong>de</strong>s retirarse con sigilo y disimulo al señor <strong>de</strong><br />

casa y otros pajarracos <strong>de</strong> mal agüero , conspi­<br />

ración tenemos. Allí va á <strong>de</strong>cidirse la suerte <strong>de</strong>l<br />

pueblo; he dicho mal, la suerte <strong>de</strong> ellos y <strong>de</strong>l<br />

gobierno. La suerte <strong>de</strong> ellos por que casi todos<br />

los que conspiran tienen por objeto- esclusivo<br />

ganar en intereses y posición social. La suerte<br />

<strong>de</strong>l gobierno se <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> porque <strong>de</strong> allí ha <strong>de</strong> salir<br />

el golpe que por certero le <strong>de</strong>struya ó por mal<br />

dirijido le afirme mas en el po<strong>de</strong>r. Y no se <strong>de</strong>ci­<br />

<strong>de</strong> nunca la <strong>de</strong>l pueblo, porque esa en guerra ó<br />

en paz ya está <strong>de</strong>cidida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que el mundo es<br />

mundo: Hambre, esclavitud, latigazo y contri­<br />

buciones.

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