albii de

con sandunga, ya lo ves.
ios jamones de Aviles,
(¡ue son mas con tercio y quinto
si se l'ricn con tomate,
que huevos g chocolate.
I Wenceslao por Belén
que me gusta tu fre.-cura 1
tendría, amigo, eslecura,
por el mango la sartén
que las magras... no se trole
de huevos ni chocolate.
Vuestra astucia no me pilla
vuestra aprobación no busco,
iiaced, pucs.de soconusco
y huevos una tortilla
y quedareis como nuevos;
ni chocolate ni huevos.
Y ya mis nervios no aguantan
Sos gritos de. la huevera ,
y está mi pohre sesera
que hasta los huevos la espantan,
y no admite mi gaznate
•ni huevos ni chocolate.
Y tal es el rudo encono
que esconde mi corazón
que siempre, por el jamón
en todas partes abono ,
y grito como un orate ,
ni huevos ni chocolate.
Ya despliego á toda vela
el pendón en mi terreno,
y al chocolate condeno
á que se tome en cazuela .
sentenciando, á lo magnate,
ni huevos ni chocolate.
Y desde este tribunal
de mi santa inquisición,
mi escudo será un jamón ,
y con voz descomunal
diré: «venid al combate
con... /menos 1/ c./iocolriíc. »
linuAiiuo LÓPEZ Pi'.r.nci'.ix.
LA BRUJA.
111.
A través de las ignotas convulsiones, que es­
tremecen de súbito la material natura, dormí- I detente caminante'
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i íaiilc por luengos dias en su normal inercia; á
! pesar de los políticos inopinados sacudimientos
i que bambolean á deshora ¡os imperiales tronos
j y los di v i ñas aras, pon ¡endo los estados en socia 1
; epilepsia, con hurto detrimento de su vitalidad;
! á despecho de las bélicas tempestades, aborto
aniquilante del mavnrl:nn influjo , que eliminan
de. la societaria comunión los individuos, á su
sosten y resplandor tan necesarios, liñendo de
humor purpúreo, tépido y espumante, la esfe­
roidal superficie del planeta, que de habitáculo
sirve á la humanal especie (lié aquí una en-
• trada que lomarán los lectores por un plagio,
; como si á mí me faltasen alas para elevarme a
i las estrellas, en un momento de inspiración.)
I Aun á pesar de la mordiente envidia, que con
! hálito pestiferante (pero si sigo lectoren es-
j ta escala, me elevaré tan alto, que ni con telcs-
| copio me distingas.)
\ A despedía de todas las cosas, llegarán estas
¡ páginas á la posteridad.... sí, llegarán sin duda,
i por su importancia ¡ilasófico-histórica , por el
i influjo que ejercer puedan algún dia sobre las
\ ciencias, sobre las artes, sobre las costumbres,
i sobre la civilización et super omnia !! Sí, 11c-
' garán ! y los nietos de los nietos de nuestros nie-
| tos , repasarán estupefactos esta leyenda, que
• ha de inmortalizar á la lia Calandria, y á mí jun-
• lamente, porque saqué del olvido su memoria...
' i oh gloria postuma ! cuánto alhagas mi cora-
; zonl tú vi viras eterna !... Ya deseo morirme pa •
ra que luzca en mi calavera tu aureola rutilante!
| Ven. muerte, tan escondida,
que no te sienta venir,
porque el placer de morir
no me torne á dar la vida !
Pero, no, no... detente !... que esa redondi-
| Ha con que te llamo no ha salido de mi cabe-
: ra!... Déjame terminar esta leyenda, que ha de
: ser el llorón nías brillante de mi corona... y en
¡ pos que la termine (la leyenda, no la corona,
I que sera ¡si Dios quiere! interminable), descar-
• ga sobre mi cuello el golpe final, y esculpe so-
! bre mi tumba este epitafio .-
i Detente por un instante,