los molinos del altoaragon - Instituto de Estudios Altoaragoneses
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molineros propietarios <strong>de</strong> <strong>molinos</strong> resultaba bajísima. Hasta 1X37 quizá ni un<br />
cinco por ciento <strong>de</strong> <strong>los</strong> molineros eran dueños <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>molinos</strong> en <strong>los</strong> que trabajaban.<br />
Los molineros tampoco solían ser asalariados, eran profesionales que<br />
conocían su oficio y estaban al tanto <strong>de</strong> las rentas que un molino podía producir.<br />
Cuando un rico burgués, un señor <strong>de</strong> vasal<strong>los</strong>, una villa o un cabildo <strong>de</strong>cidían<br />
arrendar el molino que poseían, siempre encontraban a un molinero dispuesto<br />
a pagar la cantidad solicitada a cambio <strong>de</strong> explotar el negocio que aquel ofrecía.<br />
Las capitulaciones <strong>de</strong> arriendo <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>molinos</strong> están repletas <strong>de</strong> cláusulas<br />
que especifican las obligaciones <strong><strong>de</strong>l</strong> molinero, en tanto que tan sólo una —la<br />
que garantizaba la tenencia y el disfrute <strong><strong>de</strong>l</strong> molino mientras durara el plazo<br />
estipulado y se pagara lo convenido— hablaba <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos. A pesar <strong>de</strong><br />
esto, <strong>los</strong> <strong>molinos</strong> constituían una fuente <strong>de</strong> saneados ingresos para el molinero y<br />
su explotación resultaba atractiva.<br />
El molinero cobraba en especie a <strong>los</strong> que iban a moler. Todos <strong>los</strong> tratos<br />
estipulaban cuánto estaba autorizado a recibir. En otras páginas se explica entre<br />
qué márgenes se movían estas tarifas. A <strong>los</strong> campesinos les parecían elevadas:<br />
<strong>de</strong>cían siempre que el molinero, sin sembrar ni trillar, recogía las mejores cosechas<br />
<strong>de</strong> cada pueblo. Este, con el trigo recaudado y almacenado en un gran troje,<br />
hacía buenos negocios. Solía guardarlo hasta mayo, cuando más escaseaba<br />
el cereal; entonces lo sacaba a la venta. Con frecuencia <strong>los</strong> compradores eran<br />
<strong>los</strong> mismos campesinos <strong>de</strong> cuyos sacos procedía el trigo amontonado en el troje<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> molino. Lo entregaron para pagar la molturación y <strong>de</strong>spués tenían que comprarlo<br />
a un precio elevado. Mientras pagaban al molinero aquel trigo que el<strong>los</strong><br />
habían segado y trillado siempre pensaban que aquello no era justo. Se sospechaba<br />
que <strong>los</strong> molineros amasaban gran<strong>de</strong>s fortunas. En torno a <strong>los</strong> <strong>molinos</strong><br />
corrían leyendas <strong>de</strong> tesoros. Los molineros pasaban miedo. No solían abrir su<br />
molino por la noche. La gente <strong>de</strong>cía que era para evitar que alguien, pernoctando<br />
en el molino, pudiera comprobar cuánto trigo almacenaban o cuántas monedas<br />
atesoraban. Seguramente no abrían por miedo. Había muchos robos. Los<br />
<strong>molinos</strong>, con su fama <strong>de</strong> escon<strong>de</strong>r riquezas y su emplazamiento apartado, resultaban<br />
un lugar atractivo para <strong>los</strong> ladrones.<br />
Antes <strong>de</strong> continuar convendrá aclarar algo: no siempre el que tomaba en<br />
arriendo un molino era un molinero. Los <strong>molinos</strong> constituían buenos negocios.<br />
Cada uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong> podía ofrecer rentas para varias personas. No resultaba raro<br />
encontrar burgueses o clérigos que lomaran <strong>molinos</strong> en arriendo y contrataran a<br />
un molinero para aten<strong>de</strong>r<strong>los</strong>, quien cobraba quedándose con una parte —previamente<br />
estipulada— <strong><strong>de</strong>l</strong> cereal que <strong>los</strong> campesinos entregaban como pago por la<br />
moltura.<br />
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