los molinos del altoaragon - Instituto de Estudios Altoaragoneses
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F.ste tipo <strong>de</strong> dominio continuó mientras duró el régimen señorial, es<br />
<strong>de</strong>cir, hasta finales <strong><strong>de</strong>l</strong> primer tercio <strong><strong>de</strong>l</strong> siglo XIX. Es asombrosa esta continuidad:<br />
durante setecientos años <strong>los</strong> señores <strong>de</strong> las villas y <strong>de</strong> <strong>los</strong> lugares encontraron<br />
una fuente importante <strong>de</strong> riqueza en <strong>los</strong> <strong>molinos</strong>. Los vasal<strong>los</strong> que al<br />
comenzar el siglo XIX acudían con su asno cargado <strong>de</strong> trigo al molino <strong><strong>de</strong>l</strong> señor<br />
pagaban como sus antepasados <strong>de</strong> siete sig<strong>los</strong> antes. Muchas cosas habían cambiado<br />
en Europa, pero el molinero cuando trasvasaba —en nombre <strong>de</strong> la «costumbre<br />
inmemorial»— el trigo <strong><strong>de</strong>l</strong> saco <strong><strong>de</strong>l</strong> vasallo al troje <strong><strong>de</strong>l</strong> señor estaba<br />
haciendo lo mismo que hacían <strong>los</strong> molineros en un siglo remoto, cuando en las<br />
tierras <strong>de</strong> España había varios reyes moros y cristianos, no se conocían las<br />
armas <strong>de</strong> luego y se ignoraba que hubiera tierras al otro lado <strong><strong>de</strong>l</strong> océano.<br />
UN MOLINO SEñORIAL HN EL SIGLO XVI: EL DE CASTILLAZUF.LO<br />
Hasta que se suprimieron <strong>los</strong> señoríos, aproximadamente la mitad <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
pueb<strong>los</strong> y al<strong>de</strong>as repartidos por las montañas y por <strong>los</strong> valles <strong><strong>de</strong>l</strong> Altoaragón<br />
eran lugares <strong>de</strong> señorío. El recuerdo <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos señores que dominaron<br />
cada pueblo se encuentra —en casi todos <strong>los</strong> casos— borrado por completo.<br />
Los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> <strong>los</strong> vasal<strong>los</strong> nunca han oído hablar <strong>de</strong> quienes señorearon,<br />
en <strong>los</strong> sig<strong>los</strong> pasados, el pueblo que habitan. Nada saben <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
viejos señores ni <strong>de</strong> <strong>los</strong> tributos que sus antepasados <strong>de</strong>bían pagar periódicamente.<br />
Sólo en unos pocos pueb<strong>los</strong> la memoria <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos señores sigue<br />
viva: se sabe que <strong>los</strong> hubo y que habitaron tal o cual castillejo ruinoso.<br />
Castillazuelo es una excepción. Allí todo el mundo ha oído hablar <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos<br />
señores <strong><strong>de</strong>l</strong> lugar. Si se le pregunta a cualquier vecino <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo por el<br />
lema contará historias —pintorescas, sangrientas y trágicas— <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos<br />
señores que dominaban, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sombrío castillo roquero, las vidas <strong>de</strong> sus<br />
vasal<strong>los</strong> <strong>de</strong> Castillazuelo.<br />
El pueblo extien<strong>de</strong> su caserío por las dos orillas <strong><strong>de</strong>l</strong> Vero, aguas arriba <strong>de</strong><br />
Barbastro. a una docena <strong>de</strong> kilómetros <strong>de</strong> la ciudad. Un puente <strong>de</strong> piedra <strong>de</strong> un<br />
solo arco une <strong>los</strong> barrios situados a ambos lados <strong><strong>de</strong>l</strong> río. En la margen <strong>de</strong>recha,<br />
coronando un promontorio, alza sus muros —abandonados pero todavía erguidos—<br />
el castillo <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos señores. La gente <strong>de</strong> Castillazuelo dice que<br />
antes —en unos tiempos remotos— el pueblo que ahora se levanta junto al río<br />
no existía. Allí sólo había un extenso «chuncar» (terreno cubierto <strong>de</strong> juncos)<br />
inculto. Los vecinos vivían en el cerro, junto al castillo. Más lar<strong>de</strong> el señor<br />
<strong>de</strong>cidió poblar el estéril juncal y levantó en el mismo doce casas iguales en las<br />
que instaló a doce criados suyos que casó con doce criadas: así nació el pueblo<br />
actual.<br />
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