TORREJÓN DE ARDOZ: UNA HISTORIA VIVA - Ayto Torrejon de ...
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para enfrentarse con las tropas <strong>de</strong> Narváez. El encuentro se produjo a orillas <strong>de</strong>l<br />
arroyo Torote, al este <strong>de</strong>l municipio (véase mapa). Las tropas <strong>de</strong> Narváez avanzan<br />
hacia las <strong>de</strong> Seoane y, tras una escaramuza, consiguieron ro<strong>de</strong>arlas. Al poco<br />
tiempo las tropas esparteristas se sumaron a las <strong>de</strong> Narváez al grito <strong>de</strong> “todos somos<br />
uno”.<br />
En realidad no hubo batalla, pues, su corta duración, la levedad <strong>de</strong> heridos y<br />
la confraternización <strong>de</strong> los dos ejércitos así nos lo confirman. Se trató <strong>de</strong> una<br />
“falsa batalla”, aunque Seoane en su carta a Espartero se justifique diciendo que<br />
“/…/ el ejército que estaba a mis ór<strong>de</strong>nes se halla a estas horas a las <strong>de</strong>l general<br />
Narváez; he sido envuelto y prisionero al principio <strong>de</strong> la acción ocurrida” 48 .<br />
Por su parte, veamos cómo narra los hechos el general Narváez en su carta al<br />
general Serrano:<br />
Acordé con el general Aspioz que él tomase posición en el puente <strong>de</strong> Viveros para<br />
batir a los expedicionarios <strong>de</strong> Madrid, <strong>de</strong>jándome 110 caballos para reforzar los<br />
míos en menos número que los <strong>de</strong>l enemigo y yo acampé anoche al frente <strong>de</strong><br />
Ardoz con 5.000 hombres, con 600 caballos y dos piezas /…/ Un parlamentario <strong>de</strong><br />
Seoane vino a <strong>de</strong>cirme <strong>de</strong> su parte que tenía las ór<strong>de</strong>nes, la voluntad y la fuerza<br />
para atravesar la carretera <strong>de</strong> Madrid y que me invitaba a evitar el <strong>de</strong>rramamiento<br />
<strong>de</strong> sangre en una lucha que por los medios legales podía ventilarse: mi contestación<br />
fue que yo tambien tenía las ór<strong>de</strong>nes, la voluntad y la fuerza para no consentirlo,<br />
que podía venir cuando quisiera /…/ En efecto, a las nueve <strong>de</strong> la mañana<br />
se presentaron las fuerzas enemigas ocupando la altura <strong>de</strong> Torote. Sin darles apenas<br />
tiempo para <strong>de</strong>splegarse dispuse que el general Schelly con su caballería<br />
marchase sobre el enemigo reservando algunos escuadrones para cargar la infantería<br />
/…/ En poco tiempo queda /…/ el enemigo envuelto y el mismo general en<br />
jefe prisionero /…/ Las tropas que habían sido enemigas, ignorando la causa, en<br />
breve tiempo habían abrazado mis ban<strong>de</strong>ras y los dos ejércitos no eran más que<br />
uno solo en el transcurso <strong>de</strong> dos horas 49 .<br />
Simulacro o no, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser cierto que por segunda vez se <strong>de</strong>cidió en<br />
Torrejón el <strong>de</strong>stino político <strong>de</strong> nuestro país. Tras conocer los sucesos, el general<br />
Espartero marchó al exilio londinense, y Narváez accedió al po<strong>de</strong>r inaugurando<br />
la llamada “década mo<strong>de</strong>rada” <strong>de</strong> 1843 a 1853.<br />
Pérez Galdós, a través <strong>de</strong>l protagonista <strong>de</strong> “La revolución <strong>de</strong> julio” <strong>de</strong><br />
Episodios nacionales, confundido con el marqués <strong>de</strong> Beramendi por los vecinos<br />
<strong>de</strong> Torrejón, lo cuenta así 50 :<br />
78<br />
<strong>TORREJÓN</strong> <strong>DE</strong> <strong>ARDOZ</strong>:<strong>UNA</strong> <strong>HISTORIA</strong> <strong>VIVA</strong><br />
Yo me vi en Torrejón festejado por la multitud. No sólo me abrazaban los <strong>de</strong><br />
Madrid, sino los <strong>de</strong>l pueblo, éstos con mayor efusión. A mi paso avanzaban también<br />
las mujeres, alzados los brazos, y soltaban con chillona voz el grito <strong>de</strong> “¡Viva<br />
España!”. Algunas viejas me besuquearon, y los chicos gritaban: “¡Viva Madrid!<br />
¡Vivan los hombres <strong>de</strong> corazón!”. Se les había metido en la cabeza que yo llevaba<br />
una misión política, y no siéndome fácil sacarles <strong>de</strong> aquel error, pues no había razón<br />
que les convenciera, déjeme llevar <strong>de</strong> la ola popular. Cerca <strong>de</strong>l caseretón que<br />
me pareció Ayuntamiento se vino hacia mí un señor que con cierta solemnidad se<br />
presentó a sí mismo, diciendo: