o seu tempo - DSpace CEU

amado Tio, más que seguir sus mandatos, sean ó no sean de mi gusto, puesto que
no he sido consultado para ello, ni que siquiera haya recibido la más pequeña
instrucción sobre el particular de la corte de España; concretándose una, que he
recibido anoche por extraordinario, á la cuarentena que debemos sufrir, que son
cuarenta dias, veinte en esta villa y los restantes en territorio Español, y á decir
venia (como efectivamente ha venido) el médico Don Juan Sánchez catedrático
del Colegio de San Carlos para asistirnos en cualquier caso que pudiese ocurrir.
Así que suplico á V., Madre mia de mi corazón, disimule la hable en estos
términos, estando cierta de que hablarla en otros, si la Religión y el honor me
lo permitieran. Estos son los mismos sentimientos de Religión y obediencia al
Rey que V. me ha inspirado desde mi niñez.
Amalia me encarga ofrezca á V. sus más cordiales respetos, y crea V. que
se sacrificará gustoso por su persona este su más humilde, afecto y obediente
hijo que de corazón le ama y Q. S. M. B. = Sebastian.
Mafra, 7 de mayo de 1833.
J¡.° 3—D. Maria Thereza a D. Sebastiáo
Mi muy querido Hijo.—Ayer ha llegado aqui Manuel Vicente; mucho me ha
sorprendido el verlo tan pronto de vuelta, y más habiendo dicho que habia llegado
á ese sitio á las diez y salido á las tres del mismo dia, esto prueba bien
que ni tan siquiera has reflexionado sobre el contenido de mi carta. Me ha entregado
la tuya del 4 que me llenó de disgusto, pues veo en ella confirmados mis
temores; no llorava yo tu marcha tanto por nuestra separación, aunque esta me
era muy dolorosa, si nó por conocer que el motivo de ella era la jura; desde que
llegó á la Ajuda la Gazetilla, que yo conocí la impresión que esta te habia hecho
y desde luego tu y tus fatales consejeros determinaron tu marcha, pretextando
para esta la salud de la Amalia, cuando no era otra cosa más que temor, tanto
tuyo, como de ellos, tuyo porque me conoces y sabes bien que estando tu á mi
lado en estas circunstancias te baria entrar en tu deber; y de ellos, por que temían
(aunque tienen bastantes pruebas de lo contrario) que mis reflexiones como Madre
te abriesen los ojos y siguieses el camino que yo sigo, que es el de la Religión
y de la Justicia.
Dices tu, en la tuya, que ya sé yo la prueba de cariño y filial afecto que acabas
de darme, con tu venida á este Reino; es verdad que el dia aquel en que me
pediste perdón y me asegurastes que no me dejarías, tuve seguramente el mayor
consuelo, hasta el punto de alegrarme de mi desgracia, pues esta me habia vuelto
tu cariño y tu compañía, pues crei sincero y verdadero tu arrepentimiento y
que desde el momento aquel solo seguirías tu deber, pero, en cuanto se dispuso
el viaje, empezó á recelar, por ver que en la familia que habías nombrado para
acompañarte había personas que tu sabias que no me gustaría viniesen; con todo
esto me callé, como sabes, apesar del grandísimo sentimiento que me causaba el
ver que tu hacías aun confianza de aquellas mismas personas que tanto habían
contribuido para que tu olvidases los deberes de un hijo, y que además no piensan
como debieran. Apesar de esto me quedó la esperanza que conocerias esta
falta, no seguirías sus consejos y solo te dirigirías por los mios; desgraciadamente
me he engañado y veo que esta fué solo aparentar lo que realmente
no era.