PERSPECTIVAS 128 - International Bureau of Education - Unesco
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Versión original: francés<br />
Aziz Hasbi (Marruecos)<br />
Ex ministro, ex representante permanente del Reino de Marruecos ante las Naciones Unidas en Nueva York, ex<br />
presidente de la Universidad Hassan II-Aïn-Chock de Casablanca, pr<strong>of</strong>esor de la Universidad Mohamed V,<br />
Facultad de Derecho de Rabat. Correo electrónico: hasbi.aziz@caramail.com<br />
¿LA EDUCACION, UN PUENTE<br />
PARA EL DIALOGO EUROARABE?<br />
INTRODUCCION AL DOSSIER<br />
Aziz Hasbi<br />
Tenemos el privilegio de publicar el artículo de Aziz Hasbi, presidente del Consejo del<br />
Consejo de la OIE, que constituye al mismo tiempo el Editorial y la Introducción al Dossier<br />
de este número de Perspectivas.<br />
Hoy en día es pertinente hablar nuevamente de “diálogo”, en un momento en que la cac<strong>of</strong>onía<br />
que reina en el mundo acredita más bien la polarización en torno al “choque de civilizaciones”<br />
(Huntington, 1997). Sin embargo, el diálogo nunca se ha interrumpido, aunque no siempre ha<br />
disfrutado del clima propicio necesario para cumplir la función que le ha sido asignada y que<br />
ha venido cambiando a lo largo de los siglos. Ahora bien, ¿en realidad se ha demostrado<br />
capacidad o voluntad de definir los objetivos y los medios para dialogar, salvo puntualmente<br />
y manipulando el diálogo en favor de designios unilaterales, sin crear verdaderamente un<br />
clima de buena fe y restablecer la voluntad de dialogar de igual a igual, ni encontrar<br />
soluciones duraderas a todos los problemas que atestiguan el fracaso del diálogo y la<br />
banalización de ese fracaso?<br />
No obstante, es urgente establecer un diálogo para que nuestro mundo “acabado”, a falta<br />
de dispensar los frutos del progreso a todos sus habitantes, pueda por lo menos permitirles<br />
vivir y librarse de la geografía de la barbarie y del terror que se apoderan de nuestra vida<br />
cotidiana, cuando la tecnología ha juntado sus componentes de manera irreversible. La<br />
proximidad y la mediatización cada vez más transparente revelan la iniquidad y la injusticia<br />
de la distribución del bienestar material en el mundo, alimentando así quimeras y<br />
resentimientos. El mundo de la abundancia es, a la vez, objeto de deseo y de odio porque<br />
resulta inaccesible y acentúa la sensación de miseria de los que no pueden disfrutar de él, y les<br />
hace tomar conciencia brutalmente del fracaso de su modelo de desarrollo. Desde luego, el<br />
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