PERSPECTIVAS 128 - International Bureau of Education - Unesco
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plantea la argumentación de Mjelde. El debate lúcido y particularmente bien documentado de<br />
estos dos investigadores pone de relieve otras dos cuestiones que deben ser un elemento<br />
central de todo diálogo entre árabes y europeos en este ámbito. La primera es la de los efectos<br />
de los elementos culturales, en la medida en que influyen en las percepciones y evaluaciones<br />
del sistema escolar y los planes de estudios; la segunda se refiere a las relaciones de la<br />
educación con el empleo, la economía y el desarrollo nacional.<br />
Mundialización, elección de empleo y formación<br />
Un análisis reciente e importante de la relación compleja entre estos tres aspectos es el<br />
efectuado por Brown (1999), en el que nos apoyaremos considerablemente durante esta parte<br />
de nuestro artículo. Este autor señala que “la mundialización ha planteado una cuestión<br />
urgente en materia de investigación, a saber: cómo organizan los Estados la formación<br />
pr<strong>of</strong>esional en el contexto de esta nueva competencia” (pág. 233). En estos momentos en que<br />
en Occidente, Asia Oriental, el subcontinente indio y otras partes del mundo, las naciones se<br />
están apartando del fordismo y se encaminan hacia economías en las que el conocimiento<br />
cobra una importancia de vector cada vez más poderoso, se plantean interrogantes difíciles de<br />
responder sobre el grado en que los individuos son responsables de su adaptación al mercado<br />
laboral. ¿Hasta qué punto pueden confiar en que los poderes públicos intervengan en la<br />
economía para crear empleos y organizar la educación y la formación pr<strong>of</strong>esional? Todas<br />
estas cuestiones tienen especial importancia en los países del Oriente Medio, cuyas elevadas<br />
tasas de natalidad hacen que los jóvenes constituyan la mayoría de los habitantes y donde el<br />
empleo de la mitad femenina de esa población juvenil plantea un serio problema. Además, en<br />
esos países gran parte de la mano de obra –no necesariamente desprovista de cualificación<br />
pr<strong>of</strong>esional– está integrada por extranjeros contratados, un fenómeno que se suma a otros dos<br />
más: la imperfección del mercado laboral y la abundancia del desempleo y el subempleo.<br />
Asimismo, estamos empezando a percatarnos de que en Occidente, o en otras partes del<br />
mundo, el planteamiento neoclásico que disocia la economía de los contextos sociales,<br />
culturales y políticos no permite una gestión adecuada para la adquisición de competencias ni<br />
su utilización en el mercado de trabajo. Tanto la noción de competencias como la de capital<br />
social tienen un fuerte componente de configuración social. Los comportamientos de las<br />
personas en este ámbito no se pueden interpretar simplemente como reacciones racionales<br />
ante la situación del mercado. Las decisiones de muchas de ellas son determinadas por<br />
factores que no son exclusivamente los de índole económica: salarios, perspectivas de carrera,<br />
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