PERSPECTIVAS 128 - International Bureau of Education - Unesco
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vano y había generado poco a poco reservas y oposiciones por parte de los custodios de la fe<br />
que propugnaban el repliegue defensivo sobre la “Tradición”, frente a aquel Occidente<br />
triunfador y arrogante, cuya actitud de reconquista, fundamentada en un pr<strong>of</strong>undo<br />
resentimiento religioso para con el mundo árabe, no había sido enmendada ni por el<br />
Renacimiento, ni por la Reforma, ni por el Siglo de las Luces.<br />
Para concebir instrumentos de entendimiento mediante la educación, habría que tener en<br />
cuenta esos antecedentes y crear las condiciones que permitiesen corregir las reacciones de<br />
repliegue motivadas por el odio, que alimenta hoy en día el triunfo de los integrismos de<br />
ambos bandos, que hacen hincapié ante todo en los desvíos decadentes del Otro, omitiendo<br />
los aspectos positivos que han hecho de la humanidad una sola entidad y una fuente de<br />
creatividad. Todo ello debería incitar a buscar medios eficaces para asentar la tolerancia, que<br />
no es exagerado considerar como un criterio de “civilidad” (Lewis, 2002, pág. 156).<br />
Este esfuerzo también debería revestir la forma de una sensibilización sobre la<br />
necesidad de asentar un laicismo de las relaciones entre civilizaciones. El laicismo en los<br />
países árabes, ya que hoy en día son ellos los interesados en este debate, atañe a sus<br />
respectivos pueblos y, por lo demás, el debate al respecto está contaminado por los problemas<br />
de desarrollo de esos países y por las vejaciones que les inflige el mundo desarrollado. Por<br />
otra parte, nadie puede demostrar en la actualidad que la espiritualidad sea antinómica con<br />
respecto al desarrollo, ni que constituya el verdadero obstáculo a la “coexistencia pacífica de<br />
los valores plurales” (Leclerc, 2000, pág. 475). La espiritualidad debidamente asumida y<br />
tolerante es una virtud y el problema consiste en sus manipulaciones políticas, que se<br />
implantan en un terreno propicio de miseria y marginación. Son los abusos, las injusticias y<br />
los crímenes cometidos en nombre de la religión los que han causado más estragos a lo largo<br />
de la historia de los pueblos. Una educación que sea consciente de las dificultades y que se<br />
fije objetivos claros, así como un programa de medidas concretas para materializar los<br />
generosos principios que abundan en las declaraciones comunes, pueden facilitar el diálogo<br />
para que la razón triunfe sobre las mutuas incitaciones al rechazo.<br />
Todo esto debería llevarse a la práctica en el ámbito de la educación.<br />
¿Qué tipo de educación?<br />
¿Se trata de una campaña de sensibilización dirigida a todos, a ejemplo de los anuncios<br />
publicitarios que exhortan al sentido cívico? ¿O es preciso incluir un programa especial en los<br />
respectivos currículos, como se ha hecho esporádicamente en materia de enseñanza de los<br />
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