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PERSPECTIVAS 128 - International Bureau of Education - Unesco

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Estos presupuestos llevan a algunos autores a preferir, antes que el concepto de<br />

mundialización, el de“mundialidad”, que oponen a “occidentalización” (Leclerc, 2000, pág.<br />

311). Se trata del mismo enfoque adoptado con respecto al concepto de civilización, cuyos<br />

presupuestos etnocéntricos se intenta conjurar proponiendo una interpretación en el sentido de<br />

“personalidad” (Zakariya, 1991).<br />

Asimismo, podemos recordar el gran debate sobre la universalidad del Estado y, cada<br />

vez más, de la sociedad civil. Lo que podemos observar en relación con los presupuestos de la<br />

mundialización y de los avances, presentados como ineluctables, del liberalismo, el<br />

retraimiento del Estado y el fortalecimiento de la sociedad civil, es que todo ello plantea un<br />

problema a los países del Sur, pues el esquema entero de la mundialización es una perspectiva<br />

que contiene los gérmenes del aumento de la pobreza y la marginación, debido a la ausencia<br />

de medios de sustitución del poder de regulación del Estado, pese a todos los defectos que<br />

éste conlleva en esos países. Hoy en día, no puede plantearse seriamente una sustitución de la<br />

intervención del Estado por un sector privado casi inexistente, ni por las asociaciones de la<br />

sociedad civil, que desempeñan más bien un papel reivindicativo que contribuye a aumentar<br />

la presión sobre el Estado. Ahora bien, éste se ve cada vez más debilitado por las presiones<br />

populares y los imperativos internacionales sin que tenga la capacidad de satisfacer ni unas ni<br />

otros. Frente a esta situación, el Banco Mundial, uno de los más fervorosos defensores del<br />

liberalismo, exhortó, en su informe de 1997 sobre el desarrollo en el mundo, a una<br />

rehabilitación del papel del Estado a fin de luchar contra las desigualdades sociales mediante<br />

nuevos modos de protección colectiva.<br />

El concepto de modernidad constituye también uno de los envites de las relaciones entre<br />

Occidente y el resto del mundo, en particular el mundo arábigo-musulmán, e interesa en<br />

primer lugar al diálogo euroárabe. El estancamiento del mundo musulmán en materia de<br />

desarrollo ha tendido a crear un antagonismo entre modernidad y tradición, y a sugerir una<br />

doble relación antinómica: el Occidente moderno y el Islam tradicionalista por naturaleza.<br />

Leclerc rechaza esta representación y cuestiona más bien el proceso “exógeno” de<br />

modernización experimentado, entre otros, por los países arábigo-musulmanes (Leclerc, 2000,<br />

págs. 322 y 323, y 327-333). Apenas se hace la distinción entre modernidad y modernización,<br />

algunos autores relacionan más bien a la modernización con los aspectos técnicos y<br />

tecnológicos, y a la modernidad con las cuestiones culturales y de civilización; pero esta<br />

distinción no resulta muy convincente en las aplicaciones cotidianas de ambas nociones, que<br />

tienden a confundirse. Otros autores tratan de atenuar el rigor de la dominación a que remite<br />

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