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PERSPECTIVAS 128 - International Bureau of Education - Unesco

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de un guardián. Los pacientes, a quienes se les proporcionaba ropa limpia, recibían<br />

medicamentos y comida gratuitas bajo la supervisión de los médicos hasta su curación.<br />

En el libro Al Hisba, Ibn al Ojoua describió el ingreso de un paciente en el servicio de<br />

medicina ambulatoria para consultar a un médico. Señaló, en un texto muy importante:<br />

El facultativo interroga al paciente sobre la causa de su enfermedad y los dolores que lo aquejan. Le prepara<br />

jarabes y otras drogas, y entrega una copia de la receta a los familiares que lo acompañan. Al día siguiente, lo<br />

vuelve a examinar, observa las medicinas, le pregunta si se siente mejor y, según se encuentre, le aconseja en<br />

función de su estado. El examen se repite todos los días hasta que el paciente sane o fallezca. Si el paciente sana,<br />

el galeno cobra.<br />

Cuando el paciente fallecía, la familia se dirigía al médico jefe del hospital y le presentaba las<br />

recetas del facultativo. Si aquél consideraba que el galeno había actuado concienzudamente,<br />

informaba a la familia que la muerte se debía a causas naturales. En cambio, si pensaba lo<br />

contrario, les decía: “Debéis cobrar al médico una indemnización por la muerte de vuestro<br />

pariente, porque ha fallecido por su mal desempeño y negligencia”. Merced a ese método<br />

honorable, los pacientes tenían la seguridad de estar atendidos por médicos experimentados y<br />

con una sólida formación.<br />

Rápidamente se comprendió que los bimaristanes tendrían que ser diferentes en función<br />

de su cometido. Los bimaristanes creados para atender heridos de guerra eran distintos de los<br />

que se construían para pacientes que sufrían enfermedades mentales, o que provenían de las<br />

caravanas comerciales, de la peregrinación a la Kaba, etc.<br />

Las reuniones de enseñanza de la medicina<br />

Las reuniones de enseñanza se extendieron por el mundo islámico de manera metódica. A<br />

veces las organizaban los propios médicos, pero por lo general era el Estado el que lo hacía.<br />

Siempre ha sido así. Sabemos que la reputación de un científico depende de sus seguidores y<br />

de la influencia que ejerce en sus discípulos; por ello, siempre se esmeran por impartir clase<br />

de manera original.<br />

Los métodos docentes de los médicos árabes tenían características propias. Abu Bakr al<br />

Razi (Razes) fue probablemente uno de los mejores facultativos de su tiempo que consignó<br />

por escrito, para las generaciones posteriores, los conocimientos esenciales que todo médico<br />

debía poseer y que los pr<strong>of</strong>esores debían grabar en las mentes de los discípulos. No sólo se<br />

trataba de enseñanzas teóricas, sino también producto de la experiencia y la práctica. Abu<br />

Bakr al Razi era el mejor médico clínico de su tiempo y también un buen pr<strong>of</strong>esor de<br />

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