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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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El mito de Odiseo, que ha sido y continúa siendo en extremo influyente a<br />

nivel intelectual y político en América <strong>La</strong>tina, consiste básicamente en atribuir a<br />

otros, y no a nosotros mismos, la causa de nuestros reiterados fracasos<br />

históricos, de nuestras repetidas fallas en el intento de construir sociedades<br />

libres, con sólidas instituciones democráticas, economías pujantes y prósperas,<br />

con un sector empresarial innovador y una administración estatal sana y<br />

productiva. Esos “otros” cambian a lo largo de nuestra historia; unas veces ha<br />

sido la herencia colonial, otras el imperialismo o la dependencia, pero la idea<br />

central es siempre la misma: nuestros males vienen de afuera, y sólo el<br />

florecimiento de nuestra identidad nos realizará plenamente.<br />

En torno a este segundo mito, Carlos Rangel ha escrito un par de libros<br />

demoledores, cuyos poderosos razonamientos sería superfluo repetir aquí. (6) Sin<br />

embargo, en vista de la trascendencia <strong>del</strong> tema y su impacto sobre las teorías<br />

económicas en boga en nuestro medio -especialmente las tesis de la<br />

dependencia y el Nuevo Orden Económico Internacional- será motivo de análisis<br />

en secciones posteriores de este trabajo. En síntesis, y por razones que<br />

expondré oportunamente, respondo al mito de Odiseo con estas frases de<br />

Polibio: “Siempre que sea posible hallar las causo reales de lo que ocurre, uno<br />

debe evitar recurrir a los dioses” .(7) En otras palabras, los problemas de<br />

<strong>La</strong>tinoamérica en general, y de Venezuela en particular, no sólo tienen raíces<br />

esencialmente autóctonas, sino que, además, es necesario hacer todo lo posible<br />

por evitar caer en la trampa ideológica (el mito) de atribuir a otros la culpa por<br />

nuestras fallas y deficiencias, ya que ello no es otra cosa que contribuir a la<br />

mentira o apelar a la verdad sólo a medias.<br />

Los orígenes <strong>del</strong> mito de la redención y su corolario de especulaciones<br />

acerca de nuestra identidad y madurez (o falta de ella) para ser libres, se<br />

hunden profundamente en nuestra evolución histórica. Desde los albores de la<br />

independencia hasta nuestros días el mito ha sido el producto <strong>del</strong> abismo que<br />

se ha puesto de manifiesto entre nuestras expectativas de libertad política<br />

(doméstica) y progreso social y económico, por un lado, y de otro lado las<br />

duras realidades <strong>del</strong> atraso, las guerras civiles, la violencia política, el<br />

aplastamiento de las libertades, los desequilibrios y divisiones sociales que han<br />

sido constantes en nuestro proceso evolutivo como pueblos con algunas<br />

diferencias, desde luego, entre diversas naciones latinoamericanas. De este<br />

abismo ha surgido una especie de visión trágica de nuestra historia, que se<br />

caracteriza tanto por la eterna búsqueda de una identidad jamás hallada, así<br />

como por la tentación de definirnos en función de un rechazo a la civilización y<br />

mundo cultural al que fundamentalmente nos debemos -Occidente-, y a su más<br />

legítimo legado político: el ideal de una sociedad de hombres libres en un<br />

marco de leyes iguales para todos.<br />

______________<br />

(6) Se trata de sus dos obras, ya citadas, El Tercermundismo y Del Buen Salvaje al Buen<br />

Revolucionario.<br />

(7) Citado por Carr, p. 74

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