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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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Como ideología política el social cristianismo ha evolucionado en términos<br />

bastante paralelos a la doctrina social de la Iglesia, y por ello refleja algunas de<br />

sus virtudes y defectos, particularmente en su versión latinoamericana. Entre<br />

las primeras cabe señalar el sentido de búsqueda y la inquietud por la reforma<br />

político-social, todo lo cual, si se canalizase adecuadamente, podría servir de<br />

base para una propuesta política a la vez sensata y eficaz. <strong>La</strong>s dificultades sin<br />

embargo -al igual que con la socialdemocracia- derivan de los perjuicios contra<br />

la economía de mercado, a favor <strong>del</strong> estatismo, y contra la noción liberal de la<br />

política que exalta al individuo y limita el rol de las agrupaciones políticas y de<br />

la intervención estatal en la vida ciudadana. En su doble propósito de enfrentar<br />

los problemas <strong>del</strong> capitalismo y la oferta revolucionaria socialista, el<br />

pensamiento socialcristiano se ha impregnado en nuestro país de la mitología<br />

populista, la cual, en lugar de servir de guía para una acción política<br />

constructiva sólo acentúa la demagogia y la ineficacia económicas. El caso <strong>del</strong><br />

régimen presidido por Eduardo Frei en Chile y los gobiernos de Copei en<br />

Venezuela son ejemplos elocuentes de esto.<br />

En Alemania e Italia, a pesar de, todos los obstáculos, los partidos demócrata<br />

cristianos han actuado según una visión distinta de la política y la economía,<br />

cercana a la perspectiva anti-socialista y liberal de un sector de la<br />

socialdemocracia, con resultados en general bastante aceptables. <strong>La</strong> terrible<br />

incompetencia y corrupción de la democracia cristiana italiana en años recientes<br />

es producto <strong>del</strong> desgaste luego de tres décadas de mando en base al miedo a<br />

la alternativa comunista. Sin embargo, en ambos casos se trata de democracias<br />

no-populistas, donde los partidos evitan crear expectativas excesivas en el<br />

electorado y se comportan de acuerdo aun sentido más realista <strong>del</strong> potencial y<br />

los límites de la acción <strong>del</strong> gobierno. Pero en Venezuela, Copei, al igual que AD,<br />

ha sido hasta ahora incapaz de dejar de lado los mitos populistas y de elaborar<br />

un proyecto dirigido a acrecentar su capacidad de gerenciar eficazmente el<br />

capitalismo de Estado venezolano, y ello, aunque parezca paradójico, exige<br />

desestatizar gradualmente la economía, romper los vínculos entre el Estado y el<br />

sector parasitario <strong>del</strong> empresariado, aclarar las reglas de juego económico,<br />

alentar los mecanismos de mercado, restaurar la confianza y castigar la<br />

corrupción. El reto para AD se plantea en forma muy semejante, y la<br />

renovación ideológica de este partido está planteada con urgencia, una<br />

renovación que abandone concepciones anacrónicas para una Venezuela de<br />

opulencia y despilfarro que ya se está acabando, y se adapte a la realidad<br />

emergente de una nación que está, por obligación y no por escogencia,<br />

dejando atrás su pasado rentista.<br />

Esto no será fácil; no hay que perder de vista que el sistema populista ha<br />

dado a los partidos políticos que nos han gobernado extraordinarios beneficios,<br />

basados en el clientelismo y la corrupción. <strong>La</strong> extensión constante de las<br />

funciones <strong>del</strong> Estado y el acrecentamiento de los recursos a disposición <strong>del</strong><br />

mismo guardan una relación directa con el aumento <strong>del</strong> poderío de las<br />

organizaciones políticas que lo controlan. No obstante, estoy convencido de que<br />

dentro de estos partidos existen numerosos individuos con voluntad de actuar<br />

firme y decididamente en función de los intereses <strong>del</strong> país, y no exclusivamente<br />

de una u otra tolda política. Para estos hombres y mujeres el obstáculo clave

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