La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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Debo enfatizar que el autor se refiere aquí al mito de la igualdad de<br />
condición personal e ingresos económicos en una sociedad libre, y no a la<br />
igualdad de los ciudadanos ante la ley, en tomo a cuyo valor e importancia, por<br />
supuesto, coincidimos todos los que creemos en la libertad y la dignidad<br />
humanas. En este -último sentido, la idea de igualdad ha cumplido un<br />
extraordinario papel en la historia como fuerza liberadora, y ha hecho posible<br />
afirmar el respeto que como seres humanos merecen todos los hombres y<br />
mujeres así como el deber ético de una sociedad libre hacia sus miembros<br />
menos favorecidos. Mas este concepto de igualdad debe diferenciarse<br />
nítidamente <strong>del</strong> igualitarismo demagógico que con frecuencia enarbolan los que<br />
hablan superficialmente de justicia social, como una condición de igualdad de<br />
ingresos entre los miembros de una sociedad libre; así mismo, la idea de<br />
igualdad ante la ley debe distinguirse <strong>del</strong> también muy ambiguo concepto de<br />
igualdad de oportunidades.<br />
En una sociedad libre, donde las posibilidades de superación por definición<br />
están en líneas generales abiertas crecientemente a sus miembros, la noción de<br />
igualdad de oportunidades es obviamente incompatible con la posibilidad de<br />
que se genere una sustancial igualdad de ingresos entre sus diversos<br />
integrantes. Esto es así, como señala Bauer, porque los individuos y grupos<br />
difieren notoriamente en cuanto a sus aptitudes y motivaciones personales en<br />
todos los ámbitos, entre ellos el económico. Una sociedad libre puede de hecho<br />
-debido a Su capacidad de generar mayor riqueza que cualquier otro sistema-<br />
reducir las desigualdades económicas y sociales más eficazmente que las<br />
sociedades cerradas, totalitarias o de castas, pero es inevitable que las<br />
diferencias entre individuos y grupos persistan. “Sólo la creencia de que las<br />
motivaciones y aptitudes de todo el mundo son las mismas -una creencia que<br />
puede tener graves consecuencias para la libertad- sostiene la noción de que<br />
una sociedad abierta es prácticamente sinónima con la igualdad económica...<br />
(tal creencia) se deriva de la doctrina de la igualdad natural de hombre. De<br />
acuerdo a esta idea, todos somos iguales excepto por diferencias en riqueza y<br />
educación... y sólo las diferencias económicas entre la gentes’ tienen verdadera<br />
relevancia. Al mismo tiempo se asume que estas diferencias pueden ser<br />
removidas sin cambiar el comportamiento de la gente y sin afectar<br />
significativamente su desempeño económico. <strong>La</strong> creencia en que la persistencia<br />
de desigualdades económicas en las sociedades abiertas es algo normal o<br />
accidental termina usualmente conduciendo a la adopción de medidas<br />
impositivas y de coacción que de hecho van en contra de la igualdad ante la ley<br />
o <strong>del</strong> mantenimiento de la igualdad de oportunidades. (12) Esto ocurre así, pues<br />
aún en condiciones de alta movilidad social y creciente igualación de<br />
oportunidades de acceso a la educación y a la competencia y progreso<br />
económicos en tina sociedad abierta, aún -repito- en tales condiciones,<br />
continúan existiendo diferencias que provienen <strong>del</strong> talento, las aptitudes y la<br />
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(12)P. T. Bauer, Equality, The Third World and Economic Delusion, Methuen, London, 19 8 1, p.<br />
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