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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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económico de las regiones avanzadas <strong>del</strong> globo, y los seres humanos más<br />

pobres son aquéllos con el menor contacto exterior: los aborígenes, pigmeos, y<br />

habitantes de zonas desérticas y casi impenetrables. (15)<br />

Destacar estas realidades de ninguna manera implica desconocer el lado<br />

negativo <strong>del</strong> colonialismo -fenómeno que, como ya dije, ha sido complejo y de<br />

efectos muy variables-, y mucho menos sostener que las relaciones económicas<br />

entre los pueblos, antes y ahora, se mueven de acuerdo a motivaciones<br />

altruistas, de beneficencia pública o caridad cristiana. Desde luego que esto no<br />

es así. Pero lo que sí implica mi línea de argumentación es que hay que salirle<br />

al paso a cierta mitología tercermundista, que distorsiona la historia con fines<br />

políticos y añade munición al arsenal de excusas de nuestras élites dirigentes.<br />

Se trata entonces de no perder de vista que la prosperidad de los ahora países<br />

avanzados se debe principalmente a la presencia en estas sociedades de una<br />

mayor cantidad de recursos y actitudes productivas, en particular de recursos<br />

humanos, y que además, tales recursos han contribuido también en forma<br />

significativa al progreso material amplias zonas <strong>del</strong> Tercer Mundo. Fue a partir<br />

de la expansión económica internacional de los países industrializados cuando,<br />

por un lado, la productividad <strong>del</strong> trabajo humano se incrementó a niveles jamás<br />

antes experimentados, y se concretó más firmemente la posibilidad de atacar<br />

eficazmente la <strong>miseria</strong> en amplias áreas <strong>del</strong> planeta, y, por otro lado, estas<br />

regiones se abrieron a las oportunidades de progreso elevando así las<br />

aspiraciones materiales y espirituales de la mayor parte de la humanidad. (l6)<br />

A la exageración de la influencia de factores externos sobre los procesos<br />

económicos en el Tercer Mundo, la tesis de la dependencia añade la<br />

minimización de los factores de tipo interno. Al respecto merece la pena citar<br />

extensamente a Bauer: “Antes de la independencia” -escribe refiriéndose sobre<br />

todo a Asia y África- los políticos locales en numerosas colonias atribuían la<br />

pobreza y atraso tecnológico de sus países a su status colonial, en particular a<br />

la explotación de que acusaban a los poderes metropolitanos... De esta forma<br />

los políticos generaban expectativas excesivas de prosperidad que<br />

presuntamente se materializarían una vez alcanzada la independencia. En vista<br />

de que la supervivencia política y aún física de los líderes en muchos países<br />

subdesarrollados puede en ocasiones depender de su habilidad para explicar la<br />

continua frustración de tales expectativas, el camino más fácil de lograrlo<br />

consiste en invocar responsabilidades externas... Tales alegatos desvían la<br />

atención de la gente de los factores reales que determinan la pobreza material<br />

y de las dificultades que existen para removerlos eficazmente. Más aún, la<br />

supuesta necesidad de combatir esas siniestras fuerzas externas es utilizada<br />

para justificar la introducción de políticas dirigidas a ampliar el control estatal<br />

sobre la economía, y de esa manera acrecentar el poder de políticos, burócratas<br />

e intelectuales que favorecen esas medidas colectivizadoras”. (17)<br />

________________<br />

(15) Véase Bauer, Equality... pp.66-85<br />

(16) Dubuc, Hay Salida, p. 7<br />

(17) Bauer, Dissent.., pp. 159-160

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