La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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institucionales y éticos en que, precariamente, se venía sosteniendo nuestro<br />
sistema de libertades. Para ser justos, es indispensable decir que los cinco años<br />
posteriores, bajo el mando <strong>del</strong> partido Copei, complementaron una década de<br />
desaciertos y desencanto de serias repercusiones para Venezuela.<br />
Si algo no puede criticársele a Carlos Andrés Pérez en cuanto a su gestión de<br />
gobierno se refiere, es la absoluta franqueza con que reiteradamente explicó la<br />
naturaleza de su estilo y propósitos. Como dijo en una alocución <strong>del</strong> 29 de<br />
Junio de 1974, “Así actuará mi gobierno: ¡a<strong>del</strong>ante! en el camino<br />
enderezaremos las carga” Y luego sostuvo: “Hay que andar... al paso de la<br />
historia. Cuanto más aprisa mejor, y si tenemos que correr, correré hacia<br />
a<strong>del</strong>ante para lograr la grandeza de nuestra Patria”. (4) Su objetivo fue lograr lo<br />
que llamó, con característica inmodestia, <strong>La</strong> Gran Venezuela’, y dijo: ...”esta<br />
década de los años 70 es la oportunidad histórica que se le ha abierto de<br />
manera definitiva a nuestra patria para llevar a<strong>del</strong>ante el proceso de<br />
crecimiento firme que nos coloque entre los grandes países industrializados de<br />
la tierra y en uno de los soportes de la liberación económica de la América<br />
<strong>La</strong>tina “’ (5) ¡Nada menos! Lo que no se entiende es cómo pretendían reconciliar<br />
el Presidente Pérez y su equipo de gobierno las ideas de “austeridad” y “criterio<br />
de escasez” con un objetivo tan desproporcionado, no sólo respecto a las<br />
características y recursos -materiales y humanos- reales (no ficticios) de<br />
Venezuela, sino también, muy probablemente, a nuestro verdadero interés<br />
nacional.<br />
En efecto: cuando cuestiono el objetivo definido por el ex-Presidente Pérez<br />
como “’la Gran Venezuela ‘me estoy refiriendo a una cierta forma de concebir al<br />
país y su futuro, que se encarnó de manera particularmente notoria en la<br />
gestión de su gobierno, pero que todavía sobrevive en la mentalidad y<br />
ambiciones de un número no subestimable de venezolanos. Un país puede ser<br />
grande de muchas formas, y ciertamente, ser un poder industrial no es la única<br />
de ellas. Venezuela, con su relativamente pequeña población, su amplio<br />
territorio y recursos, su clima en general benéfico, y su régimen de libertades,<br />
podría aspirar, y debería aspirar, a construir una economía sólida, capaz de<br />
sostenernos y de comprar afuera lo que no podamos producir por razones de<br />
costos o de insuficiencias tecnológicas; una sociedad equilibrada, sin extremos<br />
de riqueza y pobreza, que se ocupe de los más débiles pero que no por ello<br />
restrinja a los más capaces; una sociedad que produzca lo que consume y que<br />
no se caracterice, como ahora, por la opulencia exagerada de unos pocos; y, en<br />
fin, un orden político estable y democrático, basado en el respeto a las leyes,<br />
en valores nacionalistas dignos y moderados, y no en una retórica exaltada y<br />
falsificadora de la realidad de las cosas. Ser grande no implica asemejarse a los<br />
superpoderes, ni siquiera a poderes medios <strong>del</strong> actual sistema internacional.<br />
Venezuela, hay que convencerse de ello, y no hay porque avergonzarse de ello,<br />
en un país pequeño de importancia relativamente secundaria en el contexto<br />
mundial.<br />
_______________<br />
(4) Ibidi pp. 296, 3 00.<br />
(5) Ibid, Vol.2, p. 190 (Énfasis A.R). Véase también, pp. 10- 11, 14, 55,126,<br />
y Vol. 1, pp. 24-25, 341-347, 432-433, 540-541, 545, 580.