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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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con recursos provenientes <strong>del</strong> exterior de ella; es decir, no necesariamente con<br />

el producto de una economía sólida y equilibrada, sino con los beneficios -<br />

controlados por el Estado- <strong>del</strong> sector primario- exportador. Es claro, entonces, y<br />

se ha dicho muchas veces, que la supervivencia de la democracia populista en<br />

Venezuela se explica en buena medida -aunque no exclusivamente- por la gran<br />

capacidad de maniobra que ha otorgado al Estado la renta petrolera, la cual le<br />

ha posibilitado-al menos hasta tiempos recientes- dar algún tipo de respuesta,<br />

aunque sea mínima, a las expectativas múltiples y encontradas de grupos<br />

diversos y con demandas que con frecuencia no están en armonía. <strong>La</strong> fragilidad<br />

fundamental de la democracia venezolana está en que se basa en la esperanza<br />

generalizada de un progreso socioeconómico, continuo por parte de todos los<br />

grupos sociales, en tanto que la economía no ha podido dejar de ser postiza,<br />

pues se trata de una economía esencialmente rentista, de altos costos y<br />

bajísima productividad. A pesar de que el juego de acrobacia <strong>del</strong> Estado con la<br />

población ha dado resultados medianamente satisfactorios por dos décadas -en<br />

cuanto a la participación política, movilidad social y acceso a recursos- ya se<br />

hacen evidentes alarmantes signos de descomposición debido al deterioro en<br />

los términos de intercambio (tendencia a la baja en los precios <strong>del</strong> petróleo), al<br />

agotamiento de la sustitución de importaciones, a la estrechez de los mercados<br />

internos, y finalmente al aumento ineluctable de las demandas distributivistas<br />

de todos los sectores, estimulados en sus ilusiones por la demagogia populista<br />

que ha venido caracterizando por años los procesos electorales <strong>del</strong> país. En<br />

Venezuela ya existen estos estrangulamientos <strong>del</strong> desarrollo, a los que se añade<br />

el fracaso, cada día más patente, de las ambiciosas políticas de inversión <strong>del</strong><br />

Estado, que presuntamente harían menos rentista nuestra economía erigiendo<br />

una plataforma autosostenida de producción industrial pesada (no-petrolera).<br />

Como resultado, el presupuesto nacional se disipa en gran parte en gastos<br />

improductivos, la deuda crece desmesuradamente, la moneda pierde<br />

paulatinamente su valor y la inflación y el desempleo comienzan a golpear<br />

duramente a la ciudadanía.<br />

Desde luego, la democracia venezolana no sólo cuenta con un basamento<br />

económico, sino también con el pilar de sustentación que se deriva <strong>del</strong> apoyo<br />

mayoritario de la ciudadanía, de la disposición de nuestra gente a vivir en una<br />

atmósfera de libertades públicas, y la conciencia de los altos costos de toda<br />

índole que implican las salidas dictatoriales. No obstante, el cuadro que ha<br />

comenzado a perfilarse en nuestro país es en extremo preocupante, pues<br />

combina los efectos de una economía distorsionada, una sociedad hondamente<br />

desigual, un marco institucional ineficiente y en creciente desprestigio, con un<br />

enorme cúmulo de expectativas generadas por los partidos políticos, en<br />

particular AD y Copei, a través de dos décadas de exaltación populista, que han<br />

dejado a la nación y sus líderes en condiciones poco propicias para enfrentar las<br />

cambiantes circunstancias de nuestro presente histórico. <strong>La</strong> cruda realidad<br />

indica que en 25 años de democracia hemos extraído alrededor de 27.000<br />

millones de barriles de petróleo y desembolsado un gasto fiscal que alcanza<br />

unos 700.000 millones de bolívares, y sin embargo, no hemos sido capaces de<br />

cimentar una nación que viva <strong>del</strong> producto de una economía no-rentista, con<br />

una sociedad equilibrada y un marco legal respetado y eficaz, todo lo cual nos

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