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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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De aquí se deriva mi convicción de que en Venezuela es posible actuar en<br />

política de acuerdo a una perspectiva distinta, no populista, de la democracia,<br />

enarbolada por un nuevo liderazgo. <strong>La</strong> tarea de los próximos capítulos será<br />

esbozar algunos de los principios teóricos y rasgos prácticos que a mí modo de<br />

ver deben caracterizar esa concepción alternativa de la democracia.<br />

Libertad, Orden, Justicia<br />

Me he propuesto trazar en sus rasgos esenciales el perfil de una democracia<br />

posible para Venezuela. No obstante, no asumo esta tarea con el espíritu de<br />

construir un mo<strong>del</strong>o utópico (en el sentido Popperiano <strong>del</strong> término) hacia el cual<br />

forzar el destino histórico <strong>del</strong> país, sin importar los costos y consecuencias.<br />

Como con acierto apuntaba Popper, la búsqueda de utopías en política<br />

usualmente desemboca en la tiranía, pues el deseo de perfección es la raíz <strong>del</strong><br />

mesianismo, y éste, a su vez, siempre genera intolerancia y violencia. (1) Al<br />

contrario, mi visión de la democracia se basa en una idea de la política que si<br />

bien de ninguna manera rechaza la voluntad de cambio y superación en función<br />

de ciertos ideales, al mismo tiempo acepta el sano escepticismo y la sabia<br />

modestia <strong>del</strong> verdadero liberalismo, plasmados en las obras de pensadores<br />

como Hayek, Popper, y Bauer en nuestro tiempo, y previamente, entre otros,<br />

Hume y Kant. Esta línea de pensamiento político -para tomar prestada la<br />

excelente descripción de un autor venezolano- “se fundamenta en una bien<br />

reflexionada desconfianza en la ilusión de que los seres humanos son por<br />

naturaleza únicamente buenos y sensatos, y en la observación de que el poder<br />

ejercido sin freno ni restricción rápidamente toma en monstruos hasta a los<br />

hombres mejor intencionados. De allí el rechazo liberal a las fórmulas de<br />

ordenación social que o bien estimule la demagogia populista, o bien tiendan a<br />

depositar en un hombre o una oligarquía (por ejemplo un partido único) un<br />

poder de coerción mayor al mínimo indispensable. Es decir que, en contraste<br />

con las religiones y las utopías, el liberalismo ni promete salvación ni ofrece la<br />

realización <strong>del</strong> bien absoluto en este mundo. No cree en una mutación histórica<br />

mediante la cual queden resueltos de una vez por todas los conflictos de<br />

individuos y grupos entre sí y con el Estado, pero sí en la posibilidad de un<br />

constante examen y una permanente conciliación de esos conflictos, a la luz de<br />

la experiencia y la razón, con respeto a la tradición ya la costumbre, y bajo el<br />

imperio de un cuerpo de leyes lo menos complicado posible. Esas leyes deben<br />

ser de factible cumplimiento, para que sean normalmente acatadas con un<br />

mínimo de coerción.<br />

______________________<br />

(1)Popper, Conjectures and Refutations, pp. 356-362

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