La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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Introducción<br />
Petróleo y Populismo.<br />
I<br />
NATURALEZA DEL DESAFIO VENEZOLANO<br />
En un artículo de prensa escrito con motivo <strong>del</strong> estreno de su famosa pieza<br />
teatral “<strong>La</strong> Muerte de un Viajante”, el dramaturgo norteamericano Arthur Miller<br />
definió la esencia de la tragedia como la dislocación de la imagen que cada<br />
quien tiene de sí mismo”. 1 Esta es una idea poderosa, que no sólo se ajusta a<br />
la realidad de los individuos sino también a la de las naciones enteras.<br />
Posiblemente, la esencia <strong>del</strong> malestar y la desconfianza que se han instalado<br />
entre un amplio sector de venezolanos en tiempos recientes, y que tienden a<br />
crecer día a día, tiene sus raíces en la progresiva y persistente dislocación que<br />
viene experimentando la imagen que nos habíamos hecho <strong>del</strong> país,<br />
particularmente durante la década que se inició a partir de 1973.<br />
El camino desde los sueños de la Gran Venezuela, el Nuevo Orden Económico<br />
Internacional, y el papel protagónico de Venezuela en el mundo, hasta la dura<br />
realidad <strong>del</strong> endeudamiento, la devaluación de la moneda, la pérdida de la<br />
credibilidad de las organizaciones y líderes políticos democráticos, el deterioro<br />
institucional, el incremento <strong>del</strong> clientelismo partidista y la constatación de que<br />
la corrupción se ha generalizado en el país, ese camino, repito, desde el<br />
reconfortante mundo de las ilusiones hasta la severa coyuntura en que ahora<br />
nos encontrarnos ha sido excesivamente rápido y traumatizante. Sin embargo,<br />
la misma severidad <strong>del</strong> cambio, la crudeza y velocidad de1 descenso, aún no<br />
han permitido que surja entre el liderazgo nacional una imagen alternativa, a la<br />
vez clara y consistente, sobre el país que tenemos y el que deseamos crear.<br />
Lentamente hemos caído en cuenta de que en esos años atravesamos una<br />
etapa de desmesuradas fantasías, de espejismos, de expectativas falsas, de<br />
autoengaño y retórica artificial que dañaron hondamente lo que quizás<br />
podríamos denominar el alma nacional, que no es otra cosa que nuestra<br />
imagen de nosotros mismos. Pero no es fácil, en base a esta toma de<br />
conciencia, dar inicio a un proceso de rectificación a fondo bajo la gula de un<br />
proyecto nacional diferente, que preserve los logros <strong>del</strong> pasado pero que<br />
1 Arthur Miller, “Tragedy and the Common Man”. The New York Times, , 27 February 1946.