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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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como ese documento casi alucinante por su desmesura que es el V Plan de la<br />

Nación. Lo grave es que el gobierno no se quedó en pura retórica, lo cual, tal<br />

vez, habría sido menos dañino, sino que el país se lanzó casi desaforadamente<br />

tanto en su estrategia interna como externa en pos <strong>del</strong> espejismo de la Gran<br />

Venezuela, con resultados, en lo fundamental, sumamente negativos para el<br />

país.<br />

Los venezolanos, para usar la hermosa -y terrible- frase de Karl Deutsch,<br />

cometimos el “pecado de orgullo” (“the sin of pride”), que consiste en<br />

percibirse a sí mismos en términos desproporcionados respecto al mundo que<br />

nos rodea. Este pecado -en relación a la política envuelve la sobreestimación de<br />

la organización (en este caso, al país, AR.) en comparación al ambiente en que<br />

se desenvuelve, de sus métodos de acción pasados (en este caso, el <strong>populismo</strong>,<br />

AR) por encima <strong>del</strong> compromiso a usar alternativas, y de su actual voluntad y<br />

situación interna por encima de las posibilidades de un cambio verdaderamente<br />

sustancial”. (12) Lo contrario <strong>del</strong> pecado de orgullo es la actitud de humildad, que<br />

de ninguna manera debe interpretarse como pasividad, timidez, o cobardía,<br />

sino en sentido positivo como una conciencia de los límites de la acción política,<br />

y una disposición razonable a aceptarla realidad de la falibilidad humana. <strong>La</strong><br />

idea de que en el camino se enderezan las cargas ilustra nítidamente el<br />

significado <strong>del</strong> pecado de orgullo: los dirigentes que enrumbaron al país esos<br />

años jamás se preguntaron qué ocurriría si sus ambiciosos proyectos<br />

fracasaban -excepto, claro está, desde una perspectiva mesiánica-, según la<br />

cual, si lo que yo propongo no funciona, entonces se acabará la democracia (la<br />

versión populista de: “ápres moi, le déluge”). Y hay que tener claro que nadie -<br />

entre los grupos organizados- puede sentirse totalmente libre de culpa, pues<br />

además de un gobierno desacertado tuvimos un empresariado en buena<br />

medida parasitario, un sindicalismo de cortas miras, y una oposición confusa,<br />

dividida, e incapaz de presentar con firmeza y valentía ante la nación una<br />

alternativa no populista frente a las temerarias pretensiones de la Gran<br />

Venezuela.<br />

Nos ocurrió un fenómeno que ha sido común en <strong>La</strong>tinoamérica en décadas<br />

recientes, con la diferencia que, en nuestro caso, alcanzó mayor intensidad.<br />

Como señala Hirschman, es perfectamente posible que en ocasiones, la<br />

articulación de problemas y la formulación de soluciones a los mismos se<br />

incrementen en forma independiente de lo que efectivamente está teniendo<br />

lugar en la sociedad y la economía. A partir de 1945 las sociedades<br />

latinoamericanas, y entre ellas Venezuela, han sido sometidas a un torrente sin<br />

precedentes de soluciones estructurales; ha habido una verdadera inundación<br />

de proyectos de cambio radical, de planes de desarrollo integral, y de<br />

propuestas para la reforma global y los remedios definitivos, que han creado<br />

una inflación de soluciones aún más aguda que, la de los propios problemas.<br />

Esto ha traído como consecuencia una cada vez mayor frustración, en vista de<br />

que constantemente aumenta el abismo entre la realidad de nuestras<br />

sociedades y la dimensión de las tareas que permanentemente se les proponen.<br />

________________<br />

(12) Karl Deutsch, The Nerves of Government, pp. 229-230.

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