La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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sometidos a dictaduras) para lograr salidas democráticas que no se<br />
empantanen en las falsas ilusiones <strong>del</strong> socialismo revolucionario o el<br />
autoritarismo militar.<br />
<strong>La</strong>tinoamérica es un continente lleno de tragedias, y así son casi todos. Hay<br />
que luchar por la dignidad, la independencia, el orden, la justicia, la libertad.<br />
Todo esto es verdadero. Pero no siempre los combates se llevan a cabo como<br />
queremos. No se trata de rechazar la poesía sino de entender que con una<br />
política mágica, hecha de emociones, mitos y sueños, se corteja la derrota y se<br />
siembran las semillas de la frustración. En todas partes donde se ha aplicado, el<br />
socialismo ha resultado en opresión y se ha demostrado incompatible con la<br />
libertad y la democracia. Este resultado es intrínseco e inevitable en un sistema<br />
que suprime, en lugar de regular, la libertad económica y que se basa en la<br />
agudización de las luchas sociales. No hay ninguna razón para pensar que el<br />
experimento socialista pueda producir otros resultados en América <strong>La</strong>tina. Los<br />
catastróficos resultados de las dictaduras militares, por otra parte, son obvios<br />
para cualquier persona con un mínimo de sentido crítico y respeto por la<br />
dignidad humana.<br />
<strong>La</strong> racionalidad no es patrimonio exclusivo de ningún pueblo, y tampoco la<br />
irracionalidad. Los latinoamericanos debemos dejar de lado esa visión de las<br />
cosas que nos atribuye el monopolio de las emociones, de la capacidad de<br />
tener ideales, en fin, de la estética de la vida, y que nos concibe como antiracionales.<br />
Somos lo que hemos logrado ser, y está en nosotros, y en nadie<br />
más, transformarlo. En tal sentido debo admitir que así como existen<br />
numerosos casos similares al de García Márquez, también hay otros -como el<br />
<strong>del</strong> notable escritor peruano Mario Vargas Llosa- que demuestran la voluntad de<br />
destacados intelectuales de nuestro continente de no ceder a las tentaciones<br />
<strong>del</strong> mito de la redención, de rechazar los mesianismos de derecha a izquierda,<br />
mantenerse firmes en la defensa de la libertad, y de enfatizar que -en palabras<br />
de Vargas Llosa “<strong>La</strong>s soluciones verdaderas a los grandes problemas... no serán<br />
nunca... productos de una recomposición apocalíptica de la sociedad, sino<br />
básicamente pragmáticas, parciales, progresivas, un proceso continuo de<br />
perfeccionamiento y reforma, como el que ha hecho lo que son, hoy, los países<br />
más vivibles (o, los menos invivibles) <strong>del</strong> mundo: esas democracias <strong>del</strong> Norte,<br />
por ejemplo, cuyo progreso anodino es incapaz de entusiasmar a los... amantes<br />
de terremotos”. (40)<br />
Siguiendo la pista a estas ideas, así como es indispensable combatir a los que<br />
argumentan que no somos capaces de ser libres debido a nuestra inmadurez,<br />
es también necesario salir al encuentro de aquéllos que -con mayor<br />
sofisticación pero aún menor sentido histórico- nos suman al así llamado Tercer<br />
Mundo, que incluye países extraordinariamente disímiles en innumerables<br />
_______________<br />
(40) Mario Vargas Llosa, Contra Viento y Marea, Editorial Seix Barral, S.A., Madrid, 1983, pp.<br />
278-279