La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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su contribución a la crisis, y en segundo lugar dar forma a una visión lo mas<br />
precisa posible <strong>del</strong> tipo <strong>del</strong> país que queremos crear hacia el porvenir.<br />
Venezuela ha avanzado en diversos aspectos, pero hemos pagado altos<br />
costos por ello y hemos despilfarrado en gran parte la talvez irrepetible<br />
oportunidad histórica que nos abrió la etapa de la bonanza petrolera. Dos<br />
factores claves explican el proceso evolutivo de la democracia venezolana:<br />
petróleo y <strong>populismo</strong>. El petróleo nos ha dado en apariencia la posibilidad de<br />
crecer aceleradamente y atacar a la vez numerosos problemas de toda índole<br />
en lo social, económico y político, sin que para ello haya sido indispensable<br />
realizar los esfuerzos de productividad, organización, ahorro e innovación que<br />
han caracterizado el desarrollo de naciones avanzadas en otras regiones <strong>del</strong><br />
mundo. El <strong>populismo</strong> ha estado constituido, de un lado, por un conjunto de<br />
percepciones e ideas sobre la economía, la política y la visión global de la<br />
democracia y su futuro, y de otro lado por un cierto estilo de ejercicio <strong>del</strong><br />
liderazgo que ha influido decisivamente la manera en que los venezolanos –<br />
nuestros dirigentes y la población en general- han asumido sus tareas<br />
históricas. Dicho de otra manera, la riqueza derivada <strong>del</strong> petróleo abrió una<br />
gama de alternativas para el desarrollo democrático nacional durante los<br />
pasados 25 años; de ese conjunto de posibilidades el liderazgo político y<br />
económico nacional ha escogido consistentemente una línea de acción de tipo<br />
populista que es un ultima instancia la que ha moldeado los perfiles mas<br />
nítidamente definidos de nuestra democracia. Es aquí también donde se<br />
encuentra la explicación de la presente crisis de nuestro orden político.<br />
Casi desde los albores de la explotación petrolera en el país, venezolanos de<br />
relevancia -entre los cuales se contó de manera prominente en algunos<br />
momentos de especial pesimismo Juan Pablo Pérez Alfonso-, han interpretado<br />
el impacto de esta riqueza extraída <strong>del</strong> subsuelo como si se tratase de una<br />
suerte de maldición que inevitablemente tenía que conducirnos a la<br />
autocomplacencia, la desmesura y la corrupción típicas de las naciones que no<br />
han tenido que trabajar duro por su bienestar. Según esta perspectiva de las<br />
cosas los cuantiosos ingresos provenientes <strong>del</strong> petróleo nos condenan<br />
irremisiblemente al despilfarro de esa riqueza, a la distorsión y el<br />
desquiciamiento de la economía, al deterioro moral de la población y sus<br />
líderes, a la hipertrofia <strong>del</strong> Estado y el aumento continuo de las desigualdades e<br />
injusticias. Esta apreciación, sin embargo, se fundamenta en una concepción<br />
determinista de la historia que considero desde todo punto de vista<br />
inaceptable 6 . Al contrario, parto de la idea según la cual los hombres hacemos<br />
nuestra propia historia, aunque por supuesto no siempre dentro de un contexto<br />
que nosotros mismos hayamos deseado o escogido. No cabe duda que el factor<br />
petrolero ha jugado un papel crucial en el desarrollo de la Venezuela moderna,<br />
pero las vías específicas en que ha evolucionado la democracia, y la intensidad<br />
y complejidad de los desafíos que ahora tiene por <strong>del</strong>ante, no surgen de la<br />
explotación petrolera misma sino de las ideas -políticas, sociológicas y<br />
económicas- que han guiado la inversión y utilización de esos recursos y que<br />
6 Para un análisis de los aspectos éticos y epistemológicos <strong>del</strong> determinismo histórico, véase mi<br />
ensayo “Tolstoi, el poder y la paz”, Revista ARGOS, Universidad Simon Bolívar, Caracas, Nº 3,<br />
1981, pp. 7-34