La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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Dicho de otra manera, buscamos esa identidad en base a una estrategia<br />
de rechazos, cuyo producto final -la autenticidad que nos define- ha sido<br />
siempre concebida, desde la derecha y la izquierda, como una barrera contra<br />
los valores liberales.<br />
Este último es el punto que a mi modo de ver requiere ser enfatizado en<br />
relación al mito de la redención: el hecho de que la conclusión a que llega, en<br />
sus distintas versiones, es siempre un rechazo a la imagen de una sociedad de<br />
individuos libres, sujetos al imperio de leyes imparciales en un orden<br />
democrático que garantice la libertad económica. Complementariamente, el<br />
mito exalta el colectivismo, el irracionalismo, la comunidad, lo que va más allá<br />
<strong>del</strong> individuo, el culto de la emoción y el desprecio a la razón. En su versión de<br />
derecha el mito de la redención desemboca en la propuesta de un gobierno<br />
autoritario, cuyo nacionalismo se manifiesta en la condena de lo extranjero y la<br />
estatización de la economía, un gobierno que nos guíe hasta que alcancemos la<br />
suficiente madurez para ser libres. En su versión de izquierda, el mito combina<br />
la ideología de la autenticidad con la economía marxista para alcanzar la misma<br />
conclusión: las naciones latinoamericanas no pueden funcionar como<br />
sociedades liberales occidentalizadas; tenemos por lo tanto que inventar<br />
nuestras soluciones de acuerdo a una fórmula propia de la libertad y la<br />
democracia, en un nuevo socialismo.<br />
Insisto que este es el resultado ideológico <strong>del</strong> mito de la redención,<br />
aunque el camino que hasta allí conduce asume en ocasiones el disfraz de una<br />
legítima -pero casi siempre mal concebida- búsqueda de identidad, de lo que<br />
nos es peculiar y característico, que ha obsesionado las mentes de muchos de<br />
nuestros intelectuales -escritores, poetas, ensayistas, tratadistas políticos- por<br />
más de 150 años. Semejante resultado ideológico político debe entonces<br />
distinguirse nítidamente de otro sentido de esa búsqueda, entendida como<br />
empresa cultural, de reconocimiento, comprensión y rescate de nuestra<br />
herencia y creaciones -de lo cual no es ajeno, como intentaré mostrar, el ideal<br />
de una sociedad libre bajo la ley. Este otro sentido de la búsqueda de identidad<br />
es el que queda plasmado, por ejemplo -y podrían citarse muchos pasajes<br />
similares de intelectuales latinoamericanos-, en el siguiente texto de Uslar<br />
Pietri: “Desde el siglo XVIII-nos dice-...la preocupación dominante en la mente<br />
de los hispanoamericanos ha sido la de la propia identidad... Se ha llegado a<br />
hablar de una angustia ontológica <strong>del</strong> criollo, buscándose a sí mismo sin tregua,<br />
entre contradictorias herencias y disímiles parentescos, a ratos sintiéndose<br />
desterrado en su propia tierra, a ratos actuando como conquistador de ella, con<br />
una fluida noción de que todo es posible y nada está dado de manera definitiva<br />
y probada’. Uslar señala que “la América Hispana es tal vez la única gran zona<br />
abierta en el mundo actual al proceso <strong>del</strong> mestizaje cultural creador”, y<br />
concluye que “En lugar de mirar esa característica extraordinaria como una