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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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coherente y realista, que pudiese suscitar una respuesta positiva de parte de<br />

otros sectores en el orden mundial.<br />

Pero nada de esto detuvo el sueño de la Gran Venezuela, ni su estruendoso<br />

fracaso. Paradójicamente, ya en Octubre de 1974, pocos meses después de<br />

haber iniciado su mandato, el ex-Presidente Pérez analizaba de esta forma los<br />

Planes de la Nación elaborados hasta entonces: “Si revisamos los cuatro Planes<br />

de la Nación que se han escrito” –decía encontraremos sinceramente que no<br />

han sido nunca congruentemente formulados. Veremos que han sido más<br />

formulaciones teóricas hechas de buena fe y expresando grandes aspiraciones,<br />

pero que no han consultado las realidades <strong>del</strong> país, ni tampoco han conjugado<br />

los factores humanos, materiales, científicos y tecnológicos indispensables para<br />

realizarlos “ .(10) Todo esto, pero aumentado varias veces, podría decirse <strong>del</strong> V<br />

Plan de la Nación formulado por su propio gobierno, bajo la dirección <strong>del</strong><br />

entonces Ministro de Estado para la Planificación, Gumersindo Rodríguez, cuya<br />

confusión conceptual y desconocimiento de las realidades económicas<br />

difícilmente encuentran paralelo entre otras figuras que han tenido la poca<br />

suerte de recibirla encomienda de redactar un Plan de la Nación para<br />

Venezuela. El más grande de los absurdos, y la más crasa de las<br />

contradicciones, fue el intento de crear una sociedad de productores a través<br />

<strong>del</strong> aumento artificial de los salarios y de una política de pleno empleo, que<br />

llegó hasta el punto de exigir que se contratasen asistentes para los ascensores<br />

de todos los edificios públicos, fuesen o no necesarios. Con esto lo que se<br />

logró, como mostraré oportunamente, fue acrecentar enormemente el monto<br />

de las importaciones. <strong>La</strong> gente, con dinero en la mano, y sin bienes que adquirir<br />

-pues no tenemos industria que los produzca- se volcó a consumir lo que<br />

encontraba, que en buena parte era importado. De manera que, en resumen, la<br />

enorme responsabilidad de orientar la utilización de los gigantescos recursos<br />

generados por los nuevos precios quedó en manos de un equipo dirigente de<br />

ambiciones totalmente desbordadas, y que -como afirmó el Presidente Pérez-<br />

“No estaba seguro si sería posible resolver los problemas nacionales <strong>del</strong><br />

desarrollo sin el avance de los proyectos de integración latinoamericana. Estos,<br />

a su vez, deben basarse en los objetivos <strong>del</strong> Tercer Mundo”. (11) En otras<br />

palabras, para alcanzar los desmesurados propósitos <strong>del</strong> V Plan ya ni siquiera<br />

tendríamos que tomar en cuenta las condiciones internas <strong>del</strong> país y nuestras<br />

posibilidades reales de enfrentarlas, sino que tales metas dependerían de<br />

premisas externas sobre las cuales nuestro control era aun mucho menor -<br />

aunque algunos imaginaban lo contrario-. En suma, el V Plan no sólo se dirigía<br />

a cambiar a Venezuela, sino a <strong>La</strong>tinoamérica y al mundo entero.<br />

Lo anterior puede sonar risible o parecer caricaturesco, pero estoy<br />

plenamente seguro de que no lo es. Para convencerse de ello basta leer en<br />

detalle los mensajes y declaraciones de nuestros gobernantes de la época, así<br />

______________<br />

(10) Ibid, p. 72 (Énfasis A. R.).<br />

(11) Véase Venezuela Now, Publicación de la Delegación venezolana ante la<br />

ONU, New York, 30-05-1977.

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