La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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En este orden de ideas, y retomando el tema de los logros de la democracia,<br />
vale la pena referirse al fenómeno que el notable economista norteamericano<br />
Albert Hirschman denomino “fracasomania”, que es, a su modo de ver, una<br />
actitud muy usual por parte de cada nuevo grupo de decisores en<br />
<strong>La</strong>tinoamérica, que consideran todo lo que vino antes de ellos como un fracaso<br />
total, creando así la impresión de que es necesario empezar desde cero una y<br />
otra vez. A esta tendencia se une la dificultad para percibir que han ocurrido y<br />
constantemente están ocurriendo cambios en nuestras sociedades, buen<br />
numero de ellos con signo positivo, lo cual con frecuencia nos lleva a pasarlos<br />
por alto y abandonar las cosas a un inevitable deterioro. 4 Es bastante evidente<br />
que estas observaciones se aplican con fuerza al caso venezolano, pues ya se<br />
ha hecho reglamentario que nuestros sucesivos gobiernos dediquen buena<br />
parte de sus energías a disminuir la importancia de lo que los precedió, sin<br />
generalmente detenerse a considerarlo en detalle o a intentar extraer beneficios<br />
de los aspectos positivos que ha legado el pasado. Ocurre también que el país<br />
ha avanzado y se ha transformado con tanta rapidez en los últimos veinticinco<br />
años, y en tantos terrenos de manera simultánea, que a los que nacimos bajo<br />
el imperio de la Venezuela petrolera nos resulta difícil asimilar la extraordinaria<br />
magnitud <strong>del</strong> cambio o interpretar adecuadamente lo que tiene de positivo.<br />
No obstante, una vez admitidos estos puntos, se hace necesario retornar a la<br />
realidad de la presente crisis y el análisis de sus raíces y probables<br />
consecuencias, y apuntar que, a pesar de todo lo dicho acerca <strong>del</strong> avance que<br />
ha representado la democracia para Venezuela, si ha habido un fracaso<br />
histórico de dimensiones tal vez insospechadas, pues- para citar de nuevo a<br />
Carr- “ la dificultad de la historia contemporánea es que la gente recuerda el<br />
tiempo cuando todas las opciones estaban aún abiertas, y encuentra<br />
complicado adoptar la actitud <strong>del</strong> historiador, para el cual esas alternativas ya<br />
fueron cerradas por los hechos” 5 No hace falta demasiado esfuerzo para caer<br />
en cuenta que a la nación ya se le han clausurado varias posibilidades de<br />
avance en la dirección de los que algunos – obnubilados por el flujo de<br />
petrodólares- dieron en llamar la Gran Venezuela. Esto, como sostendré en<br />
estas páginas, no es necesariamente negativo, ya que semejantes <strong>del</strong>irios de<br />
grandeza, aun en época de nuestra bonanza, siempre fueron exagerados, se<br />
colocaron mas allá de nuestras dimensiones y entraron en conflicto con<br />
nuestros verdaderos intereses. Lo que cabe preguntarse es: ¿Qué otros<br />
senderos se le han cerrado al país?; en el punto en que estamos ¿Cómo nos<br />
relacionamos los venezolanos con ese pasado reciente y hacia donde aspiramos<br />
realmente orientar el país? Estoy convencido como sugerí previamente, que en<br />
las condiciones existentes de democracia política es posible para Venezuela<br />
tomar un rumbo con objetivos razonablemente claros y compartidos por la<br />
mayoría. Para lograrlo hay que hacer dos cosas: en primer lugar, comprender<br />
adecuadamente, cual ha sido la naturaleza y efectos de los factores<br />
determinantes en la evolución de la democracia venezolana hasta el presente y<br />
4<br />
Albert O. Hirschman, Essays in Trespassing , Cambridge University press, Cambridge, 1981,<br />
pp. 155-156<br />
5<br />
Carr. P. 98