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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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años nuestros dirigentes nos han dicho que el desarrollo puede comprarse a<br />

corto plazo. Por esto, el hecho de que los problemas tiendan a agravarse, de<br />

que nuestra economía sea cada día más ficticia, nuestra sociedad más desigual,<br />

nuestro aparato de gobierno más ineficiente, nuestra estructura de impartir<br />

justicia más corrupta, y nuestras políticas públicas en general más<br />

incompetentes, está siendo paulatinamente atribuido por un número no<br />

menospreciable, y en crecimiento, de venezolanos a un sistema que se mueve<br />

por promesas vacías, y no a la incapacidad pasajera de uno u otro partido<br />

político.<br />

<strong>La</strong> credibilidad de la democracia venezolana, contrariamente a lo que piensan<br />

algunos bien intencionados ilusos, es frágil y altamente vulnerable. Esto es as!<br />

porque las expectativas de la población son exageradas, pero las realizaciones<br />

dejan demasiado que desear. No obstante, el deterioro no es irreversible. Los<br />

principales partidos políticos cuentan aún con un significativo margen de apoyo<br />

que posibilita la revigorización <strong>del</strong> régimen democrático-representativo. Por<br />

desgracia, las naciones usualmente aprenden por experiencia; saben cuando ya<br />

es demasiado tarde para corregir los errores de sus líderes. (13) De allí que la<br />

esencia de un liderazgo eficaz sea la habilidad de los dirigentes para percibir a<br />

tiempo los signos de descomposici6n, actuar “como si su intuición fuese ya<br />

experiencia y su aspiración la verdad”, (l4) y dar inicio a un proceso de<br />

rectificación.<br />

En esa senda, el primer paso que debe darse en Venezuela es adoptar una<br />

imagen realista de la democracia, su potencial y sus limitaciones. Hay que<br />

evitar caer en el extremo de los que atribuyen a la democracia virtudes casi<br />

místicas, y un poder moralizador que más bien pertenece a la esfera de la<br />

religión y no de la política, (15) así como también el extremo representado por<br />

Schumpeter, quien ve al “ciudadano típico” de la democracia como una especie<br />

de zombie que concede a la política un rango menor que los “hobbies”, tan sólo<br />

el objeto de “conversaciones irresponsables”. (16) Esto es cierto en numerosos<br />

casos, especialmente en períodos de estabilidad y abundancia, pero las<br />

percepciones de la gente cambian con rapidez en tiempos de crisis, y una de las<br />

virtudes de la adversidad de que hablaba Toynbee se deriva precisamente de<br />

que las dificultades sensibilizan políticamente a los ciudadanos y abren para los<br />

líderes la posibilidad de apelar al sentido de la realidad. <strong>La</strong> parte positiva <strong>del</strong><br />

mo<strong>del</strong>o Schumpeteriano es ésa: la restauración aun lugar relevante de la<br />

función <strong>del</strong> liderazgo en un régimen de libertades. En Venezuela, ese liderazgo<br />

debe ante todo ajustar las expectativas a la realidad, y ello implica como punto<br />

prioritario asumir una actitud realista sobre la democracia.<br />

____________________<br />

(13) Sobre este tema, puede verse mi libro, Líderes en Guerra: Hitler, Stalin,<br />

Churchill, De Gaulle, Editorial TECNOS, Madrid, 1979<br />

(14) H. A. Kissinger, A World Restored, Gollancz, London, 1977, p. 329<br />

(15) Puede consultarse, por ejemplo, la obra de C. B. Macpherson,<br />

Democratic Theory: Essays in Retrieval, Oxford University Press, Oxford,<br />

1973, pp. 3-76<br />

(16) Schumpeter, p. 261

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