La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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innovación económicas, y esto ha traído como consecuencia un desequilibrio<br />
entre ambas funciones y, por supuesto, en nuestro proceso de desarrollo.(14)<br />
Hirschman cita como ejemplo de esto el hecho de que el impulso<br />
industrializador de la postguerra en nuestro continente duró sólo alrededor de<br />
una década, y fue seguido por una fase distinta caracterizada por el predominio<br />
<strong>del</strong> clamor redistributivo. En nuestro país se presentó un fenómeno semejante<br />
después de 1958, y me parece evidente que en Venezuela -a raíz <strong>del</strong> impacto<br />
de la riqueza petrolera- la función empresarial o bien ha sido percibida como<br />
relativamente secundaria, o bien ha sido atribuida casi por completo al Estado.<br />
Como resultado, los partidos políticos, que controlan el Estado y cuyo interés<br />
primario ha sido y es aumentar su base de apoyo, se han concentrado en la<br />
reforma casi con exclusión de la generación de un crecimiento económico norentista,<br />
es decir, eficiente, competitivo, y auto reproductivo.<br />
Si bien es bastante probable que las intenciones <strong>del</strong> liderazgo político que<br />
estableció la democracia en Venezuela eran las de combinar en forma<br />
armoniosa ambas funciones económicas, el marco ideológico que guió sus<br />
acciones les empujaba en una dirección que -como afirmé previamente-<br />
contribuyó a acelerar las distorsiones de nuestro proceso de desarrollo. Para<br />
explicar con mayor precisión lo que ha ocurrido, hay que tener en cuenta que<br />
Acción Democrática y Copei no son movimientos aislados sino partidos que<br />
expresan en términos nacionales grandes tendencias políticas mundiales -<br />
socialdemócrata y socialcristiana respectivamente-, que enfrentan en diversos<br />
países el reto de perfeccionar una sociedad que no sacrifique las libertades<br />
políticas en aras de un ideal imposible, pero que también trabaje<br />
sistemáticamente por reducir los desequilibrios en su seno y no acepte<br />
pasivamente los desajustes de una economía de mercado. El pensamiento<br />
político socialdemócrata -y, también, el socialcristiano surgió como un intento<br />
de superar los extremos representados por el socialismo marxista y las<br />
versiones más radicales <strong>del</strong> individualismo liberal. Como lo exponía en 1939 el<br />
gran escritor alemán Thomas Mann, la “socialdemocracia” es un intento de<br />
reconciliar los valores <strong>del</strong> individuo con las demandas de la vida en sociedad”, y<br />
añadía que “este balance jamás se logra definitivamente. Es una tarea humana<br />
que debe ser resucita una y otra vez”. (15)<br />
Esta es la esencia teórica de la socialdemocracia. En la práctica, sin embargo,<br />
el ejercicio <strong>del</strong> gobierno por parte de los partidos socialdemócratas y<br />
demócrata-cristianos en Europa y América <strong>La</strong>tina ha tendido, de acuerdo alas<br />
circunstancias y sobre todo a las convicciones de sus líderes, o bien a enfatizar<br />
los principios liberales y anticolectivistas implícitos en estas ideologías políticas,<br />
o bien a acentuar los aspectos socializantes que también llevan dentro de sí. <strong>La</strong><br />
administración que dirigió Helmut Schmidt en Alemania es un ejemplo de lo<br />
primero, y el gobierno de Francois Mitterrand en Francia en su primera etapa al<br />
menos, ofrece vívidas ilustraciones de lo segundo. <strong>La</strong> primera versión de lo que<br />
significa un proyecto político socialdemócrata se fundamenta en el propósito de<br />
___________<br />
(14) Ibid, p. 127.<br />
(15) Thomas Mann, “The Problem of Freedom”, en E. K. Bramsted y K. J. M Melhuish<br />
(compiladores), Western Liberalism. A History in Documents from Locke to Croce, Longman,<br />
London, 1978, p. 718.