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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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Según explica Hayek, la existencia de un orden que proteja la propiedad<br />

privada “es la más importante garantía de la libertad, no sólo para aquéllos que<br />

controlan propiedad sino también para los que no la tienen. Es sólo gracias al<br />

hecho que el control de los medios de producción se divide entre muchas<br />

personas actuando en forma independiente, que nadie puede adquirir un poder<br />

completo sobre nosotros, y que como individuos podemos decidir qué hacer con<br />

nosotros mismos”. (30) El mayor beneficio de un sistema de mercado es que<br />

permite a los individuos convivir, producir, y beneficiarse unos a otros aun<br />

cuando pueda ocurrir que no sean capaces de ponerse plenamente de acuerdo<br />

sobre propósitos comunes o un bien común. El objetivo de un gobierno serio en<br />

el terreno económico debe ser entonces contribuir a crear un contexto en el<br />

cual la competencia y la libertad generen los más beneficiosos resultados<br />

posibles.<br />

Desde luego, el sistema de mercado no es perfecto en ninguna parte por la<br />

sencilla razón de que los que le hacen funcionar son seres humanos, y no son<br />

robots o dioses. Por esto, en un orden económico libre pueden surgir, y de<br />

hecho emergen, fenómenos objetables que incluyen, entre otras cosas,<br />

prácticas monopólicas, creación intencional de escaseces, operación coercitiva<br />

de grupos de presión (de empresarios, y sindicales), fraudes, etc. Pero aún<br />

estas realidades -que son controlables- no bastan para sustentar un caso lo<br />

suficientemente sólido y convincente que lleve a sustituir un orden de mercado<br />

por una economía colectivizada, en la cual la coerción queda concentrada en los<br />

políticos y burócratas que controlan el Estado, y el espacio para la libertad se<br />

cierra por completo. De hecho el mercado ni siquiera garantiza el progreso<br />

material (aunque es el sistema que menos lo obstruye), o la felicidad de la<br />

gente, pues se trata de un arreglo voluntario y libre que por ello mismo<br />

“permite que la gente deje de lado, si así lo desea, las ambiciones económicas,<br />

porque considera que su logro exige esfuerzos excesivos o incompatibles con<br />

sus preferencias personales”.<br />

(31) El mercado no hace milagros, pero<br />

proporciona un contexto que alienta la iniciativa económica de los que la tienen,<br />

y crea condiciones propicias para el uso más eficiente de los recursos<br />

productivos escasos de una sociedad.<br />

De la misma manera que el mercado no es milagroso, tampoco cabe esperar<br />

milagros de ningún gobierno, pero no hay que subestimar el rol que le<br />

corresponde en la gerencia nacional con evidentes implicaciones económicas: la<br />

defensa y las relaciones exteriores, la preservación y estímulo de los contactos<br />

comerciales externos, el mantenimiento de la seguridad pública, la<br />

administración eficaz de los sistemas monetario y fiscal, la promoción de un<br />

(30) Bauer, Reality..., p. 29<br />

(31) Ibid.,p. 28. Para un tratamiento técnico de algunos de los principales puntos discutidos<br />

en este capítulo, puede consultarse la obra conjunta de P. Bauer y B.S. Yamey, The<br />

Economics of Underdeveloped Countries,Cambridge University Press. Cambridge. 1972

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