07.05.2013 Views

La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

competencia y la libertad económica en general como progenitoras de la<br />

innovación, el cambio y el progreso. Por esto, y en lo que respecta a nuestro<br />

caso, en términos económicos lo que está planteado ahora es menos, no más<br />

intervencionismo, más libertad económica, aliento a las fuerzas <strong>del</strong> mercado y<br />

desmantelamiento gradual –en base a la experiencia, y con ajustes progresivos-<br />

de la economía estatizada y el correspondiente monstruo burocrático que de<br />

ella se alimenta.<br />

El Estado venezolano es una especie de pulpo que controla la economía,<br />

domina la política, moldea la sociedad, impregna la cultura, maneja la<br />

información, permea el medio ambiente, dicta sin parar pautas y reglamentos,<br />

es, en fin, omnipresente y pegajoso y determina la vida de casi toda la<br />

población, pero sin embargo no puede hacer cumplir sus propias leyes. He aquí<br />

su paradoja: tenemos un Estado en apariencia omnipotente, pero que es<br />

fundamentalmente débil en lo decisivo: la capacidad de sancionar a los que<br />

violan sus reglas.<br />

<strong>La</strong> pregunta importante es ésta: ¿hasta qué punto es tal debilidad real o<br />

tan sólo aparente? Bien sabemos que en <strong>La</strong>tinoamérica es tradicional que<br />

países con las Constituciones más liberales y democráticas vivan bajo<br />

regímenes esencialmente autoritarios y represivos. <strong>La</strong> distancia entre los<br />

objetivos proclamados y los propósitos efectivos es un rasgo común en la<br />

actitud de nuestros gobernantes, y el <strong>populismo</strong>, entre otras cosas, conduce<br />

precisamente a crear reglas para que sean rotas. <strong>La</strong> idea es, por un lado,<br />

cohesionar un movimiento amplio en base a promesas generalizantes e<br />

imposibles, y por otro lado hacerse de la vista gorda ante la violación de esas<br />

reglas por parte de los sectores dominantes en la estructura clientelar.<br />

Hasta ahora, ese mecanismo paradojal ha funcionado con éxito político<br />

en Venezuela, con altos costos y graves consecuencias para el país como un<br />

todo, pero con gratificantes resultados para el sistema clientelista. No obstante,<br />

ya las cosas van llegando a un punto en extremo peligroso, digan lo que digan<br />

los eternos -y a veces falsamente ingenuos- optimistas. <strong>La</strong> democracia<br />

venezolana, para sobrevivir con dignidad, debe encaminarse en una dirección<br />

no-populista, fundamentada en el respeto al ordenamiento legal y la eficaz<br />

sanción a su incumplimiento.<br />

En tal sentido, otra de las líneas de acción claves que debe adoptarse<br />

cuanto antes por parte de los que se encuentran a la cabeza de nuestra<br />

dirigencia política, tiene que ver con la reforma <strong>del</strong> sistema de administración<br />

de justicia en Venezuela. Me refiero por un lado alas leyes y reglamentos que<br />

establecen la normativa legal en diversos órdenes de la vida ciudadana -<br />

incluyendo, desde luego, el económico-, y por otra parte al aparato concreto de<br />

evaluación y sanción, es decir, los tribunales y cortes de justicia -lo que<br />

denominamos el poder judicial. Allí está la columna vertebral de un Estado de<br />

Derecho capaz de sostener un sentido de disciplina, el respeto mutuo entre los<br />

ciudadanos, la libertad, la equidad y la eficiencia. En nuestro país este aparato,<br />

tanto en su teoría como en su práctica, es pesado, lento, quejumbroso,<br />

complicado, y es indispensable hacer las leyes más accesibles y comprensibles

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!